"Es la vida la que crea los libros, incluso los libros de filosof¨ªa"
Eugenio Trias (Barcelona, 1942) acaba de publicar El ¨¢rbol de la vida (Destino), un libro de memorias que evoca sus primeros 33 a?os. Y con ellos las fuentes de su quehacer filos¨®fico, los libros que escribi¨® entonces, las mujeres que quiso y las confesiones que abraz¨®.
Pregunta. Parece que usted logr¨® sobrevivir al Opus y al Partido Comunista. Aunque el Opus sale en sus memorias mejor parado que el PC.
Respuesta. Con el Opus tengo una dificultad cr¨ªtica. El trato que tuve con ellos fue muy humano y cordial. Cuando decid¨ª dejarlo no me sometieron a ninguna de esas vejaciones que tanto se han propagado. Lo lamentaron y eso fue todo. Mucho peor me fue con los comunistas: me qued¨® un regusto y una sordidez intensos. Creo que el mito del PC como resumen del antifranquismo es exagerado. El PC iba m¨¢s bien a remolque de las iniciativas de la gente.
"Me parece que donde la filosof¨ªa puede tener mayor fecundidad es en el asombro"
"Las circunstancias particulares van marcando los caminos intelectuales"
P. En el Opus encontr¨®, adem¨¢s, un maestro.
R. S¨ª, digo que Leonardo Polo ha sido el ¨²nico maestro que he tenido. En mi gremio tal vez sorprenda. Pero es as¨ª.
P. Su juicio sobre la Obra va m¨¢s all¨¢ de los aspectos personales: usted cree que su presencia en la pol¨ªtica y en la cultura espa?olas fue positiva.
R. Sin duda. Mi tesis es que el Opus supuso una bocanada de aire fresco en la Espa?a de entonces, frente al jesuitismo y al rancio catolicismo. El Opus ten¨ªa, incluso, un punto de anticlericalismo muy agradable.
P. Leonardo Polo es el maestro positivo y Manuel Sacrist¨¢n el negativo. ?Qui¨¦n lo habr¨ªa dicho!
R. Sacrist¨¢n aunaba todos los dogmatismos: el del marxismo y el del positivismo l¨®gico. Es decir, el de la teor¨ªa y el de la pr¨¢ctica. Era un hombre con perfiles como sectarios, muy preocupado por captar disc¨ªpulos. Su aportaci¨®n a la filosof¨ªa es escasa. Aunque debo reconocer que a veces sus consejos eran ¨²tiles. Como cuando nos dec¨ªa que no perdi¨¦ramos el tiempo con Sartre y que nos dedic¨¢ramos a Heidegger.
P. Su sorprendente mirada sobre los d¨ªas corrientes del franquismo llega hasta los homosexuales: al parecer los trataban de maravilla en el Ej¨¦rcito que conoci¨®.
R. As¨ª es. He dejado que mi memoria funcionase. Creo que es de este modo c¨®mo ha de escribirse un libro de estas caracter¨ªsticas. Hice el servicio militar en Mallorca. Coincid¨ª con cuatro homosexuales que se exhib¨ªan como tales. Nadie los reprim¨ªa. ?Estaban exentos de muchos servicios! Se trata de lo que yo vi.
P. Su descripci¨®n de la Barcelona de los sesenta es muy contundente: fueron felices.R. Mire, entre 1966 y 1972, hasta poco despu¨¦s del encierro de Montserrat, en Barcelona se viv¨ªa estupendamente. Los controles del franquismo eran severos en Madrid. Pero en Barcelona se aflojaban. Durante una buena temporada se cre¨® un espacio de cierta inmunidad. Hab¨ªa lugares, peri¨®dicos, editoriales donde se viv¨ªa en libertad. Llegar¨¢ un d¨ªa en que convendr¨¢ hablar de los diversos franquismos. El franquismo del principio de los setenta no tiene nada que ver con el de veinte a?os antes. Y ese ambiente de libertad no era tan minoritario como se ha dicho.
P. ?No era la relativa y despreocupada impunidad vital de cuatro burgueses?
R. No, no, ese ambiente se extend¨ªa por capas m¨¢s amplias de la sociedad.
P. En sus memorias hay el prop¨®sito de explicar las circunstancias vitales donde se gestaron sus libros. ?La descripci¨®n de esas circunstancias completa su sentido?
R. Es la vida la que crea los libros. Incluso los libros de filosof¨ªa. El ¨¢rbol de la vida es m¨¢s importante que el de la ciencia. La vida, las circunstancias particulares, van marcando los caminos intelectuales. Conocer esa vida ayuda a entender los libros.
P. O sea que la explicaci¨®n era que usted tiene v¨¦rtigo.
R. ?Ehhh...?
P. Hablo de su fascinaci¨®n por la pel¨ªcula de Hitchcock.R. Ja, ja. As¨ª es. Siempre he tenido v¨¦rtigo. Supongo que sin esa anomal¨ªa jam¨¢s habr¨ªa escrito Lo bello y lo siniestro.
P. Hay algo m¨¢s, sin embargo, en lo que explica sobre esa pel¨ªcula y la vida. La hermana...
R. S¨ª, un cierto sentimiento de culpa. De peque?o mi hermana pudo morir a causa de una imprudencia m¨ªa y creo que esa culpabilidad me vincula con Scottie, el protagonista de la pel¨ªcula.
P. ?Ha acabado de descifrar V¨¦rtigo?
R. No.
P. ?Se trata de la vida?
R. Se trata de mi vida.
P. Tratado de la pasi¨®n fue escrito bajo el influjo de la que usted llama "una chica de la Catalu?a interior".
R. S¨ª. Las convulsiones de experiencia est¨¢n descritas en ese libro. La frustraci¨®n de la pasi¨®n amorosa me oblig¨® a irme durante m¨¢s de un a?o a Am¨¦rica. Supongo que el viaje fue una especie de elaboraci¨®n del duelo.
P. Parece que en Brasil decidi¨® pasar del amor / tragedia al amor / comedia. Describe usted un tri¨¢ngulo resuelto alegremente a pleno gusto de todos.
R. Era carnaval. Era cambiar de m¨¢scara. No me qued¨® m¨¢s remedio que entregarme a la propuesta. Volv¨ª siendo otro. Por eso hablo de un viaje inici¨¢tico.
P. Un colega le dijo un d¨ªa que sus libros eran literatura y no filosof¨ªa, y que no supo si tom¨¢rselo como un halago o un menosprecio. ?Ya lo sabe?
R. Ehh... Para m¨ª la filosof¨ªa es literatura. Literatura de conocimiento, aunque una novela o un poema tambi¨¦n pueden ser formas de conocimiento. A m¨ª la buena filosof¨ªa me entra en buena medida por la escritura. En los mejores fil¨®sofos lo que cuenta es el placer del texto. Salvo, quiz¨¢, en Arist¨®teles y Kant..., que tal vez sean los mejores. Pero de Arist¨®teles s¨®lo nos han llegado los apuntes de sus clases y que Kant es un extra?o caso, el de un hombre que pensaba en lat¨ªn y escrib¨ªa en alem¨¢n. He intentado no circunscribirme a ning¨²n g¨¦nero y escribir siempre con la m¨¢xima atenci¨®n en el texto.
P. ?Por tanto no vale distinguir entre sus obras m¨¢s ensay¨ªsticas y las m¨¢s sistem¨¢ticas?
R. No vale. Al menos desde ese punto de vista. Cuando estaba en plena construcci¨®n de un sistema, en uno de mis libros m¨¢s dif¨ªciles, La raz¨®n fronteriza, me pon¨ªa a escribir V¨¦rtigo y pasi¨®n, una reelaboraci¨®n de Lo bello y lo siniestro. Y no cambiaba de actitud. En La raz¨®n... hay partes perfectamente ensay¨ªsticas.
P. Por cierto: por muy fronteriza que sea la raz¨®n, es ciertamente singular que un fil¨®sofo cuente experiencias espiritistas.
R. Ja ja. Bueno..., fue con el cineasta Gonzalo Su¨¢rez. Lo cierto es que el vaso se empez¨® a mover sobre la mesa y se?al¨® aquellas letras y ...
P. ?Hab¨ªa tomado algo?
R. Ja ja, no, le juro que no. Aunque lo cierto es que estaba escribiendo Metodolog¨ªa del pensamiento m¨¢gico.
P. Escribe de s¨ª mismo que no es "un metaf¨ªsico convencido". M¨¢s all¨¢ de la especialidad filos¨®fica, ?qu¨¦ quiere decir?
R. Se lo dir¨¦ en una frase: el hecho de vivir me asombra. Es cierto que la filosof¨ªa nace porque tenemos conciencia de la muerte. Pero lo asombroso es vivir. Y es tal asombro, la tentativa de describirlo, lo que est¨¢ en la ra¨ªz de mi filosof¨ªa. Ver el asombro en el sexo, el amor, el dolor, la enfermedad, el sue?o... Son temas que se pueden tratar de much¨ªsimas maneras. Yo he querido tratarlos desde el asombro metaf¨ªsico. A m¨ª me parece que donde la filosof¨ªa puede tener mayor fecundidad es en ese asombro.
P. En el libro describe dos c¨®pulas fundamentales de su vida. Una, perdido por las calles de Ginebra, con la libertad. Otra en Barcelona, con una joven de Granada. ?A cu¨¢l renunciar¨ªa?
R. Renunciar¨ªa a la granadina antes que a la libertad. Dej¨¦ el Opus por la obediencia. Era lo que m¨¢s jod¨ªa, la obediencia.
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