Las nuevas marginadas del campo
La mitad de las 300.000 personas que cobran el subsidio agrario en Andaluc¨ªa son mujeres
M¨¢s del 50% de las 300.000 personas que en Andaluc¨ªa cobran el subsidio agrario son mujeres. Se trata de jornaleras que encuentran en este sistema de protecci¨®n la ¨²nica v¨ªa hacia una pensi¨®n de jubilaci¨®n. Pero la reforma del subsidio que ha realizado el Gobierno de la naci¨®n cierra la puerta a muchas de ellas, todas las que no lo hayan cobrado en los ¨²ltimos tres a?os.
Adem¨¢s, la alternativa propuesta por el Ministerio de Trabajo a trav¨¦s de la denominada Renta Activa de Inserci¨®n (RAI) tampoco parece una soluci¨®n por cuanto la mayor¨ªa de las mujeres tienen cargas familiares que las obligar¨ªan a rechazar ofertas laborales del Instituo Nacional de Empleo (Inem). Por eso, aunque la oferta que el ministro Eduardo Zaplana presentar¨¢ esta semana a los sindicatos y a los Gobiernos de Andaluc¨ªa y Extremadura contemple el car¨¢cter retributivo de la nueva prestaci¨®n -que dar¨ªa derecho, por tanto, a una pensi¨®n de jubilaci¨®n- son muchos los nubarrones que se ciernen sobre las miles de mujeres que aspiran a cobrar el subsidio. Sirvan como ejemplo estos dos casos de la provincia de Ja¨¦n, donde m¨¢s de 45.000 de los 70.000 jornaleros tienen rostro femenino.
"?Y d¨®nde vamos a ir si aqu¨ª no tenemos m¨¢s que la campa?a de la aceituna?"
Dolores Salvador Merino no puede retornar al sistema tras seis a?os en el R¨¦gimen General. Esta mujer de Campillo de Arenas (Ja¨¦n), de 44 a?os de edad, casada y con tres hijos, es una de las que ha visto frenada su entrada en el subsidio agrario. En los ¨²ltimos seis a?os ha estado trabajando como cocinera y limpiadora de la guarder¨ªa temporera de su pueblo, pero este a?o ya no la han contratado por no haber ni?os suficientes. Ha solicitado cobrar la ayuda familiar y se la han denegado por tener un hijo mayor de edad, y tampoco puede retornar al subsidio agrario (en la guarder¨ªa estuvo en R¨¦gimen General) por no haberlo cobrado en los ¨²ltimos tres a?os.
"?Y d¨®nde vamos a ir si aqu¨ª no tenemos m¨¢s que la campa?a de la aceituna, y esta campa?a apenas vamos a echar 30 jornales?", se pregunta Dolores, para quien el subsidio "resulta fundamental". Y es que ahora en su casa s¨®lo entran los 330 euros al mes de su marido, que es la prestaci¨®n actual del subsidio (el 75% del salario m¨ªnimo) m¨¢s los jornales de la aceituna que echan ella y su hijo mayor. "Cuando acabe la aceituna nos hemos comido lo ganado", asegura, en alusi¨®n a los muchos d¨ªas de interrupci¨®n por culpa del temporal. Con esos ingresos tan bajos, Dolores tiene que hacer muchos n¨²meros para salir adelante cada mes y para pagar los estudios de sus dos hijos menores, una de ellos est¨¢ en Granada estudiando Relaciones Laborales.
"?Que cu¨¢l es la soluci¨®n? Pues que si no nos dan el subsidio que nos den trabajo", a?ade Dolores, que muestra ciertos recelos a la Renta Activa de Inserci¨®n propuesta por el Gobierno para quienes queden excluidos del subsidio. El motivo no es otro que su dif¨ªcil disponibilidad para afrontar cursos de formaci¨®n o aceptar empleos fuera de su localidad.
Marcela Morales Quesada tambi¨¦n ha quedado excluida del subsidio por solicitarlo un d¨ªa despu¨¦s del decretazo. Esta mujer de Pegalajar (Ja¨¦n), de 50 a?os de edad, casada y con dos hijas mayores de edad, present¨® la solicitud para acogerse al subsidio agrario el 28 de mayo de 2002, con tan mala fortuna de que lo hizo un d¨ªa despu¨¦s de que el Gobierno aprobara el Decreto de Reforma de Protecci¨®n de Empleo, el llamado decretazo. Marcela llevaba un a?o pagando el sello de la cartilla agraria (unos 66 euros al mes) pero la nueva normativa la dejaba fuera del subsidio por no haber estado cobr¨¢ndolo en los ¨²ltimos tres a?os.
"Habr¨¢ sido mala suerte, pero creo que es una injusticia que no pueda tener los mismos derechos que otras mujeres del pueblo que est¨¢n en mi misma situaci¨®n", se lamenta Marcela, que ha seguido durante todo este tiempo pagando su sello agrario sin recibir ninguna prestaci¨®n. ?El motivo? "As¨ª al menos cotizo para poder tener una pensi¨®n de jubilaci¨®n", explica. Su marido trabaja en la construcci¨®n, pero es el ¨²nico sueldo que entra en la casa. Por eso Marcela tiene que aprovechar la campa?a de la aceituna para echar unos jornales "que vienen muy bien". Pero cuando se le pregunta si estar¨ªa dispuesta a recibir cursos de formaci¨®n o a aceptar cualquier trabajo fuera de su pueblo (como recoge el esp¨ªritu de la Renta Activa de Inserci¨®n) lo tiene muy claro: "?Ad¨®nde voy con mi edad y con la carga familiar que tengo?".
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