Esperar sin alarmismos
Justificar que alguien espere para recibir asistencia sanitaria es una tarea que pol¨ªticamente resulta dif¨ªcil de asumir.
D¨ªas pasados el Servicio Andaluz de Salud (SAS) hac¨ªa p¨²blicos los datos de espera quir¨²rgica en nuestra Comunidad, situando la demora media en nuestros hospitales p¨²blicos en 62 d¨ªas.
?Es este un dato alarmante?. Lo ser¨ªa, evidentemente, para quien ingresase en un centro sanitario aquejado de una dolencia quir¨²rgica grave, que por razones obvias necesitase de un tratamiento de urgencia.
Sin embargo, hay que decir que, afortunadamente, a¨²n soportando carencias de personal, material e infraestructuras, nuestros hospitales p¨²blicos atienden con inmediatez a este tipo de enfermos, contando para ello con un personal sanitario altamente cualificado.
Alarmante, tambi¨¦n, para quienes no sufriendo un riesgo inmediato sus vidas, s¨ª ver¨ªan estas limitadas en funci¨®n de la rapidez con la que se afronte quir¨²rgicamente su enfermedad.
Mi experiencia hospitalaria me indica que este tipo de enfermos, muchos de ellos oncol¨®gicos, reciben una asistencia as¨ªmismo adecuada.
Preocupante lo es el dato para quienes sin estar incluidos en los par¨¢metros anteriores, deben soportar importantes limitaciones de car¨¢cter laboral, social, familiar o personal por el hecho de no ver resuelto quir¨²rgicamente un proceso que en muchos casos les invalida para la realizaci¨®n de ese tipo de actividades o simplemente les produce efectos perversos en su propio estado f¨ªsico o emocional.
Molesto es el dato, por ¨²ltimo, para aquellos otros que pudiendo dilatar en el tiempo una intervenci¨®n quir¨²rgica que podr¨ªamos denominar como menor, han tomado la decisi¨®n de someterse a ella.
Por tanto, el dato, como todos los datos, tiene siempre un valor relativo, m¨¢xime en este caso cuando la subjetividad est¨¢ muy presente en el enfermo, que es fundamentalmente el que sufre las consecuencias de toda demora de asistencia.
Mucho m¨¢s interesante me parecen los datos, que desconozco o no se hacen p¨²blicos, referentes al espacio de tiempo que transcurre entre que un enfermo asiste a su m¨¦dico de cabecera y recibe el alta m¨¦dica en un servicio cl¨ªnico o quir¨²rgico, teniendo en cuenta, evidentemente, la cualidad de cada proceso patol¨®gico y de aquellos factores externos al Sistema que pudieran influir en el mismo.
Lo cierto es que si observamos objetivamente las cifras de demora que ofrecen los distintos Servicios de Salud de las Comunidades Aut¨®nomas -ya todas con la gesti¨®n sanitaria transferida-, veremos que los datos no difieren sustancialmente de unas a otras, con variaciones debidas m¨¢s a las disponibilidades de camas y medios humanos que a modelos de gesti¨®n, todos ellos muy parecidos entre s¨ª.
Ello no puede representar, en ning¨²n caso, un sedante con el que adormecer una conciencia pol¨ªtica que debe mantenerse despierta ante un evidente d¨¦ficit que se debe corregir.
Pero tampoco puede llevarnos a un alarmismo que nos sirva de veh¨ªculo de agresi¨®n hacia los responsables pol¨ªticos de nuestro Sistema Nacional de Salud.
No resulta en modo alguno f¨¢cil rebajar sustancialmente las demoras quir¨²rgicas, si bien no es menos cierto que en los ¨²ltimos a?os se ha producido avances importantes en el SAS, como en otros servicios de Salud gestionados por fuerzas pol¨ªticas de distinto signo, no s¨®lo en el sentido de reducir estas cifras, sino de ofrecer garant¨ªas adicionales que permitan al ciudadano ser atendido en la sanidad privada, sin coste adicional alguno, en el caso de no poderlo ser en la p¨²blica.
No olvidemos que el dimensionamiento de las infraestructuras sanitarias debe hacerse desde la racionalidad, nunca desde el electoralismo, ajust¨¢ndose para ello a los condicionantes que imponen unos recursos sanitarios limitados.
Se est¨¢ innovando en los procedimientos de gesti¨®n, para hacer frente a los par¨¢metros de eficacia y eficiencia que deben estar presentes en todo Servicio de Salud; se ha afrontado, con resultados no siempre satisfactorios, una pol¨ªtica farmac¨¦utica que lleve el gasto a cifras m¨¢s asequibles; se ponen en pr¨¢ctica, t¨ªmidamente es cierto, campa?as preventivas e informativas que dilaten o mitiguen la aparici¨®n de enfermedades en la poblaci¨®n; y queda avanzar a¨²n mucho m¨¢s en pol¨ªticas de personal que mejoren el grado de motivaci¨®n del mismo y sus condiciones laborales y salariales.
Todo ello con el objetivo de garantizar la solidaridad de un sistema que debe serlo con el enfermo -con cada tipo de enfermo, en funci¨®n de sus necesidades-, con el profesional y con la sociedad en general de la que se nutre.
Lo que a¨²n no llego a entender es a quien se le ocurrir¨ªa la "brillante" idea de sugerirle al presidente de la Junta, Manuel Chaves, que su compromiso electoral en el 2000 se centrase, en materia sanitaria, en prometer que nuestros hospitales p¨²blicos s¨®lo tendr¨ªan habitaciones con una cama.
Imaginense, si ello fuera as¨ª, qu¨¦ niveles alcanzar¨ªan ahora las cifras de la lista de espera quir¨²rgica.
Enrique Bellido Mu?oz es senador y ex presidente de la Comisi¨®n de Sanidad de la C¨¢mara Alta
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