La poda del ¨¢rbol de la ciencia

Es un hecho conocido que Jos¨¦ Ib¨¢?ez Mart¨ªn eligi¨® como s¨ªmbolo del reci¨¦n creado Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas "el ¨¢rbol luliano de nuestra ciencia", que se representar¨ªa como un frondoso granado.

En un primer momento el riesgo que se trat¨® de evitar fue que este emblem¨¢tico ¨¢rbol hiciese sombra al Ministerio de Educaci¨®n Nacional. Para que esto no sucediera, su primer secretario general, Jos¨¦ Mar¨ªa Albareda, puso mucho empe?o en supeditar el organismo al ministro y en dejar claro qu¨¦ lugar ocupaba cada uno. Existe abundante documentaci¨®n sobre estas dudas iniciales y sobre las soluciones que se ensayaron. Los avatares de la historia, que no hacen ahora al caso, y la tozuda realidad de los hechos acabar¨ªan por resituar al CSIC en el lugar que le corresponde: un organismo ejecutor de investigaci¨®n, de tercer nivel, a la misma altura que las universidades y los (otros) organismos p¨²blicos de investigaci¨®n (OPI).

Los sistemas de I+D cl¨¢sicos y tutelados por el Estado, como el espa?ol, suelen estructurarse en cuatro niveles competenciales: un primer nivel que define las grandes l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica cient¨ªfica y decide, por ejemplo, si hay que invertir m¨¢s en formaci¨®n de investigadores, o en renovaci¨®n de equipamientos, o en priorizar una determinada ¨¢rea cient¨ªfica. Este primer nivel se sit¨²a en el Gobierno ( y/o en el Parlamento) y se mueve en el terreno de las grandes l¨ªneas pol¨ªticas.

En un segundo nivel se convierten estas grandes l¨ªneas en programas presupuestarios, en textos legales y en convocatorias p¨²blicas. Este segundo nivel crea, por ejemplo, un Programa de Formaci¨®n del Personal Investigador, lo dota presupuestariamente y hace p¨²blicas las correspondientes convocatorias. Normalmente este segundo nivel lo constituye un ministerio sectorial o una agencia nacional.

En un tercer nivel est¨¢n las universidades y OPI, que ejecutan investigaci¨®n programada y financiada en el segundo nivel y definida en el primero. Los ejecutores disponen del personal y las infraestructuras, y tratan de captar los recursos necesarios a partir de las convocatorias de ministerios y agencias. En paralelo a este tercer nivel, o supeditado a ¨¦l, existe un cuarto nivel de organismos o centros que prestan imprescindibles servicios al sistema de I+D: son los encargados de an¨¢lisis, informes t¨¦cnicos, patentes, controles de calidad, elaboraci¨®n de estad¨ªsticas e indicadores y otros servicios especializados.

De acuerdo con este simplificado esquema de reparto de competencias, los ministerios ser¨ªan ¨®rganos de segundo nivel, y como tales suelen actuar: al Ministerio de Defensa no se le ocurre decidir cu¨¢ntos carros de la Divisi¨®n Acorazada Brunete participar¨¢n en unas maniobras, porque para eso hay un general al frente de ella, o al Ministerio de Fomento no se le ocurre supervisar la contrataci¨®n de las cuadrillas de trabajadores de la l¨ªnea del AVE, porque para eso est¨¢ la empresa adjudicataria.

As¨ª deber¨ªa ser tambi¨¦n el comportamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa (MCyT): como ¨®rgano de segundo nivel, deber¨ªa programar y financiar los programas de investigaci¨®n, hacer las correspondientes convocatorias y ejecutar su presupuesto.

Pero no es ¨¦ste el caso. Este ministerio, confusa y apresuradamente creado, a partir de un Ministerio de Industria y Energ¨ªa, cuyas mutilaciones fueron apenas compensadas con implantes extra¨ªdos del Ministerio de Educaci¨®n, lleva m¨¢s de dos a?os tratando de encontrar su nicho frente a otros ministerios m¨¢s consolidados.La inanidad pol¨ªtica de sus dos titulares, su (aparente) desconocimiento y desinter¨¦s de lo que es la I+D, los tribalismos funcionariales y la escas¨ªsima relevancia pol¨ªtica de la investigaci¨®n cient¨ªfica en Espa?a, han conducido a que el MCyT ande actuando como "la loca de la casa".

Incapaz de definir su parcela ante sus iguales y de conseguir un m¨ªnimo de notoriedad o de prestigio social, el MCyT se ha dedicado a quitarle atribuciones y competencias a sus entes subordinados, los OPI. En el caso del CSIC, que comenz¨® siendo un potencial rival del ministerio de tutela, lo est¨¢ intentando convertir, de hecho, en una subdirecci¨®n general, sin autonom¨ªa, sin medios, sin capacidad de interlocuci¨®n pol¨ªtica o social.

El MCyT puentea d¨ªa a d¨ªa a la direcci¨®n del CSIC, parasita sus iniciativas, le encomienda la resoluci¨®n de problemas nimios que ¨¦l mismo ha generado y no le proporciona los medios o los recursos necesarios para su actividad.

?ste es el marco de referencia en el que, en mi opini¨®n, hay que interpretar la dimisi¨®n de Rolf Tarrach como presidente del CSIC: ning¨²n cient¨ªfico competente y honesto puede contemplar sin alterarse semejante poda del ¨¢rbol de la ciencia (where trees are fallen, there is grief, A. E. Housman 1859-1936), ni asistir silenciosamente al desmontaje de las piezas del sistema de I+D, que tantos esfuerzos ha costado crear.

Javier L¨®pez Facal es investigador del CSIC.