La guerra avanza
La guerra se extiende. Todo lo ocupa. Pocas cosas suceden en este mundo que no tengan que ver con la guerra, fuera de unos pocos conflictos encapsulados, aunque puedan ser m¨¢s lacerantes que cualquier pretexto b¨¦lico. La guerra est¨¢ en todo y todo est¨¢ ya en guerra. Con los correspondientes desperfectos y aver¨ªas que est¨¢ ocasionando en las relaciones entre pa¨ªses y en los organismos internacionales. La primera pregunta que se le ocurre a quien participa en una guerra es si saldr¨¢ vivo de ella.
Vale para los soldados que a estas horas se apelotonan en las inmediaciones de Irak e incluso ya dentro de su territorio. Vale ante todo para los iraqu¨ªes, los habitantes de las grandes ciudades y los j¨®venes reclutados forzosamente por el r¨¦gimen para enfundarse el uniforme de un ej¨¦rcito derrotado antes de combatir. Y para Sadam Husein, el malo m¨¢s malo del designado eje del mal. Pero tambi¨¦n para muchos otros.
La devastaci¨®n b¨¦lica es un banco de pruebas terrible para todos; para quienes aspiran a gobernar es un momento decisivo para demostrar los reflejos
Para sus vecinos del mundo ¨¢rabe. Para Recep Tayip Erdogan, el l¨ªder del Partido de la Justicia y del Desarrollo, que s¨®lo llegar al Gobierno se encuentra con la dif¨ªcil papeleta de autorizar la entrada de las tropas norteamericanas y el uso de sus bases para atacar a Irak. Y sobre todo para el arruinado Yasir Arafat, sobre cuyo destino hablan las encuestas y los designios en Israel. Seg¨²n un sondeo publicado por el diario Haaretz, un 45% de los ciudadanos israel¨ªes creen que a la primera oportunidad hay que quit¨¢rselo de en medio, sin especificar detalles de si se trata de su eliminaci¨®n f¨ªsica, tal como propugnan los m¨¢s duros entre los halcones.
Pero la pregunta sobre la supervivencia tambi¨¦n tiene valor, en este caso pol¨ªtico, para numerosos dirigentes del mundo occidental: Tony Blair se juega su futuro. Se lo juegan Gerhard Schr?der, debilitado hasta la extenuaci¨®n, y su ministro de Exteriores, Joschka Fischer. Jos¨¦ Maria Aznar no, porque se va. Pero s¨ª su partido y sus tres delfines, que pueden recibir una dif¨ªcil herencia. Tambi¨¦n se la juega en muchos pa¨ªses la oposici¨®n. La devastaci¨®n b¨¦lica es un banco de pruebas terrible para todos, pero para quienes aspiran a gobernar es un momento decisivo para demostrar la capacidad de respuesta, los reflejos, y finalmente la madera de gobernante o incluso para empezar a existir como alternativa, como puede suceder con los conservadores brit¨¢nicos.
Apagafuegos
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero est¨¢ plenamente identificado con el "No a la guerra" y a la fortuna pol¨ªtica de la movilizaci¨®n y de la apuesta estar¨¢ ligado su futuro. Mariano Rajoy, como buen apagafuegos de cada uno de los grandes conflictos que afectan al Gobierno, es el candidato m¨¢s visible y sometido a mayor riesgo. Rodrigo Rato, por el contrario, el m¨¢s discreto. Y Mayor Oreja el m¨¢s ajeno a todo esto y el m¨¢s ocupado en lo suyo, que es el Pa¨ªs Vasco. Cuando sale del esquema es para regresar a ¨¦l: como si todo tuviera su modelo y medida en la lucha contra el terrorismo de ETA.
Todos los pol¨ªticos se hallan ya bajo el fuego graneado de la guerra que se extiende, pero algunos ocupan lugares especialmente peligrosos. Lord Robertson, el secretario general de la OTAN, anda ya herido por su incapacidad para resolver la pelea monumental e ins¨®lita que divide a los socios. El presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi, est¨¢ malherido de irrelevancia, el defecto pol¨ªtico por excelencia proclamado por el emperador Bush. Un mal muy similar al que puede afectar dentro de poco a Kofi Annan. El alto representante de la UE para la Pol¨ªtica Exterior, Javier Solana, sobrevive con pericia a pesar de que se halla tambi¨¦n en una de las zonas donde silban los obuses. Las heridas m¨¢s serias, todav¨ªa insuficientes para ingresar en el hospital de moribundos, las han recibido tres instituciones internacionales: Naciones Unidas, la Alianza Atl¨¢ntica y la Uni¨®n Europea. Es decir, toda la arquitectura internacional del mundo que hemos conocido hasta ahora.
Y entre los mejor pertrechados para aguantar el tir¨®n est¨¢ Jacques Chirac, el presidente de la Vieja Francia, dotado de una confortable mayor¨ªa y asentado sobre un ampl¨ªsimo apoyo de su opini¨®n p¨²blica. Si Tony Blair se inspira en Winston Churchill para soportar la soledad, Jacques Chirac se refugia en la sombra de De Gaulle para liderar la oposici¨®n francesa al Imperio. ?En qui¨¦n se inspira, por cierto, Aznar?
Entre las cosas que aguantan est¨¢ la s¨®lida amistad entre franceses y alemanes. Durante un siglo convirtieron Europa en un campo de batalla y de ello han extra¨ªdo lecciones que todav¨ªa perduran. "No a la guerra" suena de forma muy distinta en las calles de la Vieja Europa, el continente de las trincheras y los bombardeos civiles, los totalitarimos y el genocidio durante el siglo XX, que en Estados Unidos o en Israel, los dos ¨²nicos pa¨ªses donde la poblaci¨®n se decanta a favor de la primera guerra preventiva del siglo XXI.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.