Una oposici¨®n visible
Lo menos que se puede decir de la entrega de los premios Nobel es que es una ceremonia visible, en el sentido de que merece la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n del mundo entero. En 1957, en plena guerra de Argelia, Albert Camus aprovech¨® esa visibilidad para decir que un artista se deb¨ªa a la causa de la verdad y de la libertad, y que "hoy el escritor no puede ponerse al servicio de quienes hacen la Historia: est¨¢ al servicio de quienes la padecen. De lo contrario se queda solo, privado de su arte". Respeto ¨ªntimamente estas palabras, del n¨²cleo hasta la superficie, por diversos motivos. Aunque tal vez baste, en cualquier circunstancia, la sencilla raz¨®n de que aspiran a instaurar un equilibrio: los poderosos hacedores de historia no necesitan m¨¢s voz ni m¨¢s defensa, se imponen solos. Tambi¨¦n estoy de acuerdo con la actitud de Camus: la visibilidad hay que ajustarla a la actualidad m¨¢s urgente y usarla.
Doy ahora un salto hasta el mundial de f¨²tbol que se celebr¨® en Argentina en 1978, en plena dictadura militar. Y recuerdo a los jugadores de una selecci¨®n europea, desfilando alrededor del terreno de juego con pancartas que llevaban escritos los nombres de dos ciudadanas de ese pa¨ªs, desaparecidas y asesinadas por la infame dictadura de Videla. Esas im¨¢genes dieron la vuelta al mundo. Y hoy tambi¨¦n dar¨ªa muchas vueltas la imagen de cualquier jugador que se levantara la camiseta para celebrar un gol -es un gesto que se ha puesto de moda-, poniendo al descubierto, no una bandera o una cara de ni?o o un pecho de l¨¢tigo, sino un enunciado tan corto y sin embargo tan infinito como ¨¦ste: guerra no.
El tercer salto me lleva hasta la ceremonia de entrega de los Goya: el mundo del cine, como una pi?a, dici¨¦ndole no a la guerra en directo, desde la primera cadena de la televisi¨®n p¨²blica. Confieso haber visto la gala alegre, rejuvenecida; pensando "menos mal" y "ya era hora" de que quienes poseen tanta visibilidad, audiencia y predicamento los usen para esto. Al servicio de una ambici¨®n tan fundacional, tan esencialmente civilizada como la de frenar expediciones dise?adas para matar gente. Al Gobierno le ha puesto nervioso la iniciativa y los brotes que est¨¢ echando en todas partes. Ya era hora, pienso tambi¨¦n, de que una movilizaci¨®n ciudadana le inspirara alguna forma de emoci¨®n.
Otras voces se han levantado para aprobar el gesto de la academia del cine y lamentar, sin embargo, que ese "no" tan rotundo a la guerra no lo haya expresado antes y as¨ª contra el terrorismo y sus da?os colaterales. Creo que tambi¨¦n en este caso es m¨¢s sabio y m¨¢s ¨²til alejarse de la l¨®gica de los campos de batalla y aplicar el principio de no retroactividad. Esto es, pensar hacia el futuro y aunar energ¨ªas, voluntades y talentos. Necesitamos estar todos juntos contra los autoritarismos del ordeno y mato, que est¨¢n dispuestos a pulverizar el ordenamiento internacional, distorsion¨¢ndolo, confundiendo poder con legitimidad. "Yo reino, es un hecho; y por lo tanto es un derecho", dice la Peste de Albert Camus. Juntos contra las manipulaciones informativas (Colin Powell en su ¨²ltima intervenci¨®n pretend¨ªa convencernos de que las im¨¢genes mudas valen tanto como los razonamientos y las pruebas). Juntos para negarnos al mercadeo, a la Bolsa de la muerte.
Ahora que se ha puesto en movimiento el motor de la oposici¨®n visible, no debe detenerse. Debe continuar diciendo "no" del modo m¨¢s evidente, en las calles, en los cines, en los museos, en las pantallas, en los campos de f¨²tbol que son el summum de la visibilidad. (Quiero recordar, a prop¨®sito de esto ¨²ltimo, que Cruyff no particip¨® con su selecci¨®n en los mundiales del 78 para mostrar su rechazo a la dictadura militar argentina).
Diciendo no, sin parar. No a las mentiras, a la codicia y a la crueldad de los se?ores de la guerra. Y no a ETA. Y no al olvido de un terrorismo que s¨®lo en el mes de enero ha asesinado en este pa¨ªs a ocho mujeres. La novena sigue desaparecida.
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