Siempre nos queda por barrer
Hac¨ªa ya muchos a?os que no se preparaba una guerra con tal despliegue de c¨ªnico descaro. Quiz¨¢s hay que remontarse a 1956, cuando brit¨¢nicos, franceses e israel¨ªes se pusieron de acuerdo en secreto para inventar un casus belli contra el Egipto de Nasser. Aquello fue un verdadero monumento de hipocres¨ªa diplom¨¢tica, dado que por primera vez en la historia se amenaz¨® a un pa¨ªs (Israel) con invadir el territorio de su vecino y enemigo egipcio. Ahora, en la proyectada guerra contra Irak la pol¨¦mica ha ido derivando hacia la b¨²squeda de justificaciones no s¨®lo v¨¢lidas, sino simplemente coherentes. De forma atolondrada se pasa de una a otra: del combate universal contra Al Qaeda a desmayados esbozos argumentales, tales como la necesidad de reestructurar las fronteras de Oriente Medio, sin que nadie ofrezca datos precisos. Lejos queda aquella pasi¨®n que levant¨® la guerra del Golfo o las intervenciones en los Balcanes. Sobre todo la de Kosovo, en la que, como ahora, la ONU fue graciosamente dejada de lado.
Hac¨ªa ya muchos a?os que no se preparaba una guerra con tal despliegue de c¨ªnico descaro
Por entonces era habitual leer enf¨¢ticos art¨ªculos que inclu¨ªan en su t¨ªtulo la palabra "lecciones". Al parecer, el intervencionismo de hace no tanto tiempo tendr¨ªa que habernos aportado valiosas lecciones. Y sin embargo, ni siquiera nos preocupamos ahora por mirar lo que queda de todo aquello. Los Balcanes han pasado directamente al cuarto trastero, Bosnia y Kosovo son ya historia (olvidada) y nos hemos quedado con im¨¢genes y argumentos de hace ya a?os. Sin embargo, Bosnia sigue despiezada, los nacionalismos contin¨²an triunfando en las elecciones y la par¨¢lisis econ¨®mica es total. Kosovo se est¨¢ convirtiendo en una verdadera Colombia europea pero en versi¨®n pobre. Hace poco era asesinado Tahir Zemaj, ex comandante del U?K y principal testigo de cargo contra algunos ex camaradas acusados de ser criminales de guerra, el llamado "grupo de Dukagjin". Pero antes cay¨® el alcalde Uke Bytyci, el diputado Ismail Hajdari, o el concejal Ismet Re?i. En fin, que la prensa occidental apenas menciona los numerosos ajustes de cuentas entre mafias y poderes emergentes en Kosovo. De rebote, en Tirana fue liquidado a tiros el imam Salih Tivari, el pasado mes enero; lo cual est¨¢ haciendo saltar chispas entre el clero moderado y la nueva hornada de j¨®venes imames albaneses radicales, educados en los pa¨ªses ¨¢rabes.
En sus pol¨¦micas memorias, el ex agente de la CIA Robert Baer sugiere que los norteamericanos no intentaban resolver la larga guerra civil entre los kurdos que estall¨® en 1995: el Partido Democr¨¢tico Kurdo, de Masud Barzani, frente a la Uni¨®n Patri¨®tica del Kurdist¨¢n, de Jalal Talabani. La idea era que, generando un tal foco de "verg¨¹enza informativa", los medios de comunicaci¨®n no osar¨ªan inmiscuirse de nuevo en la zona reclamando nuevas intervenciones a favor del maltratado pueblo. Al parecer, algo as¨ª ocurre en los Balcanes. Hay prisa por marcharse; de ah¨ª que los americanos se contenten ahora con el arresto de los cuatro inculpados m¨¢s c¨¦lebres del TPI, para dar carpetazo, olvid¨¢ndose de los otros 19; y, por supuesto, de los acusados del U?K. A cambio se desbloquear¨ªan las relaciones con Serbia. Pero por otra parte la constituci¨®n formal del nuevo Estado de Serbia y Montenegro, que parec¨ªa una jugada genial hace un a?o, ha pasado sin pena ni gloria. Tanto mejor: pasemos de puntillas ante tales remiendos.
Por lo tanto, el problema es que si la intervenci¨®n occidental no ha logrado poner en orden regiones tan peque?as en plena Europa, ?qu¨¦ no ocurrir¨¢ en Irak, aun en el supuesto de que se lograra deponer al r¨¦gimen de Sadam sin mayores problemas? Tenemos un bot¨®n de muestra en la situaci¨®n de Afganist¨¢n, otro desastre voluntariamente retirado al cuarto de los trastos medi¨¢ticos y que ahora parece estar ardiendo de nuevo. O en Somalia, uno de los fetiches intervencionistas m¨¢s destacados de hace una d¨¦cada. Hemos de temer que cuando haya ca¨ªdo la ¨²ltima bomba sobre Irak, comenzar¨¢ el verdadero problema: poner orden en una regi¨®n que, adem¨¢s, es centro neur¨¢lgico en la producci¨®n de petr¨®leo.
Se ha especulado mucho sobre los intereses de las compa?¨ªas norteamericanas en la zona: ya existe un volumen de literatura abundante sobre la carrera por el control del petr¨®leo de Asia central. De ella se deduce la l¨®gica de algunos recientes movimientos. Por ejemplo, el inter¨¦s por tender un gran gaseoducto a trav¨¦s de Afganist¨¢n, punta de lanza de los intereses energ¨¦ticos de los EE UU en Asia Central, para lo cual a finales de diciembre se firm¨® el pacto con Pakist¨¢n y Turkmenist¨¢n. No est¨¢ de m¨¢s recordar que con ese objetivo Washington negoci¨® en secreto con los talibanes a finales de los noventa.
Cada vez con voz m¨¢s alta y clara se reconoce la existencia de conflicto no declarado entre Europa y los Estados Unidos, una contienda "a ratos" que tiene frentes diversos, uno de los cuales es precisamente el control de los pozos del Caspio y, sobre todo, el acceso a la zona. En esa pugna, los intentos norteamericanos por evitar un acercamiento europeo a Ir¨¢n son paralelos a su inter¨¦s por que Turqu¨ªa ingrese en la UE aportando m¨¢s problemas que soluciones, a cambio de tener contento al vital pero inestable aliado. Una vez m¨¢s, el Viejo Continente pagar¨ªa las facturas de una fulgurante y pol¨ªtica intervenci¨®n militar americana.
Y lo de Irak, al margen de otras motivaciones, huele en parte a eso: una nueva regi¨®n desestabilizada durante a?os es una pieza m¨¢s en la estrategia obstruccionista de Washington. Supone problemas de abastecimiento de crudo para Europa, complicar a¨²n m¨¢s el paisaje por el cual han de discurrir los oleoductos desde Asia central, implicar a los "aliados" en eternas labores de reconstrucci¨®n, cuadraturas del c¨ªrculo que se convierten en interminables pudrideros pol¨ªticos para los intervinientes. Durante las guerras de los Balcanes se sol¨ªa decir que all¨ª nos jug¨¢bamos mucho. No era cierto. Ahora apenas se habla de lo que nos tocar¨¢ barrer, tras una guerra cuyos escenarios est¨¢n superpuestos y que por activa o pasiva haremos tambi¨¦n contra nosotros mismos: la Uni¨®n Europea.
Francisco Veiga es profesor de Historia de la Europa oriental en la UAB y autor de La trampa balc¨¢nica.
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