Gibraltar, nunca m¨¢s
En ?Noticia bomba?, la c¨¦lebre novela de Evelyn Waugh, el due?o del Daily Beast decide enviar un reportero a cubrir la guerra civil del imaginario pa¨ªs de Ismail¨ªa "una guerrita muy prometedora" seg¨²n las palabras de Lord Cooper. La l¨ªnea editorial del peri¨®dico la define el citado personaje de la siguiente manera "defendemos gobiernos fuertes enfrentados entre s¨ª. Autosuficiencia en nuestro pa¨ªs y agresividad en el extrajero". Como la realidad supera siempre a la ficci¨®n, el paso de los a?os mantiene, al parecer, en las mentes de las autoridades brit¨¢nicas, una realidad espa?ola como si fuera Ismail¨ªa o cualquier antigua colonia del Imperio. Es la ¨²nica manera de entender el comportamiento de la polic¨ªa brit¨¢nica en los incidentes de la Bah¨ªa de Algeciras del pasado lunes. Lo de menos es, por supuesto, el sitio exacto donde se encontraban las embarcaciones, si dentro de las tres millas que reclaman los gibraltare?os o en medio de la Bah¨ªa, como aseguran periodistas y ecologistas. La brutalidad y el atropello de la polic¨ªa no ser¨ªan distintos si la longitud del barco fueran unas millas m¨¢s o menos al este. Es indiferente la ubicaci¨®n exacta donde estaban las lanchas. No tiene m¨¢s raz¨®n la polic¨ªa brit¨¢nica por un desplazamiento del lugar. El derecho a la informaci¨®n y la libertad no entiende de fronteras.
Ya que hemos hablado de la ficci¨®n, cabr¨ªa pensar qu¨¦ ocurrir¨ªa si unas lanchas de la polic¨ªa brit¨¢nica arremeten y abordan tres pac¨ªficas zodiac con periodistas y ecologistas en el T¨¢mesis, por ejemplo. Si la polic¨ªa act¨²a con brutalidad, golpea y detiene a los tripulantes y pasajeros de las lanchas, destroza el material profesional de los periodistas, mete en el calabozo a 14 profesionales de la informaci¨®n sin dar ninguna informaci¨®n de los cargos que se le imputan y a los periodistas golpeados los acusa de agresiones. Pues bien, si ,como digo, esto ocurriera en territorio brit¨¢nico, con periodistas brit¨¢nicos, al Ministro del Interior de su Graciosa Majestad le durar¨ªa el cargo un telediario. El pa¨ªs que lleva a gala tener la m¨¢s antigua democracia del mundo no puede abordar, golpear, maltratar y detener a un grupo de periodistas por mero capricho. Y encima no ofrecer las garant¨ªas que tiene cualquier detenido a una llamada, a la asistencia jur¨ªdica,al habeas corpus, a la informaci¨®n de los cargos que se le imputan. La situaci¨®n de Gibraltar ya es, de por s¨ª, todo un f¨®sil pol¨ªtico. Pero resulta inaceptable que al amparo de un conflicto diplom¨¢tico se conculquen los principios que conforman este espacio de libertad y prosperidad que llamamos Europa. A estas alturas resultar¨ªa redundante desgranar la cantidad de tratados, declaraciones, constituciones, leyes y todo tipo de derechos que amparan la libertad y el derecho a la informaci¨®n. Hasta da verg¨¹enza recordar que los periodistas no tenemos m¨¢s derechos que cualquier ciudadano, que somos depositarios de un derecho ajeno del conjunto de la sociedad, que es el de recibir informaci¨®n. Y que nuestro trabajo consiste en cubrir las noticias all¨ª donde se producen. Recordar todo esto en la Europa del siglo XXI produce sonrojo, pero parece que no queda otro remedio.
Quiz¨¢s vivamos unos tiempos donde los ciudadanos se muestran pasivos ante los desmanes policiales. Quiz¨¢s el falso debate libertad-seguridad lo est¨¢ ganando esta ¨²ltima. Lo que s¨ª podemos decir desde las organizaciones de periodistas es que no vamos a permanecer quietos mientras conculcan nuestras derechos, mientras nos maltratan. El Gobierno de la naci¨®n debe garantizar ante las autoridades del Reino Unido que no se vuelva a repetir un caso similar y que los responsables de lo ocurrido en la ma?ana del lunes sean sancionados como se merecen. Nosotros, mientras tanto, en un caso quiz¨¢s de ingenuidad, iremos a los tribunales brit¨¢nicos a poner las demandas que en derecho correspondan para que se haga justicia, se se?ale y condene a los culpables, se destituyan los bienes da?ados o destruidos y se garantice que hechos como estos no van a volver a ocurrir.
Los periodistas no estamos acostumbrados a ser noticia. M¨¢s a¨²n, no queremos serlo. Nos dedicamos a contar las cosas que pasan. Nos sentimos extra?os al vernos en las portadas de los peri¨®dicos o en las noticias de los telediarios. Y jam¨¢s se nos hubiera ocurrido que form¨¢semos parte de una trama de abordajes y lanchas r¨¢pidas como si fu¨¦ramos personajes de La reina del Sur.
Fernando Santiago Mu?oz es presidente de la Asociaci¨®n de la Prensa de C¨¢diz
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