Del vertedero a la Universidad
Un cura argentino y casi futbolista, apoyado por Manos Unidas, transforma la vida de un barrio m¨ªsero en Madagascar
No hay mejor ventana para comprender la miseria que un vertedero. Cuando en 1989 se asom¨® al de Antananarivo (ciudad donde hoy viven 1,3 de los 16 millones de habitantes de Madagascar), Pedro Opeka, que ven¨ªa de trabajar 15 a?os en la selva como misionero de San Vicente de Pa¨²l, entendi¨® que aquel infierno era su aut¨¦ntico destino. Miles de personas se agred¨ªan y hacinaban en busca de desperdicios, y cavaban en la inmundicia galer¨ªas que a menudo ca¨ªan a plomo sobre la gente. "Cuando met¨ª la pata en el vertedero, no sab¨ªa que realmente la met¨ªa en los palacios gubernamentales de Madagascar y de Europa: todo estaba y est¨¢ relacionado", ironiza Opeka, de 54 a?os, nacido en Argentina y, como ¨¦l dice, renacido en Madagascar en 1970.
Opeka particip¨® ayer en la presentaci¨®n de la campa?a El desarrollo, camino para la paz, de Manos Unidas, que apoya su labor de misionero al frente de la asociaci¨®n Akamasoa (Los Buenos Amigos), que ha cambiado las vidas de 16.000 malgaches. "La meta es que esas gentes sean autosuficientes en 2006", dice Opeka.
Hijo de alba?il esloveno emigrado, el joven Opeka quer¨ªa ser el primer futbolista sacerdote en Argentina. Acab¨® si¨¦ndolo en Madagascar. Los pies le valen a¨²n para hacer amigos, formar equipos con los ni?os y lanzar golpes francos, y las manos desde el principio le sirvieron para trabajar en el arrozal o construir casas y escuelas. "En ?frica no hace falta palabrer¨ªa ni papeler¨ªo, sino actuar, dar ejemplo. Uno tiene que pasar lo que pasa la gente", dice.
Hoy el barrio del vertedero es un orgullo. Se han construido 3.000 viviendas dignas, de dos pisos, y Opeka aspira a que con el dinero de Manos Unidas puedan hacerse 300 m¨¢s. "Y necesitaremos otras tantas, porque hace 10 a?os levantamos 600 casas de madera y techo de uralita, te¨®ricamente para tres a?os, y en esas superficies de nueve metros cuadrados siguen apretuj¨¢ndose familias con nueve o diez personas". Pero los logros son palpables: cuatro escuelas primarias, tres secundarias, un liceo. "Atendemos a 7.033 estudiantes, y los mayores ya han pasado del vertedero a la universidad". Adem¨¢s, hay cinco dispensarios: de los 253 trabajadores de Akamasoa, 20 se dedican a la salud. El pa¨ªs sufre tuberculosis, malaria, sida, y la gente sigue muriendo de enfermedades evitables. "Los medicamentos son un lujo, y ah¨ª es donde una vez m¨¢s ves la hipocres¨ªa de la llamada comunidad internacional, que es una expresi¨®n para ocultar que nadie quiere dar la cara. Un pa¨ªs donde un 75% est¨¢ enfermo, ?c¨®mo prosperar¨¢?", plantea Opeka.
Sin embargo la experiencia le ha ense?ado que Madagascar, y ?frica tienen futuro: "Hay corrupci¨®n en los dirigentes, y dirigentes indignos como Ratsiraka, el dictador saliente. Pero la enorme mayor¨ªa de la gente es honrada y pac¨ªfica y eficaz. No s¨¦ por qu¨¦ los medios de informaci¨®n del mundo rico no reflejan esa realidad, m¨¢s real que ninguna. Ser¨¢ porque las democracias de Occidente, tan virtuales, apoyan a tiranos que les convienen en los pa¨ªses pobres". "Las estructuras econ¨®micas son violentas, cuando apuestan por la supervida del 20% m¨¢s rico contra la infravida de la mayor¨ªa de las personas", dice la presidenta de la ONG, Ana ?lvarez de Lara. Manos Unidas recaud¨® el a?o pasado 39,3 millones de euros, de los que el 83,2% proced¨ªa del sector privado. El 87,3% se destin¨® a proyectos en el Tercer Mundo.
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