Mossos y prepotencia
En alguna de nuestras ciudades o pueblos se pueden encontrar hoy pintadas que rezan as¨ª: "Que torni la Gu¨¤rdia Civil". Me duelen estos exabruptos desde una firme convicci¨®n democr¨¢tica, constitucional y catalanista. Soy de los que llevan a?os, desde la ¨¦poca de la clandestinidad, so?ando en la consolidaci¨®n de una polic¨ªa catalana, de los Mossos, como expresi¨®n del avance del autogobierno. Algunas cosas est¨¢n fallando en el proceso de despliegue e implantaci¨®n de la polic¨ªa, dentro de las l¨®gicas dificultades que comporta instaurar un modelo nuevo sobre una realidad preexistente harto compleja.
Hay en Catalu?a como m¨ªnimo cuatro cuerpos distintos de fuerzas de seguridad, cantidad que podr¨ªamos ampliar si a?adi¨¦semos algunos cuerpos espec¨ªficos en sentido territorial o sectorial (como los efectivos portuarios). La supervivencia de tal disparidad, fruto de la visi¨®n centralista de los diversos gobiernos espa?oles, del color que fuesen, genera en s¨ª misma descoordinaci¨®n e ineficiencia.
Otra dimensi¨®n de la absurda complicaci¨®n es la proliferaci¨®n de la privatizaci¨®n de la seguridad. Quiz¨¢ llegar¨ªamos a m¨¢s que duplicar el recuento en cuanto a efectivos si incluimos las distintas empresas de guardias privados de seguridad. El ¨²ltimo bot¨®n de muestra lo tenemos en la reciente noticia sobre el concurso anunciado desde la Sindicatura de Greuges para proveerse de polic¨ªa privada.
Ya en el a?o 1984 se celebr¨® en el Parlament un debate sobre el modelo policial para Catalu?a. Se suscit¨® a ra¨ªz de unos graves incidentes que se produjeron en La Rambla barcelonesa, cuando los cuerpos de seguridad desmantelaron con inusitada violencia tenderetes c¨ªvicos, en concreto algunos de car¨¢cter feminista, que exhib¨ªan sus ideas y productos a los paseantes. Ya entonces se plante¨® el horizonte de una sola polic¨ªa en Catalu?a.
No se trataba de establecer de golpe y porrazo un solo cuerpo de efectivos. Esto ser¨ªa inconstitucional (hay competencias reservadas a las fuerzas del Estado, como son las fronteras y las aduanas) y poco respetuoso con realidades tan enraizadas y escasas como las de las polic¨ªas locales. Se trataba, y contin¨²a trat¨¢ndose porque el asunto est¨¢ igualmente por resolver, de ganar en eficacia, coordinaci¨®n, eficiencia y ahorro de recursos p¨²blicos, obviamente sin menoscabo, todo lo contrario, de la calidad de la seguridad ciudadana. Que conste que me estoy refiriendo exclusivamente a la dimensi¨®n policial de la seguridad, la cual a mi entender no es la m¨¢s importante.
Se avanzar¨ªa hacia aquellos objetivos si de verdad existiese un mando unificado de cooperaci¨®n, operativo en lo cotidiano, con el total respeto y confianza de las diversas administraciones, y si adem¨¢s se facilitase y promoviese, en las mejores condiciones, la progresiva implantaci¨®n de los Mossos como polic¨ªa de Catalu?a.
Se han cometido algunos errores de bulto que est¨¢n en el sustrato de las quejas aludidas inicialmente. Se ha confundido el concepto de Junta de Seguridad, entendido como un ¨¢mbito de negociaci¨®n, cuando no de reivindicaci¨®n, en vez de dar prioridad al de coordinaci¨®n. Se ha menospreciado, tanto por parte de la Administraci¨®n espa?ola como de la catalana, a las autoridades locales en las tareas de coordinaci¨®n y mando sobre los efectivos. Los alcaldes deber¨ªan ser, de verdad, la m¨¢xima autoridad sobre seguridad en su t¨¦rmino.
Se ha dificultado de forma ideol¨®gicamente partidista o nacionalista, espa?ola o catalana, seg¨²n desde qu¨¦ bando se contemple, el proceso de integraci¨®n de efectivos de los cuerpos del Estado en la polic¨ªa catalana. Es absurdo constatar las estrechez de los cupos de integraci¨®n cuando exist¨ªa una escasez de provisi¨®n de mossos en relaci¨®n con las necesidades de los servicios que se deb¨ªa asumir. No estuvo bien planteada la integraci¨®n de guardias civiles o polic¨ªas nacionales en las promociones de mossos, especialmente de quienes llevaban muchos a?os de residencia en Catalu?a. Pod¨ªan haberse impulsado programas de inserci¨®n de aquellos efectivos a la realidad auton¨®mica catalana. Y ahora se nota el retroceso que significa el hecho de no poder contar con la experiencia y los conocimientos y la experiencia acumulada de los efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado.
Durante todos estos a?os, y tambi¨¦n en parte fruto de lo anterior, no hemos conseguido instaurar una clara concepci¨®n pol¨ªtica de polic¨ªa catalana. Y ello se agrava ante las carencias de profesionalidad que se notan en determinados cargos administrativos y de confianza de las direcciones donde se elaboran las pol¨ªticas de seguridad catalana.
Quiz¨¢ donde m¨¢s se ha notado ha sido cuando no se supieron reorientar, desde el principio, actitudes prepotentes de mossos, creyendo que as¨ª se iba a conseguir que la gente les tuviera m¨¢s en cuenta como polic¨ªa y les respetara. Si bien es verdad que se pod¨ªa dar una actitud de personas que ante lo nuevo pusieran en duda la autoridad, no es a trav¨¦s de la prepotencia o el abuso y excesivo rigor del control (como sucede en algunas comarcas en cuestiones de tr¨¢fico) como se consigue el respeto.
En estos momentos quiz¨¢ el problema principal est¨¦ en la falta de previsi¨®n por parte de ambas administraciones responsables, la del Estado y la de la Generalitat, sobre el despliegue de los mossos en todo el territorio de Catalu?a como polic¨ªa a todos los efectos, no s¨®lo de tr¨¢fico. Esto es especialmente grave en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona y en algunas zonas de las comarcas de Tarragona. Unos se van (los cuerpos del Estado) y otros no llegan (los Mossos). Se trata de las comarcas con mayor densidad de poblaci¨®n y por tanto con mayores ¨ªndices de problem¨¢ticas de seguridad.
No creo que la soluci¨®n est¨¦ en forzar la m¨¢quina de la formaci¨®n policial acelerando la salida de promociones incluso con el riesgo de bajar el nivel. Al contrario, deber¨ªa subirse el nivel de formaci¨®n policial en una sociedad tan compleja en la que el polic¨ªa deber¨ªa ir asumiendo un mayor papel de servidor de la ciudadan¨ªa y de colaboraci¨®n en el tratamiento de las grietas sociales.
Rafael Rib¨®, presidente del grupo de ICV en el Parlament.
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