Peque?o formato
Los Lieder que Wagner escribi¨® sobre textos de Mathilde Wesendock sirvieron a Ana Mar¨ªa S¨¢nchez para exhibir una voz cuya amplitud y timbre permiten divisar la evoluci¨®n hacia el repertorio dram¨¢tico. Poderosa, por ejemplo, en Schmerzen, y oscura de color en Der Engel, s¨®lo cierto exceso en el vibrato pudo empa?ar la valoraci¨®n de lo que es el instrumento en s¨ª mismo. M¨¢s discutible result¨®, sin embargo, el enfoque que, como int¨¦rprete, dio a este peque?o ciclo. Los Wesendock Lieder son, de hecho, un ensayo para el Trist¨¢n, que ya se estaba gestando. Y ello hubiera debido evidenciarse m¨¢s en la versi¨®n del s¨¢bado, as¨ª como un concepto globalizador de lo que es la obra en su conjunto. Como excusa puede aducirse que, a pesar de estar escritos originalmente para voz y piano, el acompa?amiento orquestal (que es el m¨¢s frecuente) permite un apoyo m¨¢s fluido y una atm¨®sfera m¨¢s wagneriana.
Ciclo de Lied
Ana Mar¨ªa S¨¢nchez, soprano. Enrique P¨¦rez de Guzm¨¢n, piano. Obras de Wagner, Verdi, Granados, Toldr¨¤ y Turina. Palau de la M¨²sica. Valencia, 1 de febrero de 2003.
Situar a continuaci¨®n en el programa la Muerte de Isolda hubiera sido lo m¨¢s l¨®gico del mundo... si se hubiera cantado. Pero se dio en la transcripci¨®n que hizo Liszt para piano solo. Estas par¨¢frasis pian¨ªsticas de fragmentos de ¨®pera tuvieron anta?o su sentido para dar a conocer p¨¢ginas importantes a las que, en su versi¨®n original, s¨®lo ten¨ªan acceso las clases privilegiadas de ciudades privilegiadas (con teatros de ¨®pera). Hoy en d¨ªa, gracias al disco, y aunque vengan de la mano de Liszt, representan s¨®lo una curiosidad para estudiosos. No puede -ni debe- escucharse el Trist¨¢n sin violines. Y sin voces. Porque ni el mejor de los pianistas consigue hacerlo digerible.
Volvi¨® luego la soprano para abordar cuatro canciones de c¨¢mara de Verdi, y de nuevo le sobraron medios en cuanto a extensi¨®n, proyecci¨®n y anchura. Pero le falt¨® otra vez cierto poder de comunicaci¨®n. No consigui¨® conmovernos con el pobrecillo que pide limosna (Il poveretto) o convencernos de las delicias del vino (Brindisi). En el repertorio espa?ol (Granados, Toldr¨¢ y Turina) hizo gala de inteligencia, pero se qued¨® corta en cuanto a expresi¨®n e, incluso, picard¨ªa. Eso s¨ª: result¨® apabullante en lo que a t¨¦cnica se refiere.
Ana Mar¨ªa S¨¢nchez parece manejarse mejor en el gran formato de la ¨®pera, y el p¨²blico valenciano la ha aplaudido con sobrada raz¨®n en Electra, Maror, Don Giovanni, Don Carlo... Pero en el peque?o universo del Lied o de la canci¨®n, all¨¢ donde se demanda una atenci¨®n m¨¢s minuciosa al fraseo y a la forma de decir cada palabra, se muestra -de momento- algo m¨¢s limitada. De los seis bises que regal¨®, resultaron especialmente destacables el de Massenet, que son¨® totalmente c¨¢lido y convincente, el precios¨ªsimo fado de Ernesto Halffter, dicho con toda la emoci¨®n del mundo, y el tango de la Gran Via (apto s¨®lo para amantes de la zarzuela), toda una demostraci¨®n de poder¨ªo sobre los requerimientos de la partitura.
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