Actuar
Antes del final del discurso del presidente Aznar, que segu¨ª en CNN +, me pas¨¦ a CNN Internacional, que iba a dar lo de Powell a continuaci¨®n, a ver si me despejaba. All¨ª estaba la superproducci¨®n, un coro de miembros de la ONU que saludaban al secretario de Estado, sonri¨¦ndole, estrechando su mano, d¨¢ndole bienvenidas. Como espect¨¢culo, mucho mejor, sin comparaci¨®n. Es m¨¢s, cuando el tipo ocup¨® su asiento y, relajado, se dispuso a vaciar su coraz¨®n, yo me sent¨ª dispuesta a creerle. Pues posee, el se?or Powell, la fuerza de convicci¨®n de esos sobrios actores de car¨¢cter que est¨¢n estupendos incluso en las malas pel¨ªculas: podr¨ªa ser un bonach¨®n jefe de la CIA con Harrison Ford a su servicio y, cielos, bien podr¨ªa ser un bonach¨®n secretario de Estado de los genuinos Estados Unidos. Casi ca¨ª en sus redes.
Fue una relajada interpretaci¨®n. Acodado a la mesa: su gesto de preocupaci¨®n, su serenidad. Por favor, hubiera querido gritar, d¨¦nle a este gran hombre lo que pide. No puede estar tan mal.
Pero Powell, en lo que a m¨ª concierne, iniciaba su intervenci¨®n lastrado. Yo hab¨ªa tenido que soportar, antes, la actuaci¨®n del presidente Aznar. Y, francamente, no s¨®lo me sab¨ªa ya la versi¨®n reducida del texto, con frases literales, como: "Los inspectores no son detectives". Es que su puesta en escena me hab¨ªa demolido: algo entre el botones Sacarino, recitando el mon¨®logo de Hamlet con un desatascador en la mano, y un viajante de pompas f¨²nebres enumerando las ventajas de adquirir un ata¨²d forrado de raso. Profundamente superficial, vac¨ªo pero no ligero.
Con todo y cada cual en su estilo, ni uno ni otro pueden compararse con el histri¨®n Henry Kissinger, a quien tuve oportunidad de ver ayer mismo. Result¨® curioso que, horas antes del recital ofrecido por los partidarios de prevenir la paz desencadenando la guerra, el viejo alimentador de golpistas internacionales dijera lo mismo que nuestro par de h¨¦roes; aunque lo hizo con el garbo de un veterano matarife. Los presentadores quedaron tan contentos que le regalaron un albornoz.
Entretanto, en la realidad, cazabombarderos norteamericanos pasaron ya por Mor¨®n de la Frontera. Iban cargados con 2.000 libras de bombas. B-o-m-b-a-s.
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