En carne y hueso
DESDE LA CARTA de apoyo a Bush, la de los ocho m¨¢s Havel, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, su principal promotor por indicaci¨®n del Gobierno estadounidense, ha cargado su curr¨ªculo con una grav¨ªsima responsabilidad: haber provocado en un momento estrat¨¦gicamente decisivo la divisi¨®n de Europa. Es un paso que marcar¨¢ su biograf¨ªa pol¨ªtica y que le inhabilita como aspirante a la presidencia europea. Quien ha provocado una fractura tan seria no puede aspirar a liderar la Uni¨®n. Por m¨¢s impedimentos que pongan Blair, Aznar y Berlusconi, o Europa salva su autonom¨ªa pol¨ªtica respecto del amigo americano o naufragar¨¢ indefectiblemente. Aznar ha arrastrado a la traici¨®n a varios de los reci¨¦n llegados pa¨ªses del Este. La tr¨¢gica historia que han vivido bajo la dominaci¨®n sovi¨¦tica invita a ser comprensivos con ellos. Pero, ?realmente no se habr¨¢ equivocado la Uni¨®n Europa al admitir en su seno a pa¨ªses que la primera iniciativa que toman es puentearla con Estados Unidos?
La grave responsabilidad contra¨ªda por Aznar, que debilita seriamente a Europa, se inscribe en las m¨¢s t¨ªpicas tradiciones de la derecha espa?ola. El antieurope¨ªsmo ha sido un estado de ¨¢nimo muy extendido en una derecha en la que ha predominado la cultura burocr¨¢tica de Estado y el patriotismo de corte militar, por encima de la cultura cosmopolita de la derecha empresarial y econ¨®mica. En un pa¨ªs en el que los liberales se han contado siempre con los dedos de una mano, la tradici¨®n que representa el inspector Aznar ha sido siempre dominante. Y lo sigue siendo. A las pruebas me remito: s¨®lo uno de los aspirantes a suceder a Aznar ha puesto los modos democr¨¢ticos -el anuncio p¨²blico de su candidatura- por delante de los modos burocr¨¢ticos -el secretismo y la sumisi¨®n al jefe.
A medida que se acerca el momento de bajar de la peana y el aura se va retirando, Aznar se muestra cada vez m¨¢s tal como es, en carne y hueso. Y da rienda suelta a las obsesiones cl¨¢sicas de la derecha espa?ola: el antieurope¨ªsmo, el autoritarismo y el resentimiento.
Europa siempre ha sido aceptada a contrapelo. Los precursores de Aznar, la derecha franquista de la que mam¨®, han temido la disoluci¨®n de los valores patrios en el confuso universo mental europeo. El modo en el que Aznar fue adoptando los valores de la derecha democr¨¢tica como consignas: el viaje al centro o la regeneraci¨®n democr¨¢tica, alimentaban la sospecha de que no eran convicciones, sino
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ideol¨®gicos necesarios para alcanzar la legitimidad. A la hora de la verdad, cuando ya no tiene que buscar la reelecci¨®n, cuando el escenario internacional se tensa, le sale lo que realmente lleva dentro. Y se entrega fascinado ante el autoritarismo de Bush y su voluntad de poder absoluto.
Si a la primera ocasi¨®n que se le ha presentado ha dado la pu?alada por la espalda a Europa, con el aval de Tony Blair, dinamitando, como ha contado Romano Prodi, los intentos que se estaban llevando a cabo para encontrar una posici¨®n com¨²n, la guerra le ha dado la oportunidad de dar dimensi¨®n internacional a la vena autoritaria con la que ha gobernado su partido y con la que ha tratado de recuperar aliento despu¨¦s de los desastres de los ¨²ltimos seis meses. "El intento de construir una fortaleza occidental contra los culturalmente distintos, ha escrito Ulrick Beck, es omnipresente y seguramente ser¨¢ progresivo en los pr¨®ximos a?os. De ah¨ª que pueda ser la fragua de una pol¨ªtica de autoritarismo estatal que, puertas afuera, se adaptara a los mercados mundiales y, puertas adentro, se comportara autoritariamente". Aznar ha sido un precursor de esta deriva regresiva. Basta ver el signo de todas las iniciativas que ha tomado en lo que va de a?o.
Con todo, el aspecto m¨¢s singular, m¨¢s espec¨ªfico de cierta tradici¨®n conservadora espa?ola, es el resentimiento. Con mucha tradici¨®n militar y conspirativa y con poca tradici¨®n democr¨¢tica, la derecha espa?ola ha cultivado cierto complejo de inferioridad que fragu¨® en historias rid¨ªculas como la leyenda negra y el asedio liberal a los valores de Espa?a. Los ¨¦xitos personales no parecen haberle devuelto a Aznar la tranquilidad y la confianza. S¨®lo desde el resentimiento patol¨®gico se explica que lo ¨²nico que tiene que decir de sus oponentes es que "ladran su rencor por las esquinas". ?Qu¨¦ m¨¢s necesita Aznar para vivir en paz? ?Tan ilimitada es su ansia de poder que lo conseguido no le libra del sufrimiento del tradicional complejo de inferioridad de la derecha espa?ola?
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