La ni?a violada
La religi¨®n cat¨®lica es tajante: no al aborto aunque el parto mate a la madre. Las autoridades de los pa¨ªses cat¨®licos son c¨®mplices: necesitan obispos para idiotizar al pueblo un poco m¨¢s all¨¢ de lo que lo hacen las drogas y el miedo terrenal, y el hambre: y esta ni?a de nueve a?os no puede abortar en Nicaragua, y morir¨¢ en el parto. Si no muriese (la Iglesia juega con una posibilidad favorable y, naturalmente, no excluye el milagro: y el pueblo angustiado reza para que lo haya), lo que nazca de una ni?a de esa edad, y la carga sobre unas personas de una pobreza absoluta, es absolutamente negativo. En ese pa¨ªs fracas¨® una revoluci¨®n culta, y el mundo civilizado se puso frente a ella como ahora se opone a Ch¨¢vez en Venezuela, y mand¨® los contras, y desautoriz¨® a los curas de la nueva teolog¨ªa; y esa revoluci¨®n cortada no pudo nunca evitar la pobreza de estas familias. Viv¨ªan del nomadismo agrario y la ni?a recolectaba con sus manitas: y la viol¨® otro desgraciado hambriento sexual, con su coca y su cabeza de memo: no digo que pod¨ªa ser un sacerdote porque sonar¨ªa a demagogia, pero los hay, y tambi¨¦n excomulgan ante un aborto.
Quiz¨¢ este caso se resuelva por presi¨®n mundial; pero los m¨¦dicos que han de determinar si la ni?a puede dar a luz los designa el obispo de la di¨®cesis de entre los suyos (los que mantienen su derecho a la conciencia: a qu¨¦ conciencia, a qu¨¦ moral aberrantes); puede ocurrir que alguien pague el viaje de la peque?a a otro pa¨ªs m¨¢s libre, o sea, menos cat¨®lico, menos musulm¨¢n, menos religioso de cualquier cosa: aunque tambi¨¦n hay ateos feroces. Pero no es el caso en s¨ª el que m¨¢s importa: es la abundancia de embarazos de mujeres de menos de quince a?os por hombres de su misma edad, o de cualquier otra. Se necesita el derecho a saber, el derecho a disponer de anticonceptivos: para el sexo libre o para la violaci¨®n.
(Personalmente: detesto el aborto. Es una violencia m¨¢s sobre la mujer y respeto esa cosa vaga e indefinible que es el embri¨®n. Quiz¨¢ por mi enemistad a la muerte ajena, mezclada con el derecho al suicidio y a la eutanasia. Un pensamiento libre es complejo y surge de contradicciones. Pero detesto m¨¢s a los que castigan a la que aborta y a quienes la ayudan, porque violan sus derechos b¨¢sicos. Sobre todo si fingen supuestos sobrenaturales cuando lo que siempre les inspir¨® fue mantener una demograf¨ªa que diera trabajo esclavista: como el de esta ni?a y su familia).
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