Simenon o el exceso
LA LITERATURA de "g¨¦nero" es aqu¨¦lla en la que el adjetivo prevalece sobre el sustantivo, esto es donde lo gen¨¦rico vence a lo literario propiamente dicho. No es posible separar a Simenon del "g¨¦nero" que le hizo famoso -el policiaco- y le proporcion¨® fama y fortuna, pero que le regate¨® el estatuto de gran creador al que siempre aspir¨®. Andr¨¦ Gide le consider¨® el m¨¢ximo novelista en franc¨¦s de su tiempo, pero, pasados ya 100 a?os de su nacimiento, la pregunta a estas alturas ha cambiado: ?no ser¨¢ que es el g¨¦nero de "novela", sepultado hoy bajo el imperio del mercado, el que se ha convertido ya en uno de los que descuartizan a partir de hoy la literatura de nuestro tiempo, enterrada bajo la gran losa de la "novela", que ha creado a su favor el m¨¢s monumental de sus sepulcros?
Su verdadero padre espiritual, su gran ancestro de verdad no fueron sus admirados Victor Hugo ni Dostoievski, ni Freud, ni Stevenson, ni Conrad, sino Alexandre Dumas, otro gran excesivo que tambi¨¦n devor¨® su vida a manos llenas, aunque su entrada en el Pante¨®n -con la ventaja de otro centenario m¨¢s, aunque no se paren, todo puede llegar en estos tiempos del c¨®lera- ha contribuido a troquelar mejor su medalla. De Dumas lo conocemos ya todo, pero de Simenon todav¨ªa no, y sigue habiendo a¨²n muchas zonas oscuras en su biograf¨ªa. Recuerden, por ejemplo, cuando declar¨® haberse acostado con diez mil mujeres en su vida (tocar¨ªan m¨¢s bien a poco), de las que se conocen las m¨¢s famosas, Josephine Baker para empezar, su fiel Bola o Teresa su ¨²ltima compa?era, sin hablar de las dos titulares legales despu¨¦s separadas, Tigy y D¨¦nise. De todas formas, nunca se entendi¨® con su r¨ªgida madre (l¨¦ase la cruel Carta que le dedic¨®, un libro entero), ni con su alocada y querid¨ªsima hija, a la que no pudo salvar de un suicidio del que su segunda esposa le acus¨®, sin que la censura impuesta en sus Memorias ¨ªntimas le salvara del todo pese a ganar todos los procesos legales.
De todas formas, verse en la obligaci¨®n de declarar lo de las "diez mil" fue algo m¨¢s propio del monaguillo inseguro que fue de ni?o (desflorado a los 12 a?os en la sever¨ªsima Lieja por una compa?era de 15) que del Jenofonte de la novela que hab¨ªa llegado a ser. Dumas, que escribi¨® m¨¢s, le super¨® por poco, lo derroch¨® todo y aunque falleci¨® antes lo hizo arruinado; Simenon tambi¨¦n era derroch¨®n pero bastante buen gestor y muri¨® como el gran personaje que era. Antisemita juvenil y conservador siempre, coquete¨® con demasiados colaboracionistas y tuvo que salvar la vida de su hermano menor Christian (que lo fue a calz¨®n quitado en su B¨¦lgica natal), el preferido de su madre, que se enrol¨® en la Legi¨®n Extranjera Francesa para salvar el pellejo e ir a morir en Indochina. Su hermano el triunfador se march¨® a Estados Unidos, vio los toros desde la barrera y all¨ª paz y despu¨¦s gloria.
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