La casiguerra
Habr¨ªa que inventar un t¨¦rmino para la absurda etapa belicosa que estamos viviendo. Todo este encocore y pavoneo, esta ostentaci¨®n de una amenaza inminente se est¨¢ convirtiendo en una situaci¨®n estable que podr¨ªamos tal vez denominar la casiguerra. Obviamente es mejor casiguerrear que bombardear, pero aun as¨ª es una ¨¦poca nefasta. Porque las guerras destrozan los cuerpos, pero las casiguerras laminan los cerebros.
Lo ¨²nico que s¨¦ de la guerra viene de los testimonios de quienes la han sufrido. Y en su vasta mayor¨ªa son estremecedores: la guerra es un horror sin paliativos, los que mueren y matan en el conflicto a menudo no saben por qu¨¦ lo hacen, las razones de los enfrentamientos suelen ser fr¨ªas y mezquinas rencillas de poder. Sin duda es muy f¨¢cil estar a favor de la guerra desde un bar, como quien juega al Risk; pero la vida real no es un entretenimiento de estrategas, sino un lugar sombr¨ªo y humeante lleno de ni?os mutilados y vientres eviscerados por las bombas.
Claro que tambi¨¦n existen otros testimonios. Como el del fil¨®logo jud¨ªo Victor Klemperer que, habiendo sobrevivido de milagro al exterminio de los nazis, contemplaba al final de la Segunda Guerra Mundial, escondido en un bosque, c¨®mo los aliados bombardeaban la ciudad de Plauen; y ¨¦l, que se sent¨ªa muy alem¨¢n, lloraba por la ciudad y, al mismo tiempo, daba las gracias por esa incursi¨®n b¨¦lica que estaba acabando con el infierno de Hitler. Quiero decir que tambi¨¦n es muy f¨¢cil bramar contra la guerra desde un bar; pero la vida real no es un gratificante alarde de esc¨¢ndalo moral, sino un lugar complejo y contradictorio en donde a menudo no es posible escoger lo mejor, o lo menos malo, sin hacer da?o. Como la duda razonable nunca debe paralizar tu capacidad de decisi¨®n (porque, si t¨² no decides, otros lo hacen por ti), desde luego yo me opongo a esta guerra concreta contra Irak, pero tengo mis reservas y me siento confusa, mientras que a mi alrededor parece que la gente lo tiene todo clar¨ªsimo. Ni una ligera vacilaci¨®n agita los cerebros de los belicistas o los antibelicistas. Tanta certidumbre da un poco de miedo: a lo peor la casiguerra nos est¨¢ simplificando y por tanto empobreciendo el pensamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.