Bush, en guerra
El conflicto de Irak se agrav¨® sustancialmente. Iba a convertirse en la siguiente prueba real, y quiz¨¢ en la m¨¢s importante, del liderazgo del presidente George Bush y del papel de Estados Unidos en el mundo.
Irak llevaba mucho equipaje a cuestas. [La consejera de Asuntos de Seguridad Nacional Condoleezza] Rice hab¨ªa sacado ya el conflicto a relucir cuando fue nombrada consejera de pol¨ªtica exterior de Bush antes de que se iniciara la campa?a presidencial del a?o 2000. Bush le dijo que no estaba de acuerdo con los que afirmaban que, en 1991, su padre termin¨® la guerra contra Sadam [Husein] con excesiva rapidez. En aquel momento, Bush padre, el secretario de Defensa [entonces, ahora vicepresidente Dick] Cheney y el jefe del Estado Mayor Conjunto [entonces, ahora secretario de Estado Colin] Powell acordaron dar por finalizada la guerra despu¨¦s de haber alcanzado el objetivo de la resoluci¨®n de Naciones Unidas: expulsar al ej¨¦rcito de Sadam de Kuwait. Estados Unidos no se dirigi¨® a Bagdad para echar a Sadam. Perseguir al ej¨¦rcito iraqu¨ª en retirada podr¨ªa parecer una matanza. La mitad del ej¨¦rcito de Sadam estaba destrozada. Hab¨ªa sufrido una de las derrotas militares m¨¢s humillantes de la historia moderna. Estaba acabado. La CIA y diversos l¨ªderes ¨¢rabes predijeron la pr¨®xima destituci¨®n de Sadam, que alg¨²n coronel o general del Ej¨¦rcito iraqu¨ª le meter¨ªa una bala en el cuerpo o encabezar¨ªa un golpe de Estado.
Bush en guerra
Bob Woodward Pen¨ªnsula. Atalaya.
Cuando Irak anunci¨® que admitir¨ªa nuevos inspectores de armas, pocos cre¨ªan en su sinceridad. El vicepresidente Cheney dijo: "Juega con EE UU y la ONU, un juego para tontos"
Uno de los primeros pasos de Bush contra Sadam fue firmar un decreto de espionaje que aumentaba de forma significativa la actividad secreta de la CIA para expulsar a Sadam Husein
Sadam sobrevivi¨® y [Bill] Clinton derrot¨® al padre de [George] Bush en la reelecci¨®n de 1992. En 1998, cuando Sadam cancel¨® las inspecciones que Naciones Unidas llevaba a cabo en las instalaciones sospechosas de fabricaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, Clinton orden¨® la operaci¨®n Lobo del Desierto. En un periodo de tres d¨ªas se efectuaron cerca de 650 bombardeos y lanzamientos de misiles sobre Irak, pero Sadam sigui¨® sin volver a permitir la entrada de los inspectores de Naciones Unidas.
Bush, no obstante, segu¨ªa defendiendo a su padre y a sus asesores.
"Hicieron en su momento lo que deb¨ªan hacer", le dijo a Rice. Su padre se encontraba limitado por la resoluci¨®n de Naciones Unidas que autorizaba la utilizaci¨®n de la fuerza s¨®lo para expulsar a Sadam de Kuwait. Ella coincid¨ªa en esta opini¨®n y destac¨® que muchas veces los l¨ªderes de la historia cometen errores por permitir que un ¨¦xito t¨¢ctico a corto plazo altere sus objetivos estrat¨¦gicos. Ir a Bagdad para obligar a la fuerza a Sadam habr¨ªa sido un tema completamente distinto. Que algo pareciera militarmente sencillo no era motivo para hacerlo, dijo ella.
Tras la decisi¨®n inicial de Bush de no atacar Irak inmediatamente despu¨¦s de los ataques terroristas del 11 de septiembre, el conflicto hab¨ªa seguido filtr¨¢ndose en el gabinete de guerra... activamente por parte de Cheney y [el secretario de Defensa Donald] Rumsfeld, pasivamente por parte de Powell, quien no estaba por otra guerra.
Cuando, el 29 de enero de 2002, el presidente pronunci¨® su primer discurso sobre el estado de la Uni¨®n, el gran titular fue su afirmaci¨®n de que Irak, Ir¨¢n y Corea del Norte constitu¨ªan "un eje del mal". Dijo tambi¨¦n que el peligro real y la cat¨¢strofe potencial era la creciente disponibilidad de armas de destrucci¨®n masiva de la que disfrutaban los terroristas o estos reg¨ªmenes.
Bush se plante¨® la posibilidad de sacar a la luz aquel peligro en el discurso al Congreso que ofreci¨® nueve d¨ªas despu¨¦s de los ataques terroristas, pero lo pospuso, pensando que hablar tan francamente ser¨ªa excesivo para la opini¨®n p¨²blica en aquella ¨¦poca.
"No esperar¨¦ los acontecimientos", dijo en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n, proporcionando con ello una pista de que realizar¨ªa un ataque preventivo... una estrategia que posteriormente articular¨ªa de forma m¨¢s directa.
Uno de los primeros pasos que dio el presidente contra Sadam fue firmar un nuevo decreto de espionaje que aumentaba de forma significativa la actividad secreta de la CIA para expulsar a Sadam. Destin¨® entre 100 y 200 millones de d¨®lares a la nueva operaci¨®n... bastante m¨¢s de los 70 millones que la CIA hab¨ªa gastado en Afganist¨¢n. Aument¨® la ayuda a la oposici¨®n iraqu¨ª, reforz¨® las tareas de recopilaci¨®n de informaci¨®n en el interior de Irak y llev¨® a cabo los preparativos para un eventual despliegue de equipos paramilitares de la CIA y de las fuerzas especiales estadounidenses similares a los utilizados en Afganist¨¢n.
[El director de la CIA George] Tenet alert¨® al presidente de que Irak no era Afganist¨¢n. La oposici¨®n iraqu¨ª era mucho m¨¢s d¨¦bil y Sadam gobernaba un Estado policial. Era dif¨ªcil de localizar y utilizaba dobles a modo de se?uelo. Sin acci¨®n militar u otro tipo de presi¨®n, le dijo Tenet al presidente, la CIA ten¨ªa s¨®lo entre un 10% y un 20% de probabilidades de ¨¦xito.
Bush, con todo, lleg¨® a la conclusi¨®n de que una operaci¨®n secreta de mayor envergadura ayudar¨ªa a preparar un golpe militar porque aumentar¨ªa significativamente el flujo de informaci¨®n y los contactos que posteriormente se necesitar¨ªan.
En abril, el presidente empez¨® a afirmar p¨²blicamente una pol¨ªtica de cambio de r¨¦gimen en Irak. En junio declar¨® formalmente que lanzar¨ªa ataques preventivos contra los pa¨ªses que considerara una amenaza grave para Estados Unidos. (...)
Diferencias Cheney-Powell
"Cheney afirma que el riesgo de un Irak nuclear justifica el ataque", ley¨® Powell estando de vacaciones en The New York Times del 27 de agosto [de 2001]. Aparec¨ªa en portada. El d¨ªa anterior, el vicepresidente hab¨ªa pronunciado un discurso siguiendo la l¨ªnea dura y en el que declaraba que las inspecciones de armas eran b¨¢sicamente in¨²tiles.
"Un regreso de los inspectores no garantizar¨ªa el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas", hab¨ªa dicho Cheney . "Todo lo contrario, existe un gran peligro de que sirviera para generar una situaci¨®n c¨®moda con la sensaci¨®n de que Sadam estaba, por decirlo de alg¨²n modo, 'encerrado y sin molestar". Expres¨® su tremenda preocupaci¨®n por las armas de destrucci¨®n masiva que el gabinete de guerra hab¨ªa escuchado tantas veces. En manos de un "dictador asesino", esas armas eran "la amenaza m¨¢s grave imaginable. Los riesgos que acarrea la falta de acci¨®n son mucho mayores que los riesgos de entrar en acci¨®n". El discurso de Cheney fue interpretado en general como la pol¨ªtica de la Administraci¨®n. Su tono era duro e implacable. Mencionaba las consultas con aliados, pero no invitaba a otros pa¨ªses a unirse a la coalici¨®n.
Powell se qued¨® asombrado. Parec¨ªa un ataque preventivo a lo que cre¨ªa que hab¨ªan acordado diez d¨ªas antes: dar una oportunidad a Naciones Unidas. Adem¨¢s, el golpe que asestaba a las inspecciones armament¨ªsticas era contrario a las declaraciones que Bush hab¨ªa venido haciendo a lo largo de todo el a?o, en las que afirmaba que el paso siguiente ser¨ªa permitir de nuevo la entrada en Irak de los inspectores de armas. Aquello era por lo que todo el mundo, Naciones Unidas y Estados Unidos, hab¨ªa estado luchando con Sadam desde 1998, cuando expuls¨® a los inspectores.
Al d¨ªa siguiente del discurso de Cheney, Rumsfeld se reun¨ªa con 3.000 marines en Camp Pendleton (California).
"No s¨¦ cu¨¢ntos pa¨ªses participar¨¢n en el caso de que el presidente decida que los riesgos de la falta de actuaci¨®n superan a los de actuar", dijo Rumsfeld. Powell decodific¨® la frase: Cheney hab¨ªa declarado que el riesgo estaba en la falta de actuaci¨®n, y Rumsfeld hab¨ªa dicho que no sab¨ªa cu¨¢ntos pa¨ªses se unir¨ªan a ellos en el caso de que el presidente coincidiera con la opini¨®n de Cheney. Rumsfeld dijo tambi¨¦n que hacer lo correcto "al comienzo puede parecer solitario"... un nuevo t¨¦rmino para definir actuar solo, en otras palabras, unilateralismo. Para empeorar las cosas, la BBC empez¨® a emitir extractos de una entrevista que Powell hab¨ªa concedido tiempo atr¨¢s y en la que dec¨ªa que ser¨ªa "¨²til" reiniciar las inspecciones armament¨ªsticas.
"El presidente ha dicho claramente que cree que los inspectores de armas deber¨ªan regresar", hab¨ªa dicho Powell. "Irak lleva m¨¢s de 11 a?os violando la mayor¨ªa de las resoluciones de Naciones Unidas. Veamos as¨ª, como primer paso, lo que descubren los inspectores. Envi¨¦mosles all¨ª de nuevo".
Aparec¨ªan nuevas historias [period¨ªsticas] que afirmaban que Powell contradec¨ªa a Cheney o parec¨ªa hacerlo. De pronto, Powell se dio cuenta de que la impresi¨®n p¨²blica que causaba la pol¨ªtica de la Administraci¨®n con respecto a la entrada de los inspectores en Irak era contraria a la que ¨¦l sab¨ªa que deb¨ªa ser. Algunos editorialistas acusaban a Powell de falta de lealtad. Contabiliz¨® siete editoriales que ped¨ªan su dimisi¨®n o que insinuaban que deber¨ªa renunciar a su cargo. Desde su punto de vista, todo aquel infierno era cada vez m¨¢s il¨®gico. "?C¨®mo puedo ser desleal", se preguntaba, "cuando lo que declaro es la postura confirmada por el presidente?".
Cuando Powell regres¨® de vacaciones, solicit¨® una nueva reuni¨®n privada con el presidente. El 2 de septiembre, D¨ªa del Trabajo, Rice se uni¨® a ellos despu¨¦s de comer mientras Powell daba un repaso a toda aquella confusi¨®n del mes de agosto. ?Era o no era la postura del presidente que los inspectores de armas deb¨ªan regresar a Irak?
Lo era, dijo Bush, aunque era esc¨¦ptico con respecto a su ¨¦xito. Reafirm¨® su compromiso de ir a Naciones Unidas y pedir ayuda para la cuesti¨®n de Irak. En el sentido pr¨¢ctico, aquello significaba solicitar una nueva resoluci¨®n. Powell parti¨® satisfecho hacia Su¨¢frica, donde ten¨ªa que asistir a una conferencia. Powell estaba de regreso el viernes 6 de septiembre por la tarde y se uni¨® a la plana mayor en Camp David en ausencia del presidente.
Actuaci¨®n unilateral
Cheney afirmaba que solicitar una nueva resoluci¨®n les devolver¨ªa al largo proceso de Naciones Unidas... sin esperanzas, eterno e indeciso. Todo lo que el presidente dir¨ªa es que Sadam era un malvado, que en el pasado hab¨ªa violado, ignorado y pisoteado conscientemente las resoluciones de Naciones Unidas, y que Estados Unidos se reservaba el derecho de actuar unilateralmente.
Pero eso no era solicitar el apoyo de Naciones Unidas, le contest¨® Powell. Las Naciones Unidas no se limitar¨ªan a revolverse en su asiento, declarar que Sadam es un malvado y autorizar el ataque militar de Estados Unidos. Las Naciones Unidas no iban a comprar esa idea. No era una idea vendible, dijo Powell. El presidente ya hab¨ªa decidido dar una oportunidad a las Naciones Unidas, y la ¨²nica manera de hacerlo era solicitando una resoluci¨®n.
Cheney estaba totalmente decidido a emprender una acci¨®n contra Sadam. Era como si no existiera nada m¨¢s. Powell trat¨® de resumir las consecuencias que tendr¨ªa una acci¨®n unilateral. Si iban solos, se ver¨ªan obligados a cerrar las embajadas norteamericanas en todo el mundo.Eso no era ning¨²n problema, dijo Cheney. El problema era Sadam y su amenaza descarada.Tal vez las cosas no evolucionaran como pensaba el vicepresidente, dijo Powell. La guerra pod¨ªa desencadenar todo tipo de consecuencias inesperadas y no buscadas. "?se no es el problema", dijo Cheney.
La conversaci¨®n explot¨® en un duro debate que lind¨® los l¨ªmites de la educaci¨®n, aunque sin alejarse de la correcci¨®n formal que Cheney y Powell sol¨ªan mostrar el uno con el otro.
A la ma?ana siguiente, la plana mayor ten¨ªa una reuni¨®n del Consejo de Seguridad Nacional con el presidente en la que repitieron las discusiones y Bush pareci¨® sentirse c¨®modo con la propuesta de solicitar una resoluci¨®n a Naciones Unidas.
Cheney y Rumsfeld siguieron presionando a lo largo del proceso de redacci¨®n del discurso. Solicitar una nueva resoluci¨®n les encerrar¨ªa en la mordaza del debate y las dudas de Naciones Unidas, abriendo con ello la puerta a Sadam para que negociase con Naciones Unidas. Se ofrecer¨ªa a cumplir con todo y luego, como siempre, dejar¨ªa a todo el mundo con un palmo de narices.
As¨ª que la solicitud de una resoluci¨®n qued¨® fuera del discurso. Las reuniones de redacci¨®n siguieron durante varios d¨ªas. El discurso atacaba a Naciones Unidas por no hacer cumplir las inspecciones de armas en Irak, concretamente en los cuatro a?os posteriores a que Sadam los expulsara. "No podemos decir todo esto", afirm¨® Powell sin pedirles que hicieran algo. En este discurso no hay acci¨®n.
"Dice: aqu¨ª est¨¢ lo que ha hecho mal, aqu¨ª est¨¢ lo que deben hacer para arreglarlo, ?y ya est¨¢?", pregunt¨® Powell asombrado. "Debemos pedir algo". As¨ª que la plana mayor inici¨® entonces una discusi¨®n sobre qu¨¦ era lo que ten¨ªan que pedir. ?Qu¨¦ aspecto deber¨ªa tener esa petici¨®n?Llegaron finalmente al acuerdo de que Bush deber¨ªa pedir a Naciones Unidas que actuara. Powell lo acept¨®, aunque la ¨²nica forma de conseguir que Naciones Unidas actuara era mediante resoluciones. As¨ª que ¨¦sa era la acci¨®n impl¨ªcita. Solicitar una nueva resoluci¨®n habr¨ªa sido m¨¢s concreto, pero la llamada a la actuaci¨®n era suficiente para Powell.
[El primer ministro brit¨¢nico] Tony Blair le dijo a Bush en privado que ten¨ªa que ir por el camino de una resoluci¨®n de Naciones Unidas. David Manning, el asesor brit¨¢nico para asuntos de seguridad nacional, le dijo lo mismo a Rice.
Dos d¨ªas antes de que el presidente se presentara en Naciones Unidas, Powell revis¨® el borrador n¨²mero 21 del texto del discurso que la Casa Blanca le hab¨ªa remitido con el sello de "S¨®lo para sus ojos" y "Urgente" en todos los folios. En la p¨¢gina ocho, Bush promet¨ªa trabajar con Naciones Unidas "para conseguir nuestro com¨²n desaf¨ªo". No hab¨ªa ninguna llamada a la actuaci¨®n de Naciones Unidas.
En la reuni¨®n del comit¨¦ de la plana mayor sin el presidente justo antes de que Bush partiera hacia Nueva York, Cheney manifest¨® su oposici¨®n a que el presidente solicitara concretamente nuevas resoluciones. Era una cuesti¨®n de t¨¢cticas y de credibilidad presidencial, defend¨ªa el vicepresidente. Imaginemos que el presidente lo solicita y el Consejo de Seguridad lo deniega. Sadam era un maestro de los faroles. Enga?ar¨ªa y se retirar¨ªa, encontrar¨ªa una forma de retrasar lo que le ped¨ªan. Lo que necesitaban era expulsar a Sadam del poder. Si atacaba a Estados Unidos o a otro pa¨ªs con las armas de destrucci¨®n masiva que pose¨ªa, particularmente si se trataba de un ataque a gran escala, el mundo no les perdonar¨ªa nunca la falta de acci¨®n ni el haber cedido al impulso de involucrarse en los debates sem¨¢nticos de las resoluciones de Naciones Unidas.
Rumsfeld dijo que necesitaban partir de un principio, pero luego formul¨® una serie de preguntas ret¨®ricas y no utiliz¨® un lenguaje duro. Cheney y Powell se enzarzaron en una discusi¨®n feroz. Se trataba del internacionalismo de Powell contra el unilateralismo de Cheney. "No s¨¦ si lo hemos conseguido o no", le dijo despu¨¦s Powell a [su subsecretario de Estado Richard] Armitage.
La noche anterior a su discurso, Bush habl¨® con Powell y Rice. Hab¨ªa decidido que solicitar¨ªa nuevas resoluciones. De entrada, hab¨ªa pensado autorizar a Powell y Rice para que, despu¨¦s de su discurso, dijeran que Estados Unidos trabajar¨ªa en ellas junto con Naciones Unidas. Pero hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que tambi¨¦n pod¨ªa decirlo personalmente a lo largo del discurso. Orden¨® la inclusi¨®n de una frase al inicio de la p¨¢gina ocho en la que dec¨ªa que trabajar¨ªa con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para sacar adelante las "resoluciones" necesarias. La frase fue a?adida al borrador final n¨²mero 24.
"Lo dir¨¢", inform¨® Powell a Armitage.
Frase clave
En el estrado de la famosa sala de la Asamblea General, Bush lleg¨® a la parte del discurso donde deb¨ªa decir que abogaba por las resoluciones. Pero la copia del documento pasada al teleprompter no inclu¨ªa el cambio de ¨²ltima hora. De modo que Bush ley¨® la frase anterior: "Mi naci¨®n trabajar¨¢ con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para conseguir nuestro desaf¨ªo com¨²n".
Powell ten¨ªa en sus manos el borrador n¨²mero 24 e iba anotando las improvisaciones del presidente. Casi se le detiene el coraz¨®n. ?La frase de las resoluciones hab¨ªa desaparecido! ?No la hab¨ªa dicho! ?Era la frase clave! Pero mientras Bush le¨ªa la frase anterior, se dio cuenta de que faltaba la parte relacionada con las resoluciones. La improvis¨® con poca dificultad, a?adiendo, dos frases despu¨¦s: "Trabajaremos con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para las resoluciones necesarias".
Powell volvi¨® a respirar.
En t¨¦rminos generales, el discurso del presidente fue un gran ¨¦xito. Fue ampliamente alabado por su dureza, por su voluntad de buscar el apoyo internacional para su pol¨ªtica respecto a Irak, y por su efectivo desaf¨ªo a Naciones Unidas para que obligaran al cumplimiento de sus resoluciones. Fue un gran empuj¨®n para Powell, que estaba con ¨¦l en Nueva York para acelerar el apoyo a la pol¨ªtica de Estados Unidos, sobre todo en lo referente a Rusia y Francia, que, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pod¨ªan vetar cualquier resoluci¨®n.
Al d¨ªa siguiente, Irak anunci¨® que admitir¨ªa nuevos inspectores de armas. Pocos cre¨ªan en su sinceridad. "?Lo veis?", dijo el vicepresidente, "juega con Estados Unidos y Naciones Unidas, un juego para tontos".
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