Un parque para el progreso
El siglo XXI que acabamos de iniciar, nos sit¨²a ante el hecho de que la ciencia, el conocimiento, no pueden compartimentarse. Los problemas a los que hoy nos enfrentamos demandan soluciones que requieren la conjunci¨®n de muy diversos conocimientos y experiencias. De acuerdo con esta idea, en los a?os ochenta del pasado siglo la Universitat de Val¨¨ncia impuls¨® la creaci¨®n de diversos institutos universitarios, dot¨¢ndolos de un car¨¢cter interdisciplinar, con el convencimiento de que su potencial cient¨ªfico y tecnol¨®gico podr¨ªa aprovecharse de un modo m¨¢s eficiente, tanto en beneficio del propio progreso del conocimiento como del de la sociedad. A finales de la d¨¦cada de los noventa, nuestra universidad ubic¨® una parte importante de sus institutos, junto a otros del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y centros mixtos de ambas instituciones, en un nuevo espacio dedicado a la investigaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica. El lugar escogido es un espacio estrat¨¦gicamente situado por su proximidad al Campus Cient¨ªfico y Tecnol¨®gico de la Universitat en Burjassot, por un lado y por su cercan¨ªa al Parque Tecnol¨®gico de la Generalitat Valenciana en Paterna, por otro lado. Sin embargo, la tromba de agua que cay¨® sobre Valencia en la madrugada del 20 de septiembre de 2001, inund¨® gran parte de las instalaciones y dependencias de estos institutos, interrumpiendo las tareas de investigaci¨®n y provocando numerosas p¨¦rdidas materiales y cient¨ªficas. Afortunadamente, un a?o despu¨¦s, dos nuevos edificios, construidos en un tiempo r¨¦cord en una parcela contigua, albergan ya las instalaciones y laboratorios de los institutos de investigaci¨®n afectados por las inundaciones. As¨ª, haciendo de la necesidad virtud, hoy la Universitat y el CSIC disponen de un conjunto de edificios interconectados, donde se ubican el Instituto de F¨ªsica Corpuscular (IFIC), el Instituto de Agroqu¨ªmica y Tecnolog¨ªa de Alimentos (IATA), el Instituto "Cavanilles" de Biodiversidad y Biolog¨ªa Evolutiva, el Instituto de Ciencia de los Materiales y el Instituto de Rob¨®tica. Junto a ellos se extiende un pol¨ªgono de suelo, con una superficie superior a los 200.000 metros cuadrados, cedido hace un a?o por el Gobierno valenciano a nuestra universidad, que albergar¨¢ la ampliaci¨®n del Parque Cient¨ªfico Burjassot-Paterna, que los investigadores demandamos y la sociedad valenciana necesita. Un parque que, junto a los institutos de investigaci¨®n citados, deber¨¢ acoger las instalaciones del Instituto de Ciencia Molecular, del Centro de Tecnolog¨ªa de Aceleradores, del Centro de Gen¨®mica y Prote¨®mica, del centro Resonancia Magn¨¦tica Nuclear de Altas Prestaciones (RMN) y tambi¨¦n un vivero de empresas que hagan del conocimiento cient¨ªfico el valor a?adido de su rentabilidad. El desarrollo de estos nuevos proyectos exige recursos importantes, que nuestra Universidad debe conseguir de aquellas fuentes de financiaci¨®n espec¨ªficas del Gobierno central y del Gobierno auton¨®mico (Fondos FEDER, Programa de Parques Cient¨ªficos, dotaciones de infraestructuras, etc.). Tras la inauguraci¨®n de los nuevos de institutos de investigaci¨®n el pasado 24 de enero, el embri¨®n de ese gran parque cient¨ªfico es ya una realidad. Los nuevos centros tienen unas instalaciones espl¨¦ndidas. En dimensi¨®n y equipamiento se sit¨²an entre los centros m¨¢s avanzados de nuestro pa¨ªs. Para nosotros, los cient¨ªficos, suponen un reto, un est¨ªmulo para trabajar m¨¢s y mejor. Si bien, por otra parte, a los gestores universitarios nos imponen m¨¢s necesidades y un mayor esfuerzo econ¨®mico para su mantenimiento. Pero, a pesar de la enorme importancia de las infraestructuras y equipamientos, no podemos olvidar que la investigaci¨®n la realizan personas, hombres y mujeres que dedican su vida a ello. Por dicha raz¨®n, deber¨ªamos conseguir los medios para que esas magn¨ªficas instalaciones, adem¨¢s de ser utilizadas por investigadores experimentados, est¨¦n sobre todo llenas de j¨®venes que inician su aventura en el mundo de la ciencia y de la investigaci¨®n. Es conocido que los recursos que nuestro pa¨ªs aplica a la investigaci¨®n y el desarrollo (I+D) se encuentran por debajo de la media de la UE y que, por tanto, debe hacerse el esfuerzo econ¨®mico necesario para ir disminuyendo esta diferencia. Es tambi¨¦n conocido que el n¨²mero de investigadores del sistema de I+D espa?ol debiera doblarse tambi¨¦n para aproximarnos a la media europea por habitante. Por ello, debemos dejar de lado esa idea, desgraciadamente tan extendida, seg¨²n la cual el inicio en la investigaci¨®n de nuestros j¨®venes debe hacerse en las condiciones de precariedad en que hoy tiene lugar, tanto en lo que respecta a retribuciones como a protecci¨®n social de los mismos. No tenemos derecho a cercenar la ilusi¨®n con la que nuestros j¨®venes acuden a iniciarse en las tareas investigadoras: en primer lugar, por ellos mismos, pero sobre todo, porque en sus manos est¨¢ el futuro del conocimiento y, por lo tanto, los pr¨®ximos avances de la ciencia, el progreso de nuestra sociedad.
Francisco Tom¨¢s es rector de la Universitat de Val¨¨ncia
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