Vesubios de sangre humana

Agua va

Hay que remontarse muchos decenios atr¨¢s para ver en el partido en el Gobierno tanta y tan vociferante impostura de trilero. Que un cargo p¨²blico populachero afirme sin sonrojarse que lo que desean los socialistas es que el labrador valenciano se quede sin agua para regar sus cultivos no s¨¦ yo si es para acudir de inmediato al juzgado de guardia por injuria manifiesta, pero s¨ª dice lo bastante acerca de una posici¨®n que est¨¢ resuelta a lo que sea con tal de salirse con la suya. ?Y cu¨¢l es? Siendo bastante incierto que esta gente est¨¦ tan ansiosa por socorrer al campo valenciano que no le importe recurrir a cualquier artima?a de vendedor de crecepelos para conseguirlo, habr¨¢ que contemplar la presi¨®n de otros intereses en un plan tan dudoso como el hidrol¨®gico. Aprovechar unas inundaciones para contraponerlas a nuestra carencia de agua es argucia de miserables incompetentes.

M¨¢s agua a¨²n

El asunto de Aguas de Valencia, que son otras aguas algo m¨¢s turbias y as¨ª como m¨¢s diversificadas, no se resuelve con una graciosa y arisca Alicia de Miguel concediendo entrevistas exculpatorias a fin de torear una explicaci¨®n parlamentaria que el ciudadano merece porque es el que paga con sus impuestos todo ese jolgorio, en el que cabe incluir a manera de chocolate del loro las postineras estancias en hoteles de lujo parisiense. El agua se ve que es que da para mucho, por m¨¢s que se vaya convirtiendo en una especie de chapapote mal depurado que deja su rastro de pringados por all¨¢ por donde pasa. Y se ve tambi¨¦n que pasa por muchos sitios, porque siempre busca su cauce natural, una naturaleza conductiva de muchos siglos que s¨®lo de manera ocasional obedece los dictados de quienes buscan su provecho en cortapisas de cemento m¨¢s o menos reversible.

Vuelve la disidencia

Muy claro tienen que verlo los actores y cineastas, tan dependientes de las subvenciones en su trabajo, para montar con toda raz¨®n el pollo que est¨¢n montando a prop¨®sito de la m¨¢s que posible guerra contra Irak. Y m¨¢s feliz que un estudiante con trenka nueva aparec¨ªa Fernando Savater en las fotos que recog¨ªan la condena de los artistas a ETA, que tambi¨¦n es que ya era hora. Lo que molesta al equipo de gobierno es que esos rostros tan desde?osos con el ardor guerrero son m¨¢s populares que el de Mariano Rajoy, por poner un caso, circunstancia que le complica las cosas algo m¨¢s de lo previsto, no vaya a ser que los ocho millones de espectadores que siguen las aventuras televisivas de Imanol Arias acaben votando por las posiciones que, al parecer, defiende. Quiz¨¢s por eso hasta un tipo, dizque periodista, como Jim¨¦nez Losantos est¨¢ de los nervios y la toma ahora -con ira pero sin gracia, con lo gracioso que es en s¨ª mismo- tambi¨¦n contra los c¨®micos.

Por lo mismo

Otra cosa que puede pasar es que juntando el asunto del Prestige, el ce?o cada vez m¨¢s fruncido de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el paracaidismo pol¨ªtico de Ana Botella y la sumisi¨®n del gobierno a los designios de un Bush cada vez m¨¢s desconcertado, se desencadene una resurrecci¨®n tal vez no pasajera de esos movimientos sociales que tanto cost¨® organizar como sociedad civil en los a?os inmediatos a la transici¨®n y que duraron lo que un lirio una vez se consum¨® el traslado de poderes. Existen sin duda lo que anta?o se llamaban las condiciones objetivas para un renacimiento de esa clase, y m¨¢s entre la mayor¨ªa de j¨®venes desalentados que no pueden tomarse en serio a Aznar, a la Botella o a la boda de su hija. As¨ª las cosas, queda por ver qu¨¦ har¨ªa el pesoe, reconstituido, con un bacalao de nueva planta que tanto contribuy¨® a desactivar cuando crey¨® conveniente hacerlo.

Un jesuita enorme

Hay una hermosura espiritual como aura protectora de algunas personas tocadas por la gracia que resulta m¨¢s f¨¢cil de percibir que de definir como dios manda. Abrigaba a Juan Benet, sin duda, pero tambi¨¦n arropa a Peter Brook, Castilla del Pino o Julio Medem, por ejemplo, en un territorio muy sutil donde la mirada jam¨¢s desmiente la integridad de la persona, ni del personaje, y que a veces se confunde con la elegancia del gesto, que vendr¨ªa a ser el reflejo aproximado de un rigor en deuda con un paisaje interior bien amueblado. Miquel Batllori podr¨ªa haber pasado perfectamente por un dandy de marca, no ya por la elegante disposici¨®n de su esqueleto sino por el preciosismo de un intelecto que convert¨ªa en imprescindible cualquier detalle merecedor de sus muchas atenciones. El desd¨¦n, tambi¨¦n a la hora de su muerte provisional, de los que con tanta indignidad ocupan nuestras instituciones pol¨ªticas, no deja de ser un regalo inadvertido.