Impulso cervantino
Ese chorro incontenible de literatura que es la obra de Andr¨¦s Trapiello, escritor por lo general considerable, cuya mejor virtud reside en el respeto e importancia que le concede (a los libros y la literatura en general) y su principal defecto que su mirada se dirige exclusivamente hacia el pasado, acaba de culminar otra nueva etapa al obtener el ¨²ltimo Premio Nadal con su quinta novela propiamente dicha, esta de Los amigos del crimen perfecto, en un nuevo a?o que se le ha abierto con la novedad de una adaptaci¨®n teatral -la del T¨ªo Vania de Ch¨¦jov- y la reciente reedici¨®n corregida de un ensayo anterior, Las armas y las letras (Pen¨ªnsula), con lo que se ve que la locomotora Trapiello sigue a pleno pulm¨®n, y que as¨ª siga, pues leerle es por lo general un placer que adem¨¢s siempre hace pensar, lo que no resulta frecuente a estas alturas.
LOS AMIGOS DEL CRIMEN PERFECTO
Andr¨¦s Trapiello Destino. Barcelona, 2003 336 p¨¢ginas. 20,47 euros
Las armas y las letras es un buen libro, con el que adem¨¢s coincide la introducci¨®n que ha colocado a ese otro libro singular, inserto en el tetravolumen Cuatro historias de la Rep¨²blica (Destino, tambi¨¦n), al libro de Manuel Chaves Nogales Los enemigos de la Rep¨²blica, que aqu¨ª se ha unido (innecesariamente a mi parecer) a otros tres de Josep Pla, Julio Camba y Gaziel (Agust¨ª Calvet), que me parece m¨¢s una operaci¨®n period¨ªstica y mercantil que un buen libro cultural y literario. Pues creo que hay que editar a cada uno de estos libros y autores por separado y con mayor respeto bibliogr¨¢fico -sobre todo en el caso de Gaziel, poco conocido para el lector castellano- para poder ser verdaderamente ¨²tiles, tal como hace el propio Trapiello con Chaves Nogales en Las armas y las letras. (De paso dir¨¦ que su versi¨®n de Ch¨¦jov es admirable, aunque se haya puesto en escena con excesivo griter¨ªo entre nosotros).
Los amigos del crimen per-
fecto, quinta de sus novelas y segunda premiada, tras la incomprendida El buque fantasma (Premio Plaza & Jan¨¦s de 1992), acusada de "reaccionaria", o la esteticista La tinta simp¨¢tica (1988), la costumbrista y picaresca La malandanza (1994) o su obra maestra en el g¨¦nero que fue D¨ªas y noches en 2000, un modelo de dignidad literaria, donde aprovech¨® la maestr¨ªa ya alcanzada en los 10 tomos de sus diarios. Pero ahora, quiz¨¢ bajo la inspiraci¨®n de su biograf¨ªa de Cervantes -que parodi¨® la novela de caballer¨ªas- intenta hacer lo mismo con el mayor "subg¨¦nero" de nuestro tiempo, la novela policiaca, lo que en principio, y como idea, no est¨¢ mal y cuenta ya con ilustres precedentes entre nosotros (?V¨¢zquez Montalb¨¢n?).
Pero para parodiar algo de verdad es necesario en principio conocer bien lo que se parodia, como Cervantes demostr¨® en su obra conocer a fondo la novela de caballer¨ªas. Para empezar, el t¨ªtulo remitir¨ªa a la novela policiaca cl¨¢sica, la que va de Poe a Conan Doyle, Agatha Christie, Van Dine o Carter Dickson, pues s¨®lo all¨ª surgi¨® la teor¨ªa del "crimen perfecto" de verdad, con sus misteriosas muertes en habitaciones cerradas por dentro y otras parafernalias similares. Pero aquellos tiempos pasaron, y lo que aqu¨ª se nos da es una parodia de lo que se llama "novela negra", esto es, costumbrismo madrile?o sin m¨¢s, con escasa convicci¨®n por otra parte, y con un ritmo mental y narrativo que empieza en la confusi¨®n -presentando a un escritor del subg¨¦nero que ri?e con su editor mientras intenta reconciliarse con su esposa de la que pese a sus ligerezas sigue enamorado- contin¨²a con la descripci¨®n desordenada de la tertulia de amigos del crimen perfecto y mientras teoriza sin parar sobre ese tipo de novela -hasta con alusiones filos¨®ficas y unamunianas- se centra en una comisar¨ªa y la v¨ªctima, uno de sus comisarios, viejo fascista impresentable en pleno golpe de Estado del 23-F, sobre el que toda iron¨ªa resultar¨¢ siempre insuficiente.
En fin, da la impresi¨®n de
que Trapiello no cree demasiado en la novela policiaca, ni en lo del crimen perfecto, le gustan m¨¢s las novelas de amor, siempre l¨ªricas y demasiado puras en sus manos, alternando sus dignas coqueter¨ªas expresivas y sus insuficientes lenguajes barriobajeros, mientras la novela avanza poco, mal y entre extra?os meandros, los personajes no son ni consistentes ni lo que parecen, las historias tampoco, o aparecen desperdiciadas, la confusi¨®n resultante desemboca en un misterio que no lo es, sino que se resuelve apelando a la Guerra Civil, la represi¨®n en Albacete y otras zarandajas s¨®lo para contarnos lo que ya nos ha dicho muchas otras veces, que la guerra fue un horror, que en ella reside toda la culpa, que todos somos culpables y que lo mejor es olvidar, qu¨¦ curioso, como si despu¨¦s del buen impulso cervantino, rebajado entre muchas "malandanzas" desordenadas, se convirtiera en el Javier Cercas de Soldados de Salamina (uno de cuyos personajes es el propio Trapiello, no se olvide) quien se impone en el buen ritmo narrativo final, que quiz¨¢ por su hondura y buen estilo justifica esta equ¨ªvoca (o quiz¨¢ solo equivocada) novela. Este excelente poeta y ensayista, buen memorialista y a veces no menos buen novelista, debe mirar de vez en cuando un poquito hacia delante, pues tampoco la vida es una novela, ni una novela basarse en la vida sin que haya que pensar algo m¨¢s hacia all¨¢, pues todo lo dem¨¢s no resulta ser, cuando las ¨¦pocas cambian, m¨¢s que demasiados pa?os calientes. Pues vamos a ver, si el culpable es el pasado no habr¨¢ que olvidarlo nunca, y recordarlo sin parar, que es lo que Trapiello adem¨¢s hace siempre. ?No ser¨¢ entonces sin querer autobiogr¨¢fica esta misma autoparodia?
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