La celos¨ªa
Hay en este texto de 1978 de Harold Pinter m¨¢s de una referencia ir¨®nica, un tanto a toro pasado, sobre la objetividad de la mirada en la novela francesa inmediatamente anterior a los a?os en los que imaginada esta obra, y de una manera un tanto oblicua a una novela de Alain Robbe-Grillet donde las minucias del celo son tan constantes que aluden al mismo tiempo a esa malsana disposici¨®n del ¨¢nimo y a un cierto modelo de ventana que ocultar¨ªa s¨®lo a medias la mirada a trav¨¦s de sus pesta?as.
Este material, que la sabidur¨ªa textual de Harold Pinter lleva a los territorios exclusivos del lenguaje, lo articula el dramaturgo a modo de un flash back de estirpe casi cinematogr¨¢fica (que no en vano recuerda al glorioso salto atr¨¢s con el que comienza Accidente, la pel¨ªcula que Pinter escribi¨® para Joseph Losey), pero en relaci¨®n con otro acontecimiento, esto es, con otra memoria ilusoria de las cosas. En una barra de bar muy anglosajona, una pareja recuerda el tiempo de su amor, es decir, de su traici¨®n, porque ella tuvo su relaci¨®n con el mejor amigo de su marido, y aprovecha ahora una ocasi¨®n indiscreta para mencionar, sin penas ni acritud, otras infidelidades.
Tra?ci¨®
De Harold Pinter, en traducci¨®n de Ernest Riera, por Cae la Sombra. Int¨¦rpretes, Lina Lambert, Jordi Mollet, Pep Tosar/Xavier Albert¨ª, Dami¨¤ Plensa. Iluminaci¨®n, Escenograf¨ªa y Direcci¨®n, Xavier Albert¨ª. Espai Moma. Valencia.
En Pinter no hay textos menores, porque todos ellos suponen un espiral de aproximaciones sucesivas a la veracidad de una memoria que en vano intenta atrapar el sentimiento que se supone a la motivaci¨®n de la conducta. Este derroche de palabras que nada puede explicar, porque el suceso est¨¢ fechado pero el acontecimiento que lo mueve carece de calendario conocido, y por tanto de expresi¨®n confortable para nadie, est¨¢ aqu¨ª muy bien servido por una escenograf¨ªa limpia como la memoria vac¨ªa y una direcci¨®n atenta a un silencio devorador que dice mucho m¨¢s que los recuerdos. Un ejercicio de estilo, brillante en muchos de sus pasajes, con una actuaci¨®n precisa, donde queda claro que la traici¨®n a los dem¨¢s est¨¢ siempre precedida de la traici¨®n a la inocencia de uno mismo. Rimbaud, en suma, pero m¨¢s en palabrero.
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