Ya se duchaban
"Su abuelo ya se duchaba", escribi¨® una vez Manuel Vicent para indicar que alguien no era un Don Nadie. Pero el presidente del Tribunal Constitucional ha llevado la imagen demasiado lejos al establecer como pauta de historicidad que en Granada ya hab¨ªa fuentes de colores cuando en otras partes "ni siquiera sab¨ªan asearse". Lo dijo para desautorizar la distinci¨®n entre comunidades hist¨®ricas y las otras, lo que ha provocado la esperable tormenta. Resulta del todo improcedente que el presidente del organismo encargado de dirimir conflictos territoriales se meta en esos jardines. Sin embargo, merec¨ªa una respuesta algo m¨¢s matizada que la acusaci¨®n de xenofobia o de vulnerar la Constituci¨®n, incluyendo la amenaza de boicotear la conmemoraci¨®n de su 25 aniversario.
La Constituci¨®n no habla de comunidades hist¨®ricas. Ese t¨¦rmino fue introducido, desde el periodismo, en referencia a las comunidades aludidas en la disposici¨®n transitoria segunda, que establece la posibilidad de acceso a la autonom¨ªa por la v¨ªa r¨¢pida, la del art¨ªculo 151, para aquellos territorios que "en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de Estatuto". Es decir, Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Galicia. Todo el mundo entendi¨® que se trataba de una proyecci¨®n, sin decirlo, de la distinci¨®n entre nacionalidades y regiones que aparece -sin especificar qu¨¦ criterios permiten distinguir a las unas de las otras- en el art¨ªculo 2. La identificaci¨®n entre nacionalidad y haber refrendado su Estatuto es en s¨ª misma arbitraria. Fue el levantamiento franquista lo que impidi¨® que avanzaran los procesos de elaboraci¨®n de los suyos que se hab¨ªan iniciado en Valencia, Arag¨®n, Andaluc¨ªa, Castilla y Le¨®n, Canarias, Baleares, Asturias y Extremadura.
La referencia a una lengua propia como hecho diferencial es m¨¢s consistente, pero no es del todo inmune a la pol¨¦mica: por ejemplo, hay m¨¢s valencianos o baleares que hablan su lengua que vascos que entiendan una sola palabra de euskera. Por ello, tal vez lo m¨¢s prudente sea atenerse al criterio (invocado ir¨®nicamente por Miquel Roca en alguna ocasi¨®n) seg¨²n el cual el m¨¢s claro hecho diferencial de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco es que en esos territorios las elecciones auton¨®micas las suelen ganar los partidos nacionalistas.
Pero entonces, ?qu¨¦ pasa con Galicia? All¨ª las suele ganar el partido menos nacionalista de Espa?a. Hasta ahora. Las torpezas del PP en la crisis del Prestige, incluyendo la de identificar a Nunca M¨¢is, plataforma en la que se reconocen gentes de diversas lealtades, con el BNG, que ha acabado aglutinando a todo el nacionalismo gallego, puede ser el factor que faltaba para que ese partido alcance una posici¨®n similar a la de CiU en Catalu?a o el PNV en Euskadi. Con la paradoja a?adida de que justamente ahora es posible que en esas dos nacionalidades deje de haber mayor¨ªa nacionalista.
?Tambi¨¦n en Euskadi? El ex lehendakari Ardanza ha revelado estos d¨ªas (en Radio Euskadi, 14-1-03) que a mediados de los 90 la Mesa de Ajuria Enea fue sensible a los argumentos del PP sobre la necesidad de cambiar de pol¨ªtica antiterrorista. Sobre todo, de acabar con la sensaci¨®n de impunidad que suscitaba en el mundo de ETA mantener indefinidamente abierta la puerta de la negociaci¨®n, con oferta de reinserci¨®n incluida. "Tal vez no les faltaba raz¨®n", admite ahora Ardanza, por lo que, cuando el PP gan¨® las elecciones, se les plante¨® darles la oportunidad de resolver el problema en "cuatro o seis a?os", por la v¨ªa de la "firmeza desde el punto de vista de la polic¨ªa y de la justicia", de forma que si no lo resolv¨ªan se volver¨ªa "ya definitivamente a los esquemas anteriores".
Ese plazo no se respet¨®. En el verano de 1998 los nacionalistas firmaban con ETA un acuerdo secreto cuya proyecci¨®n p¨²blica fue el Pacto de Lizarra. ?Qu¨¦ hab¨ªa pasado en el intermedio? Pues que la movilizaci¨®n de Ermua alert¨® al PNV del riesgo de perder la mayor¨ªa (y todo lo que de ella pende), y decidi¨® cambiar de pol¨ªtica para evitarlo. Abandon¨® el Estatuto para abrazar el soberanismo como v¨ªa de atraerse el respaldo de HB, o directamente sus votos, y poder seguir gobernando. Al precio de romper el consenso pero contando con la inferioridad de condiciones de sus rivales, cuyos m¨ªtines y sedes han sido expresamente consideradas "objetivo militar" por ETA. Eso s¨ª que es vulnerar la Constituci¨®n, por lo que no es sorprendente que los constitucionalistas vascos vayan a celebrar este fin de semana, en Bilbao y por iniciativa del colectivo ?Basta Ya!, el primer homenaje a la Carta Magna en el a?o de sus bodas de plata.
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