Vaya funciones del esp¨ªritu
Tampoco consuela mucho suponer que el partido en el gobierno no apoyar¨ªa con tanto entusiasmo la intervenci¨®n en Irak caso de compartir frontera con ese aciago pa¨ªs
Lo que queda
Pese a que el lugar padezca de tan mala reputaci¨®n que ha quedado desde hace pocos a?os casi deshabitado e inculto, no deja de contar con ciertos atractivos. El clima es suave y compasivo, de modo que aqu¨¦l que logre sobrellevarlo podr¨¢ conservarse sano, aunque algo amojamado. Nadie hace aqu¨ª su fortuna de paso sin sentirse un poco h¨¦roe, por m¨¢s pat¨¢n que parezca al pronto Al igual que las tres famosas hermanas -cuando sienten que los d¨ªas de su padre est¨¢n llegando a su t¨¦rmino- tratan de halagarle y demostrar ser la m¨¢s sol¨ªcita y dilecta a su agrio coraz¨®n, a fin de recibir la parte m¨¢s apetitosa del dominio, as¨ª los estados primarios del alma tratan de adormecer al votante en ciernes con la promesa de un reparto universal que jam¨¢s ser¨¢ cumplido. Si todo lo que usted quiere saber sobre el mundo no lo encuentra en Shakespeare, lo hallar¨¢ en el fuero interno -de tan mala ac¨²stica- del devastador partido en el gobierno.
Todos a una
Pero de uno en uno cuando es de menester. Profesiones vinculadas a la tarea art¨ªstica acostumbran a manifestarse en bloque contra ciertas ignominias -el chapapote atl¨¢ntico, la acaso inminente destrucci¨®n de lo que queda de Irak, etc¨¦tera-, a la vez que son convocados de uno en uno por el capataz cultural de turno, y ah¨ª aceptan casi todas las condiciones de una rendici¨®n que para las autoridades de la cultura institucional siempre ser¨¢ timbre de gloria y armisticio sujeto a la rigurosa vigilancia de la conducta futura. Para qu¨¦ dar nombres, cuando est¨¢n en la mente de casi todo el mundo que observa el azar de esas pasiones pesadas. La pregunta no es si la impersonalizaci¨®n despersonaliza a quien la ejerce, sino si es factible retomar su condici¨®n despu¨¦s de haberla desde?ado. Un tipo tan c¨®mico como Aznar se ve chapoteado por los c¨®micos de profesi¨®n.
Ning¨²n alzheimer de lo real
Ning¨²n acontecimiento dura 24 horas diarias, y menos todav¨ªa los que no distinguen entre lo p¨²blico y lo privado. Al cine, al teatro, o a un concierto, o a una exposici¨®n, se acude o no, pero son actividades que no llevan m¨¢s de cuatro horas, contando los desplazamientos y el engorro de llegar a ver el pretexto que motiva la excursi¨®n. En cuanto a la radio, apenas requiere de esa atenci¨®n flotante que Freud dispensaba a sus pacientes. S¨®lo la televisi¨®n, entre la multitud de medios de envilecimiento masivo, abriga la pretensi¨®n de retener al espectador durante las 48 horas del d¨ªa a trav¨¦s de un par de centenares de cadenas que m¨¢s que de infarto son la met¨¢fora perfecta del alzheimer, esa afecci¨®n del alma de la que poco se sabe, que lleva a sus v¨ªctimas a una prolongada indefensi¨®n vital y que acaso crece al mismo ritmo, y cada vez a edades m¨¢s tempranas, que el artefacto televisivo.
Una guerra moral
M¨¢s all¨¢ del desd¨¦n por la instancia personal en el ejercicio de la responsabilidad p¨²blica, no parece que el chaval de los Bush est¨¦ obsesionado por la conducta ¨¦tica en la pol¨ªtica y por la defensa de las libertades a escala planetaria hasta el punto de disponerse a machacar Irak en nombre del bien com¨²n. Tampoco Sadam Husein responde al perfil de los pol¨ªticos deseables, pero no amenaza con invadir Estados Unidos para librar al mundo de un Presidente como el que padece ese joven pa¨ªs. As¨ª las cosas, ni siquiera el mendaz argumento de que Norteam¨¦rica salv¨® a Europa de la barbarie nazi tiene valor en la medida en que no entr¨® en guerra hasta que Jap¨®n no le toc¨® los aviones en Pearl Harbour. Y aunque fuera cierto, que no lo es, no se ve a santo de qu¨¦ Europa deber¨ªa pagar ese peaje perpetuo siguiendo al gobierno estadounidense en cualquiera de sus muchas y peligrosas aventuras.
Lourdes Alonso
La recuerdo en pie, y vivi¨® en esta tierra ahora encanallada, y era fr¨¢gil, bastante sensible y muy inteligente. Lo esencial de su coraje, porque estoy seguro de que otras personas m¨¢s pr¨®ximas a ella rememorar¨¢n otros detalles de fascinaci¨®n, consist¨ªa en la decisi¨®n de ser mujer sin coartadas ni excusa, de modo que se hizo abogada de causas no tan perdidas y representante institucional de las mujeres en el departamento correspondiente, cuando aquello era una aut¨¦ntica guerrilla de trincheras combatientes, y algo despu¨¦s sali¨® de diputada en Cortes con los socialistas. El azar de algunas leves pero risue?as afinidades y de recorridos coincidentes en el centro mismo de esta ciudad sin nombre nos llev¨® a compartir el segundo caf¨¦ del d¨ªa en algunas ma?anas soleadas. Todo sucede tan deprisa que resulta esquivo a la comprensi¨®n. Hace pocos meses, Jos¨¦ Mar¨ªa me dijo en la puerta del Cl¨ªnico que Lourdes estaba ingresada pero que lo peor parec¨ªa ya vencido. En fin.
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