Un plan de ahorro energ¨¦tico para Espa?a
Los autores creen que existe una tendencia al despilfarro energ¨¦tico y aseguran que el concepto de calidad de vida est¨¢ cada vez m¨¢s vinculado al consumo responsable.
En un reciente estudio, el Club Espa?ol de la Energ¨ªa y la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa afirman que "la intensidad energ¨¦tica en la econom¨ªa espa?ola persiste en su tendencia hacia el crecimiento, en un movimiento de sentido contrario al de los pa¨ªses mayores entre los m¨¢s pr¨®ximos, lo que obedece a una cierta brecha de desarrollo y bienestar que se reduce gradualmente, pero tambi¨¦n hay que hablar de una menor sensibilidad de nuestro sistema econ¨®mico y social a este tipo de problemas". As¨ª, durante la ¨²ltima d¨¦cada, con una poblaci¨®n pr¨¢cticamente estabilizada, hemos incrementado un 38% el consumo de energ¨ªa y un 45% el parque de autom¨®viles. ?Tiene alguna relevancia esta tendencia al despilfarro energ¨¦tico de los espa?oles?
"Se requiere una pol¨ªtica p¨²blica para facilitar alternativas y se?ales econ¨®micas"
De acuerdo a las noticias que han ido apareciendo en la prensa, y atendiendo a una resoluci¨®n aprobada por el Congreso de los Diputados en julio del a?o pasado, el Ministerio de Econom¨ªa trabaja actualmente en un documento de consulta para la elaboraci¨®n de un Plan de Ahorro y Eficiencia Energ¨¦tica. Esta iniciativa est¨¢ en l¨ªnea con la reciente promulgaci¨®n de una directiva europea sobre ahorro energ¨¦tico en edificios y con el esfuerzo realizado por la Comisi¨®n Europea para promover la participaci¨®n ciudadana en este tema, a trav¨¦s de la publicaci¨®n de documentos informativos para establecer un debate, como son el Libro Verde sobre la Seguridad de suministro, de noviembre de 2000, y el m¨¢s reciente Energ¨ªa. Controlemos nuestra independencia.
Estos documentos tratan de hacernos conscientes de que el patr¨®n de desarrollo de nuestra sociedad no es sostenible, y de que el ahorro energ¨¦tico es una de las armas m¨¢s eficaces de que disponemos para hacer frente a este grav¨ªsimo problema que enfrenta la humanidad. Desarrollamos nuestra actividad en un planeta cuyos recursos energ¨¦ticos son finitos, como tambi¨¦n lo es su capacidad de carga para admitir los impactos ambientales asociados. El modelo econ¨®mico debe reconocer que existen unos l¨ªmites al crecimiento desaforado del consumo energ¨¦tico, y que hemos de asumir estos l¨ªmites por responsabilidad intergeneracional. Esta responsabilidad se ha de sumar a la responsabilidad generacional, derivada de las actuales desigualdades en la distribuci¨®n de la riqueza y en el uso de la energ¨ªa. Es necesario, pues, elaborar estrategias de desarrollo sostenible, esto es, el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.
?Tiene verdaderamente el ahorro energ¨¦tico potencial para contribuir de forma significativa al desarrollo sostenible? En su Informe mundial de la energ¨ªa, la ONU y el Consejo Mundial de la Energ¨ªa han puesto de manifiesto que, a pesar de las mejoras que ha experimentado la eficiencia energ¨¦tica, particularmente en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, todav¨ªa queda un amplio margen para lograr una reducci¨®n adicional de la energ¨ªa consumida por unidad de producto interior bruto. Por ejemplo, el 30% de la energ¨ªa se malgasta por el uso ineficiente en casas, edificios, empresas y veh¨ªculos.
Las t¨¦cnicas necesarias para lograr los incrementos de eficiencia fundamentalmente ya existen. Al mercado le corresponde transmitir las se?ales econ¨®micas que fomenten el ahorro y la innovaci¨®n tecnol¨®gica para el desarrollo de procesos que sean menos intensivos en energ¨ªa. Sin embargo, el mercado y los precios de la energ¨ªa tienen limitaciones para trasladar a los agentes sociales las se?ales m¨¢s adecuadas para una asignaci¨®n y utilizaci¨®n ¨®ptima de los recursos, por lo que la demanda de energ¨ªa no tiene la oportunidad de responder plenamente a criterios de racionalidad econ¨®mica. Debe por tanto intervenir la administraci¨®n, introduciendo mecanismos para que se internalicen en los precios de la energ¨ªa los costes derivados del agotamiento de los recursos limitados y de los impactos ambientales.
La otra gran dificultad a la que se enfrenta una estrategia de ahorro energ¨¦tico es que implica una verdadera transici¨®n cultural, con los consiguientes cambios de organizaci¨®n y comportamiento. Esta cultura en el caso de Espa?a no existe, por lo que habr¨ªa que construirla.
Un modelo de desarrollo economicista, en el que se equipara el bienestar con el crecimiento del PIB, supone una visi¨®n demasiado chata del progreso, que esconde enormes desequilibrios ambientales y sociales. En Espa?a, como en muchos otros pa¨ªses, el que haya mucha o poca luz, en las calles, casas y comercios, est¨¢ todav¨ªa asociado a riqueza o a pobreza. El derroche de luz es un s¨ªmbolo de estatus social. Igual ocurre con el transporte privado, el aire acondicionado o la tendencia a vivir en urbanizaciones. En cambio, el ahorro es un concepto negativo, asociado a penurias econ¨®micas y contrario a la l¨®gica interna de la sociedad de consumo.
Lo primero que se deber¨ªa intentar en la estrategia a plantear es romper esas asociaciones y crear otras identidades de estatus social, que permitan a los individuos una identificaci¨®n cultural nueva, en la que tengan cabida los conceptos de solidaridad generacional e intergeneracional y de respeto al medio ambiente, de forma que el concepto de calidad de vida est¨¦ cada vez m¨¢s vinculado al consumo responsable y al respeto por el entorno. Entonces el ahorro energ¨¦tico no s¨®lo no ser¨ªa cosa de pobres y de sociedades atrasadas, sino todo lo contrario, ser¨ªa el s¨ªmbolo de excelencia, de modernidad y desarrollo, de la democracia y de los valores positivos de la sociedad, de forma que conseguirlo ser¨ªa motivo de orgullo.
Estos nuevos valores son condici¨®n necesaria, pero no suficiente, para un cambio de comportamiento social. El ahorro energ¨¦tico, en el modo y medida que va a ser necesario, va a comportar un gran esfuerzo. Para que estos nuevos valores se conviertan en comportamientos, se requiere una pol¨ªtica p¨²blica que comprenda tanto el facilitar alternativas viables (como un adecuado transporte p¨²blico), como el establecimiento de normas (como las de eficiencia m¨ªnima en edificaci¨®n) y se?ales econ¨®micas adecuadas (como las ecotasas), adem¨¢s de llevar a cabo una estrategia continuada de comunicaci¨®n y de formaci¨®n, pues algunos de estos cambios pueden requerir plazos generacionales.
En Espa?a el punto de partida no es muy favorable, ya que nuestra trayectoria en lo referente a ahorro energ¨¦tico ha sido m¨¢s bien pobre. Lo anterior concuerda con la ausencia de una pol¨ªtica p¨²blica de fomento del ahorro energ¨¦tico. As¨ª, se ha suspendido desde hace varios a?os la financiaci¨®n del programa de gesti¨®n de la demanda el¨¦ctrica que establece la Ley del Sector El¨¦ctrico. Hasta la fecha no se ha recuperado el anterior Plan de Ahorro y Eficiencia Energ¨¦tica, que finaliz¨® en el a?o 2000. Se han excedido ya en m¨¢s de un 33% las emisiones de CO2 del a?o 1990, cuando el compromiso de Espa?a es no sobrepasar el 15% en el a?o 2010, y todav¨ªa no existe un plan de actuaci¨®n sobre el cambio clim¨¢tico. No obstante, en el lado positivo de la balanza, contamos con un Plan de Fomento de las Energ¨ªas Renovables y un proceso de cambio de combustible en la generaci¨®n el¨¦ctrica que en cierta medida frena el incremento de las emisiones. Pero es mucho lo que queda por hacer.
Esperamos que el nuevo Plan de Ahorro y Eficiencia Energ¨¦tica suponga un sustancial cambio de actitud de la pol¨ªtica p¨²blica y que incluya entre sus elementos fundamentales al menos los siguientes:
- Un car¨¢cter estrat¨¦gico, es decir, de verdadera "movilizaci¨®n" de una sociedad hacia unos objetivos que se entiendan por todos, donde los planes y programas no se reduzcan a un listado de actividades. Lo anterior supone prestar una atenci¨®n especial a los aspectos de comunicaci¨®n, concienciaci¨®n y participaci¨®n de la sociedad civil. Es importante que el Gobierno y las administraciones p¨²blicas den ejemplo del cambio de estilo que se quiere propugnar.
- Una concentraci¨®n de esfuerzos en las actividades donde el ahorro energ¨¦tico tiene mayor potencial, con medidas eficaces y realistas. Si bien en el sector industrial se han conseguido hasta el momento importantes ganancias de eficiencia, en los sectores residencial, comercial y sobre todo del transporte, los incrementos del consumo de energ¨ªa actuales y las proyecciones futuras son muy elevados.
- Un esfuerzo de aproximaci¨®n, que en gran medida habr¨¢ de armonizarse con el resto de pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, de los precios de la energ¨ªa a su coste real para la sociedad, como medio m¨¢s eficiente de influir en el comportamiento de los consumidores.
Una ¨²ltima reflexi¨®n va dirigida a las personas como individuos y su posible contribuci¨®n a este proceso. Aunque se necesita una pol¨ªtica p¨²blica de ahorro energ¨¦tico de ¨¢mbito nacional, europeo y mundial, nuestro modelo de desarrollo se llama sociedad de consumo. Las personas individualmente deber¨ªamos ser capaces de ir introduciendo peque?os cambios de comportamiento que, eventualmente, vayan creando una conciencia del ahorro. Si esta conciencia se generaliza, puede convertirse en presi¨®n social y generar cambios globales. Son estos cambios de comportamiento y el ejercicio de la presi¨®n social de los individuos y de las instituciones lo que acaba por conseguir, en un entorno democr¨¢tico, que se incluyan los temas verdaderamente importantes con los enfoques adecuados en las agendas de los grandes foros y de los Gobiernos.
* Firman conjuntamente este art¨ªculo: Francisco Ayala, Jos¨¦ Mar¨ªa Arraiza, Carlos Bravo, Pedro Caballero, Jes¨²s Candil, Alberto Carbajo, Carlos de Castro, Jordi Dolader, Jorge Jabra, Xavier Garc¨ªa Casals, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa, Xabier Labandeira, Pedro Linares, Juan Llamas, Ladislao Mart¨ªnez, Emilio Men¨¦ndez, Carlos de Miguel, Julio Montes, Jos¨¦ Mar¨ªa Montes, Pablo Os¨¦s, Mercedes Pardo, Miguel ?ngel Pantoja, Jos¨¦ Ignacio P¨¦rez Arriaga, Jos¨¦ Ignacio Pradas y Emilio Rull. Los firmantes integran el Grupo de Reflexi¨®n sobre Energ¨ªa y Desarrollo Sostenible, formado por profesores universitarios, representantes de organizaciones no gubernamentales y profesionales de la Administraci¨®n y de empresas del sector energ¨¦tico.
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