Sobre la guerra

Ahora se comprende mejor por qu¨¦ Aznar se resiste a comparecer ante el Congreso para fijar la posici¨®n del Gobierno ante el posible conflicto con Irak: teme que sus anteriores pronunciamientos, tan rotundos, y sus exigencias de id¨¦ntica rotundidad a la oposici¨®n, le sean recordados ahora, cuando quiere esperar y ver. La comparecencia de la ministra Palacio ante la Comisi¨®n de Exteriores confirm¨® que existe un riesgo real de ruptura del consenso interno en pol¨ªtica exterior. Ello hace a¨²n m¨¢s necesario que sea el jefe del Gobierno quien defienda ante el Parlamento la posici¨®n de Espa?a.

La posibilidad de que Sadam posea armas de destrucci¨®n masiva y sus vinculaciones con el terrorismo fueron las motivaciones esgrimidas en su momento por Bush para justificar una intervenci¨®n en Irak. Una intervenci¨®n no en respuesta a una agresi¨®n, sino para evitarla. De acuerdo con esa l¨®gica de guerra preventiva, Bush ha dejado claro que preferir¨ªa contar con la legitimaci¨®n de Naciones Unidas, pero que habr¨¢ intervenci¨®n en todo caso. Como ese planteamiento es rechazado por buena parte de las opiniones p¨²blicas, el argumento ha virado: la intervenci¨®n se justificar¨ªa como respuesta al incumplimiento durante doce a?os de las resoluciones de la ONU que siguieron a la derrota de Sadam en la guerra del Golfo.

?sa fue la l¨ªnea seguida ayer por la ministra, aunque insisti¨® en la necesidad de agotar las v¨ªas diplom¨¢ticas y consider¨® improcedente cualquier pronunciamiento sobre la actitud de Espa?a antes de conocer el resultado de la reuni¨®n del Consejo de Seguridad del d¨ªa 27. El portavoz socialista, Manuel Mar¨ªn, consider¨® contradictoria esa actitud con el alineamiento en la OTAN con quienes son partidarios de preparar ya planes de contingencia.

La ministra se neg¨® a responder a la cuesti¨®n capital de cu¨¢l ser¨ªa la actitud del Gobierno ante una intervenci¨®n unilateral de EE UU o ante la eventual petici¨®n de una ampliaci¨®n de plazo por parte de los inspectores. Por lo que se ve, los diputados espa?oles no tienen derecho a o¨ªr de boca del Gobierno lo que ya sabe la Casa Blanca y que ayer pregon¨® su portavoz, Ari Fleisher: que en caso de guerra Estados Unidos puede contar, ocurra lo que ocurra en la ONU, con el apoyo militar de Espa?a.

La prudencia de la ministra es, por otra parte, contradictoria con las actitudes de Aznar. El 14 de septiembre, por ejemplo, reproch¨® a Zapatero limitarse a defender un pronunciamiento de la ONU sin decir "qu¨¦ le gustar¨ªa que decidiera el Consejo de Seguridad". Y de regreso de su visita a Bush alarde¨® de haberle comunicado la clara posici¨®n de Espa?a sobre el asunto: algo que a¨²n no ha hecho ante el Congreso. El argumento de m¨¢s peso de los manejados por el Gobierno fue que en la fase actual de presi¨®n hay que mantener sin fisuras la amenaza de intervenci¨®n, porque es lo ¨²nico que puede convencerle de que cumpla las condiciones que evitar¨ªan la guerra. ?Por qu¨¦ no se presenta entonces Aznar en el Congreso para intentar convencer de ello a quienes, seg¨²n la ministra, comparten lo esencial: la necesidad de desarmar al r¨¦gimen de Sadam?