No se vaya
Pens¨¦ en repetir, qu¨¦ vulgaridad, el "?V¨¢yase!" que dedic¨® al "se?or Gonz¨¢lez"; medio so?¨¦ que oir¨ªa en las radios la noticia de elecciones generales: cosas de antiguo. El c¨²mulo de sensaciones que se multiplic¨® con el final de Fern¨¢n-G¨®mez pod¨ªa producir una cierta embriaguez de las que mezclan lo posible y lo imposible. Despert¨¦, rectifiqu¨¦: que no se vaya. Que se quede y caiga. Que no deje en su ignoto sucesor este final. Hoy sus coristas insisten en que lo que se pidi¨® fue la paz, pero saben que, en realidad, era un no al Gobierno y se mezclaba en ¨¦l los desastres sucesivos de este ¨²ltimo a?o de llanero solitario: es malo que un hombre de talento grite, como los diestros de tendido, "?Dejadme solo!"; pero si adem¨¢s es incapaz, m¨¢s le vale saltar la barrera, salir por la puerta del toril y correr Alcal¨¢ arriba. No corra, d¨¦ la cara al miura este. Vea c¨®mo el que parec¨ªa m¨¢s curiosito, el que quiere ser alcalde de estas calles, que se han visto tan de 14 de abril o de 18 de julio, no dice nada; vea c¨®mo puso su televisi¨®n, Telemadrid, al servicio de los manifestantes (elogio inmediato a Gim¨¦nez Alem¨¢n. Otra cosa ser¨ªa hoy Abc si lo hubiera seguido dirigiendo); no se ha dejado embriagar por la botella que usted le puso -qu¨¦ chiste, cielos; cuando lo vea impreso me sonrojar¨¦-, pero la Trini estaba en la calle; piense en lo que le espera a¨²n de verg¨¹enza y sonrojo cuando mande sus guardias civiles y sus legionarios a matar al iraqu¨ª que sobre despu¨¦s de los tres mil primeros proyectiles. No, exagero: las caras p¨¦treas no enrojecen, solamente se ponen un poco gris¨¢ceas como la de Fraga. No crea que lo del s¨¢bado en Espa?a, resonando con todo el mundo, era una petici¨®n de paz solamente: era un reproche continuo, al que usted dio el ¨²ltimo alfilerazo con el mon¨®logo de la Palacio en el Consejo de Seguridad: el pa¨ªs que ya le hizo una huelga, y usted no se enter¨®: el de los estudiantes contra la otra se?ora que coloc¨® la ley de educaci¨®n. Contra el ministro del Interior que le llev¨® a las elecciones del Pa¨ªs Vasco, y all¨ª se ha quedado; era contra su manera de dominar la propaganda, contra la televisi¨®n que pone muecas en lugar de informaciones. Contra su sublime desprecio al chapapote, que est¨¢ all¨ª. Siga, siga: tiene que ser usted el que pierda. Despu¨¦s de sus alcaldes y de sus presidentes. Poco antes que Bush.
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