Demasiados olvidos significativos en Nissan
El pretendido debate sobre la flexibilizaci¨®n de las relaciones laborales fruto del contexto de recesi¨®n econ¨®mica necesita algo m¨¢s de tranquilidad que la que ofrece un proceso de elecciones sindicales. Por esto, ahora no es f¨¢cil abordarlo y evitar a la vez que las situaciones particulares de cada empresa, o incluso de cada sector, impregnen negativamente la cuesti¨®n como est¨¢ ocurriendo precisamente en Nissan. Aunque esta empresa, una de las m¨¢s importantes de Catalu?a por el n¨²mero de trabajadores que ocupa directa e indirectamente, es un buen ejemplo para explicar c¨®mo afecta a nuestra industria la incipiente crisis econ¨®mica, avivada por esta incertidumbre preb¨¦lica, y por otro lado la futura ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea con la incorporaci¨®n de los pa¨ªses del Este.
En este contexto de amenazas los sindicatos no podemos permitirnos un mal an¨¢lisis de la realidad y mucho menos un an¨¢lisis sesgado. Eso nos conducir¨ªa necesariamente a prestar un p¨¦simo servicio a los trabajadores que tendr¨ªa repercusiones a medio y largo plazo, aunque nos reporte beneficios virtuales de forma inmediata. En esta situaci¨®n nos encontramos. Entre la responsabilidad de asumir un acuerdo que permita asegurar el futuro del proyecto Nissan, y por tanto el de sus trabajadores, o hacer una cuesti¨®n de principios de algo que en sucesivas negociaciones puede corregirse, siempre y cuando lo primero est¨¦ garantizado.
La postura f¨¢cil es enrocarse y abdicar de nuestras responsabilidades como representantes sindicales, evitar el acuerdo y despu¨¦s estigmatizarlo. Nada m¨¢s lejos de los intereses de los trabajadores. Los que ponen en tela de juicio -nunca mejor dicho- el convenio al que llegaron la secci¨®n sindical de UGT, el Sindicato Independiente del Grupo de Empresas de Nissan (SIGEN) y la propia empresa, parecen olvidar que el pacto evita que se abra la v¨ªa a la subcontrataci¨®n de determinadas l¨ªneas de producci¨®n. Despu¨¦s de la sentencia ser¨¢ posible ver a trabajadores haciendo la misma funci¨®n, pero cobrando salarios muy por debajo del convenio firmado, con contratos temporales y con condiciones laborales inferiores s¨®lo por pertenecer a una empresa subcontratada por Nissan. Eso s¨ª constituye un verdadero trato desigual.
Tambi¨¦n parecen olvidar cuando calculan los costes de m¨¢s que ha de asumir la empresa sin la diferencia salarial, que con el acuerdo impugnado, Nissan se compromete a incorporar y a asumir el incremento sobre los costes laborales de otros 800 trabajadores que se sumar¨ªan a los 105 que fueron contratados como consecuencia del convenio. Demasiados olvidos y demasiado significativos.
En definitiva, los que se oponen a este convenio argumentado altos valores constitucionales, cometen varios errores. En primer lugar, dudan de la capacidad de las empresas multinacionales de llevar a cabo sus decisiones. Nissan pondr¨¢ en pr¨¢ctica su estrategia alternativa como en Seat, que ha acabado llevando el 10% de la producci¨®n del modelo Ibiza a Bratislava y ahora el comit¨¦ de empresa asume un excedente de 800 trabajadores sin que nadie se rasgue las vestiduras.
En segundo lugar, reducen al m¨ªnimo los m¨¢rgenes de negociaci¨®n entre las partes. El contexto actual de competencia abierta por la producci¨®n entre pa¨ªses o en el seno de un mismo grupo empresarial nos obliga a adoptar medidas de flexibilidad pactada que se deben concebir para garantizar la ocupaci¨®n estable y de calidad. Pero para ello hacen falta los m¨¢rgenes de negociaci¨®n con los que se acaba cuando se judicializan las relaciones entre empresa y sindicatos.
Y finalmente, carecen de una perspectiva amplia del conjunto del grupo empresarial o incluso del sector. Las firmas multinacionales tienen en sus manos posibilidades alternas para llevar a cabo sus planes de negocio, que sin ser las id¨®neas son asumibles en su estructura de costes. Por eso, es especialmente grave colocar en situaci¨®n de riesgo la producci¨®n en la planta de Zona Franca de nuevos modelos sustitutivos del Terrano, que asegurar¨ªa el futuro de la empresa, de sus trabajadores actuales, as¨ª como la contrataci¨®n de otras 800 personas tal como refleja el acuerdo. Sin contar, desde luego, con todo el empleo que se crear¨ªa en la industria auxiliar del autom¨®vil. Todo eso est¨¢ en juego.
Por tanto, no se puede reducir la cuesti¨®n a un simple pleito por la igualdad salarial de unos trabajadores, que sin este acuerdo lo ¨²nico que tienen garantizado es un contrato precario, en una empresa subcontratada y con un sueldo m¨¢s cercano al convenio provincial del metal que al de Nissan. La decisi¨®n estriba entre la adopci¨®n de medidas de flexibilidad reflejadas en convenio o asumir que nos impongan la precariedad, entre reaccionar a la defensiva y con f¨®rmulas simples o convertirnos en agentes proactivos y avanzarse a los cambios. As¨ª las cosas, no vale el doble discurso que argumenta la responsabilidad cuando se acuerda y los derechos cuando se rompe. Ahora m¨¢s que nunca, la negociaci¨®n colectiva tiene que ser la protagonista, y no los tribunales. En estos momentos en que el crecimiento econ¨®mico se estanca, la competencia entre pa¨ªses se hace m¨¢s agresiva y las multinacionales cumplen sus amenazas, hay que hacer el m¨¢ximo acopio de serenidad sindical y aprovechar los espacios de pacto en beneficio mutuo. S¨®lo as¨ª podremos desarrollar un modelo industrial basado en la creaci¨®n de valor a?adido, que potencie la innovaci¨®n tecnol¨®gica, la formaci¨®n permanente y el crecimiento del empleo de calidad.
Josep M. ?lvarez es secretario general de UGT de Catalu?a.
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