Matem¨¢ticas pol¨ªticamente incorrectas
Leo en la prensa local la fat¨ªdica frase : "Valencia tiene la llave del Palau" . Y un poco m¨¢s abajo el corolario : "De la capacidad que tengan los socialistas para acortar la distancia en la ciudad depender¨¢ buena parte de la suerte electoral de Joan Ignasi Pla". Nada nuevo. El comentarista pod¨ªa haber a?adido tras el nombre de Joan Ignasi Pla la coletilla de "y quiz¨¢ de Rodr¨ªguez Zapatero". Dej¨¤ vu , on connait la chanson... No me sorprendi¨® el titular ni el correcto razonamiento que lo acompa?aba, bien surtido de n¨²meros. Al cabo de pocos d¨ªas de producirse las ¨²ltimas elecciones ya me hice la composici¨®n de lugar. Y desde entonces llevo platicando con cierta frecuencia con amigos y conocidos con la vana esperanza de que alguien me convenza de que estoy equivocado. Y como no ha sido el caso, la not¨ªcia volvi¨® a despertar en mi interior la caja de los truenos. La ira de los justos o la c¨®lera de Dios, como creo que la llamaban en el Antiguo Testamento, es lo que deber¨ªa caer encima de m¨¢s de uno si el sencillo razonamiento que quiero exponer no es objeto de un r¨¢pido ment¨ªs.
Veamos. Parece evidente, a la luz de los n¨²meros, que es el "tir¨®n" electoral de Rita Barber¨¢ lo que en las dos ¨²ltimas confrontaciones electorales ha permitido que el inquilino de la Plaza de Manises luzca de azul¨®n. Y si las cosas andan justas en las pr¨®ximas elecciones generales, el efecto puede ser el mismo en el inquilino de la Moncloa. Ergo... para la izquierda, aborigen o no, el resultado electoral del pr¨®ximo mes de mayo deber¨ªa ser lo que entiende por "una cuesti¨®n de Estado" y, en consecuencia, la m¨¢xima prioridad deber¨ªa ser, como indica el comentarista, acortar al m¨¢ximo la suculenta ventaja electoral con que cuenta la se?ora alcaldesa. Hasta aqu¨ª todo parece bastante sencillo y l¨®gico o, al menos, a m¨ª me lo parece.
Pero si las cosas son como parecen, el asombro no tiene l¨ªmites y la ira generada alcanza m¨¢ximos hist¨®ricos. Porque en Ferraz y Blanquer¨ªas (y tambi¨¦n en las sedes de los otros partidos de oposici¨®n m¨¢s minoritarios) debe existir la suficiente materia gris -no hace falta mucha- para comprender que moverle la silla a Rita Barber¨¢ en la ciudad de Valencia es tarea ardua donde las haya. Si nunca se debe menospreciar al enemigo pol¨ªtico, caer en ese error con Rita Barber¨¢ es tan miope como suicida. No es ahora y aqu¨ª el momento ni el lugar de hacer un bosquejo elemental de los porqu¨¦s de la innegable magn¨ªfica imagen p¨²blica que exhibe sin rubor nuestra alcaldesa. Es cierto que, en 1991, las luchas tribales en el seno del PSPV-PSOE tuvieron bastante que ver con su ¨¦xito electoral. Pero, desde entonces, su imagen p¨²blica ha ido consolid¨¢ndose gracias a una afortunada combinaci¨®n de dotes naturales y un estudiado populismo, perfectamente compatible con el car¨¢cter profundamente conservador del personaje.
Y, visto el percal, "recortar" distancias exige hacer justo todo lo contrario de lo que se ha hecho. Yo no confiar¨ªa demasiado, por si las moscas, en la ley del p¨¦ndulo, el cansancio del personal y los vientos que aparentemente soplan a favor de la "alternativa". Y en ausencia de factores ex¨®genos de ¨¦ste tipo, a Rita Barber¨¢ s¨®lo le puede hacer mella un (o una) contrincante de probada buena imagen y con excelentes dotes de comunicador . Un contrincante que haya sido "nominado" un par de a?os antes de las elecciones, que cuente con un equipo solvente de apoyo -no asesores ficticios a los que se "premia" su fidelidad al partido- y que lleve en el maj¨ªn y en la cartera tanto una cr¨ªtica bien elaborada de los flancos d¨¦biles de la gesti¨®n (haberlos, haylos) como, sobretodo, propuestas innovadoras (nada f¨¢ciles de formular y evaluar) que respondan a la complejidad creciente de la sociedad. Limitarse al tradicional discurso -por muy veraz que sea- de la productiva connivencia entre intereses econ¨®micos y pol¨ªticos y a la necesidad de una mayor equidad sirve para bien poco.
Si tanto nos jugamos los que nunca hemos votado a la derecha (que no somos cuatro) y si "recortar" diferencias parece exigir la imagen y el contenido que hemos esbozado, lo acaecido es de juzgado de guardia. Ni la elecci¨®n del contrincante, ni la tard¨ªa nominaci¨®n, ni -ojal¨¢ me equivoque- el impacto en la opini¨®n p¨²blica de las nuevas propuestas van a permitir alcanzar el objetivo. Y que , en nombre de la "autonom¨ªa" y de la "democracia interna", un escaso dos por mil de la poblaci¨®n (los militantes "de pago" del PSPV-PSOE) decidan con criterios "org¨¢nicos" que vamos a volver a perder es algo que tiene muy poca gracia. Con el agravante de que los damnificados no podemos pedir una compensaci¨®n por tanto desprop¨®sito. Y es dif¨ªcil de justificar la pasividad de los ¨®rganos de direcci¨®n estatales y auton¨®micos. Si la cosa es seria, la respuesta debe serlo aunque sea a costa de "hacer amigos". No era tan dif¨ªcil haber adaptado la experiencia de Maragall, que ha sido lo ¨²nico interesante y novedoso que, en t¨¦rminos de innovaci¨®n de la vetusta pol¨ªtica de siempre, ha sucedido por estos pagos. La izquierda dividida, los "independientes" sin cauce ni cobijo, el principal partido de la oposici¨®n haciendo las cosas tarde y mal... Bonito panorama.
A veces da la sensaci¨®n de que se ha enquistado una moral de derrota. No se est¨¢ tan mal en la oposici¨®n... Nada que objetar salvo que los votantes de izquierda tenemos derecho a una representaci¨®n m¨¢s competitiva. Y si Rita mantiene la diferencia y de retruc, seguimos teniendo un gobierno de derechas en el Pa¨ªs y en Espa?a, por favor, dimitan todos y ya refundaremos algo para el 2007.
Supongo que estas reflexiones son pol¨ªticamente incorrectas, que supone dar armas al enemigo y que har¨¦ alg¨²n que otro amigo. Pero creo que algunos lectores compartir¨¢n mi opini¨®n y ojal¨¢ sirvan estas l¨ªneas para que el "?Hay alguien ah¨ª¨ª¨ª¨ª...?", obtenga respuesta y ahora o a la pr¨®xima podamos cambiar de tercio, que ya va siendo hora.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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