"Puedo vivir sin escuchar a Rachman¨ªnov, pero no sin Bach"
Se pod¨ªa cortar el silencio. Lo dicen quienes estuvieron el lunes en el primero de los seis recitales de la obra integral de Juan Sebasti¨¢n Bach que ofrece Andr¨¢s Schiff (Budapest, 1953) en el teatro de la Zarzuela en Madrid. "Y es raro, sobre todo en esta ¨¦poca de catarros", dice el pianista h¨²ngaro. "Pero se agradece mucho", a?ade el int¨¦rprete, que predica que los pianistas se han apartado demasiado del maestro: "Los m¨²sicos tienen miedo a Bach porque si no lo intrepretan con el esp¨ªritu de la ¨¦poca temen que los expertos y los cr¨ªticos se les echen encima y les crucifiquen, pero hay que tocar a Bach lo mismo que los actores deben interpretar a Shakespeare. ?l es esencial. Se puede vivir sin Rachman¨ªnov, puedo pasar el resto de mi vida sin o¨ªr sus conciertos, pero sin Bach, no", dice.
Hoy intentar¨¢ crear la misma sensaci¨®n en su segunda aparici¨®n con la primera parte de El clave bien temperado y el domingo con las Seis partitas. El 28 y 30 de abril y el 3 de mayo, ¨²ltima actuaci¨®n, se acabar¨¢ la fiesta con las Variaciones Goldberg. Hay tiempo para comprender la visi¨®n especial que tiene Schiff del artista, "del m¨¢s grande", que trata de adecuar un camino intermedio entre los polos opuestos.
?Y qui¨¦nes son los dos extremos? Por un lado, est¨¢ el dogma de los miembros m¨¢s sectarios de la corriente aut¨¦ntica, aquellos que defienden la interpretaci¨®n con instrumentos de ¨¦poca y, por otro, los m¨¢s convencionales. "Yo creo que se puede adecuar a Bach a los instrumentos de hace 20 a?os y tocarlo con conocimiento profundo de su ¨¦poca", defiende Schiff, que reparte ataques para los dos bandos: "Los dogm¨¢ticos de la corriente aut¨¦ntica o hist¨®ricamente bien informada no pueden ejercer de polic¨ªas y establecer sus normas para todos. Entiendo que surgiera esta corriente, sobre todo despu¨¦s de la gran influencia que tuvo Herbert von Karajan en el siglo XX con su sonido Hollywood para todo lo que hac¨ªa, pero creo que muchos se est¨¢n excediendo", afirma.
Es Bach el primero que defiende la flexibilidad. "Adapt¨® muchas de sus obras para instrumentos diferentes a los que fueron escritos", asegura. Y su hijo, Carl Philipp Emanuel, fue de los primeros en escribir un m¨¦todo para el instrumento creado al principio del siglo XVIII. "Bach era un revolucionario, estoy seguro de que le hubiera gustado escuchar sus obras ahora en un piano moderno", asegura.
Aunque sin hacer filigranas ni ornamentos, sin recargar: "Para Bach hay que usar colores puros, no mezclas ni pasteles propios del impresionismo". Por eso, por ejemplo, Schiff recomienda algo esencial: "Alejarse de los pedales". Es decir, no emplear cosas que los teclados de la ¨¦poca no ten¨ªan. "No se le puede tocar como a Liszt o a Chopin, como si fuera un rom¨¢ntico. Hay que usar los pedales con discreci¨®n. La sencillez es algo bueno, es profunda", dice Schiff, que viste de azul oscuro y tiene una piel clara y fr¨ªa, de amante del recogimiento.
Es admirador y devoto de los primeros colegas suyos que abrieron caminos con Bach en el piano. "Sobre todo de Edwin Fischer, que no est¨¢ de moda, pero para m¨ª fue un h¨¦roe por haber hecho la primera grabaci¨®n de una obra de Bach en nuestro instrumento. Y de Glenn Gould tambi¨¦n, aunque ¨¦l es hoy un int¨¦rprete de culto. Ten¨ªa una personalidad brillante, pero demasiado exc¨¦ntrica; es de esos artistas a los que admiras, pero no te atreves a seguir", dice.
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