Progresando
Nadie puede acusarnos a los andaluces de resistirnos a las nuevas tecnolog¨ªas. Digan lo que digan las estad¨ªsticas, hay al menos un sector que no deja de estar en la vanguardia: el sector cofradiero, siempre dispuesto a experimentar con los nuevos medios. El DVD ya forma parte este a?o de la industria semanasantera. Ha brotado con la misma precocidad con la que en el mundo cofrade apareci¨® internet, el CD o el v¨ªdeo. La artesan¨ªa capillita es as¨ª de lanzada. Ya he escrito en alguna ocasi¨®n que, cuando regres¨¦ a Andaluc¨ªa hace nueve a?os, me sorprendi¨® el peso que la Semana Santa ten¨ªa dentro de la industria videogr¨¢fica andaluza.
El descubrimiento lo hice una ma?ana, de la mano de un viejo amigo, que fue ense?¨¢ndome en vivo el amplio cat¨¢logo que se ofrec¨ªa en diversos establecimientos de la calle Sierpes y aleda?os. Para m¨ª, fue una sorpresa: mis recuerdos de la Semana Santa andaluza se hab¨ªan quedado anclados en los ¨²ltimos a?os de los sesenta. Por entonces, a pesar del nacional-catolicismo oficialmente reinante, el fen¨®meno era muy comedido, los peri¨®dicos se ocupaban de ¨¦l lo justo y la industria cofrade se limitaba a producir cera, capirotes y bordados.
Cuando comenz¨® a surgir internet, recuerdo haberme topado con webs dedicadas a hermandades de Sevilla y M¨¢laga, cuando a¨²n ni la Junta ni los ayuntamientos andaluces se hab¨ªan atrevido a asomar la cabeza al ciberespacio. Como correspond¨ªa al esp¨ªritu cofrade, se trataba de webs muy barrocas: para disfrutarlas era necesario estar al d¨ªa en la descarga de plug-ins y estaban llenas de sonidos de marchas procesionales y saetas y animaciones que mostraban fragmentos de desfiles.
Hay que reconocer que esta pujanza tecnol¨®gica no es exclusiva del mundo cofrade. Es compartida por casi todas las fiestas andaluzas, y, especialmente, la feria de Sevilla, el Roc¨ªo y los carnavales de C¨¢diz. Bien pensado, no tiene nada de sorprendente. Nuestras fiestas son bastante laboriosas y de siempre han exigido unas log¨ªsticas agotadoras. Lo novedoso est¨¢ en lo cuantitativo: el surgimiento de una clase media ha multiplicado el n¨²mero de personas que pueden disfrutarlas, convirti¨¦ndolas en un apetitoso mercado.
Se trata de un desarrollo desmesurado que, dif¨ªcilmente, puede encontrar pares por esos mundos. Pensemos, por ejemplo, en el modo en el que ha crecido la superficie destinada a recintos feriales y los planes de desarrollo de estos recintos que albergan para el futuro casi todos los ayuntamientos.
El resultado es que fiestas, romer¨ªas y procesiones, que eran una herencia de nuestro acervo rural, han terminado adquiriendo un papel protagonista al conquistar a buena parte de la reci¨¦n llegada clase media. Y, consecuentemente, de los pol¨ªticos, que, en busca de votos, no se pierden una procesi¨®n, adoptan en las ferias las poses de los se?oritos de siempre y se permiten, incluso, innovar, creando tradiciones como esa reciente del primer golpe de gubia.
Que buena parte de nuestro esfuerzo y de nuestros ahorros se vaya en estas cosas no deja de ser una pena y una maldici¨®n para nuestro futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.