La C¨®nsula
Hace diez a?os ni el propio Francisco Oliva, a la saz¨®n consejero de Trabajo, podr¨ªa haber pensado que un incipiente proyecto de dotar a Andaluc¨ªa de una escuela de formaci¨®n de hosteler¨ªa alcanzar¨ªa el prestigio nacional e internacional que tiene ahora. La C¨®nsula, que as¨ª se llama esta escuela donde se hacen cocineros y camareros, est¨¢ en las afueras de M¨¢laga, en una espectacular finca restaurada gracias a la acci¨®n conjunta de la Junta de Andaluc¨ªa y el Ayuntamiento de M¨¢laga, entonces presidido por el socialista Pedro Aparicio.
De entonces a ahora, el camino recorrido ha sido, en ocasiones, traum¨¢tico.
No todos los consejeros que sucedieron a Oliva dieron el mismo apoyo, con momentos complicados en los que no hab¨ªa medios para seguir adelante. S¨®lo la sabidur¨ªa profesional, el regate en corto, el aguantar como en Numancia de sus directivos, la comprensi¨®n de proveedores y la confianza a prueba de bombas de quienes ten¨ªan y tienen la obligaci¨®n de abrir cada ma?ana la Escuela de La C¨®nsula y la de Benalm¨¢dena consiguieron sortear no pocas dificultades. Personas como Rafael de la Fuente, su director, Camarero, Denia, Ramos y otros muchos m¨¢s son los verdaderos art¨ªfices de un ¨¦xito que ni la propia Junta de Andaluc¨ªa ha sabido valorar en su justa dimensi¨®n. Si hubo alguna vez des¨¢nimo, pronto fue superado.
Esta escuela de hosteler¨ªa es ejemplo dentro y fuera de Espa?a. Y, lo que es m¨¢s importante, de sus clases ha salido un elenco de cocineros, algunos de ellos ya en la gu¨ªa Michelin, que nada m¨¢s obtener el t¨ªtulo encuentran trabajo. La C¨®nsula, con la preparaci¨®n que dan, es una inmejorable tarjeta de visita de la capacidad profesional cuando las cosas se hacen bien. Por eso sigue extra?ando que haya a¨²n quien pretenda negarle el pan y la sal a un proyecto que deber¨ªa merecer m¨¢s atenci¨®n, m¨¢s apoyo y m¨¢s calor.
En estos d¨ªas se han reunido cocineros que salieron de sus clases, algunos de ellos lejos de los fogones andaluces, llevando el sello de la escuela. A veces, nos cuesta reconocer un trabajo bien hecho. Y apoyarlo. Si esto fuera en Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco, otro gallo cantar¨ªa.
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