Gracias, se?or Aznar
Creo que puedo hablar en nombre de gran n¨²mero de "progres trasnochados" que, como yo, nos sentimos muy agradecidos al presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, porque sin ¨¦l y sin su pol¨ªtica dif¨ªcilmente se hubiese producido una tan extraordinaria sensibilizaci¨®n y movilizaci¨®n c¨ªvica como la que el pasado d¨ªa 15 congreg¨® en toda Espa?a a millones de personas en multitudinarias y pac¨ªficas manifestaciones contra la guerra.
Debemos darle much¨ªsimas gracias al presidente del Gobierno espa?ol porque gracias a ¨¦l ha quedado demostrado que en nuestro pa¨ªs, tal vez como en ning¨²n otro en todo el mundo, la opini¨®n p¨²blica es muy mayoritariamente contraria a la pol¨ªtica belicista del Gobierno de los Estados Unidos de Am¨¦rica presidido por George W. Bush, que cuenta con el apoyo incondicional y sistem¨¢tico del se?or Aznar y su Gobierno.
Est¨¢ visto que se equivocaban cuantos desde hace a?os afirmaban que la conciencia c¨ªvica hab¨ªa quedado adormecida y enajenada en una sociedad consumista desideologizada mediante el entronizamiento de la banalidad. Aunque todav¨ªa hay quien, como el inefable ministro Josep Piqu¨¦ o su compa?ero de filas Javier Arenas, en un nuevo ejercicio de insultante y arrogante estulticia, diga que los millones de ciudadanos que nos manifestamos lo hicimos de buena fe pero manipulados y tergiversados por los socialistas, lo cierto es que las masivas manifestaciones del pasado d¨ªa 15 fueron una inequ¨ªvoca expresi¨®n de la muy mayoritaria voluntad de la ciudadan¨ªa en contra de la pol¨ªtica del PP, en concreto en contra de su seguidismo incondicional y sumiso del belicismo de la actual Administraci¨®n estadounidense pero tambi¨¦n en contra de muchos otros aspectos de su pol¨ªtica. Por mucho que se empe?en los miembros del Gobierno y sus potentes pero cada vez m¨¢s escasos corifeos medi¨¢ticos, las recientes manifestaciones han confirmado con rotundidad lo que todas las encuestas ya hab¨ªan venido apuntando, esto es que en Espa?a, al igual que en Europa entera, la ciudadan¨ªa apuesta clara y muy mayoritariamente por la paz y no comparte el belicismo unilateral e imperialista del Gobierno de los Estados Unidos. No es ninguna casualidad que esto se haya expresado de forma todav¨ªa m¨¢s masiva en pa¨ªses como Espa?a, Italia y Gran Breta?a, los tres miembros de la Uni¨®n Europea que m¨¢s se han significado en su alineamiento con la pol¨ªtica de George W. Bush a favor de la guerra contra Irak. De nada sirve ahora que la ministra Ana Palacio, y con ella otros destacados miembros del Gobierno del PP, pretenda hacernos creer que tambi¨¦n ellos se sienten representados en estas manifestaciones. A no ser, claro est¨¢, que ello comporte un inmediato giro copernicano en su pol¨ªtica.
No es ¨¦ste tal vez el momento para argumentar en contra de la por desgracia muy probable guerra inminente contra Iraq, aunque tal vez no est¨¦ de m¨¢s recordar que ni Saddam Hussein es el ¨²nico ni probablemente el peor de los much¨ªsimos tiranos desgraciadamente en el poder en tantos pa¨ªses, en no pocas ocasiones bajo la protecci¨®n y el benepl¨¢cito de gran parte de los gobiernos del mundo occidental por mucho que masacren y torturen a sus sufridos s¨²bditos, ni Iraq es el ¨²nico pa¨ªs que posee armas de destrucci¨®n masiva, ni la dictadura iraqu¨ª tiene tampoco el patrimonio en el incumplimiento de resoluciones y mandatos de Naciones Unidas, que comparte con otros muchos estados que gozan a menudo del amparo estadounidense... Para nadie es un secreto las sin razones de la estrategia geopol¨ªtica imperial que se esconden detr¨¢s de la resuelta decisi¨®n del actual Gobierno de Estados Unidos para bombardear e invadir en breve Irak, con el apoyo entusiasta, entre otros, del Gobierno espa?ol presidido por Aznar. Y precisamente contra estas sinrazones contra las que se ha alzado, en nuestro pa¨ªs todav¨ªa con mayor ¨ªmpetu que en muchos otros, el clamor popular de una ciudadan¨ªa que no se siente representada por sus gobernantes. Unos gobernantes que, a diferencia de lo que parece que sucede ya tanto en Gran Breta?a como en Italia, se empe?an en hacer o¨ªdos absolutamente sordos a este clamor, tal vez para hacer honor al "sostenella y no enmendalla".No obstante, se equivocar¨ªa quien creyese que las manifestaciones que congregaron a millones de ciudadanos tuvieron su ¨²nica motivaci¨®n en la protesta contra la desgraciadamente muy probable guerra contra Irak. Cualquier observador atento pudo observar en dichas manifestaciones, junto a los muy mayoritarios lemas pacifistas, muchas otras protestas contra muchos otros aspectos de la pol¨ªtica del PP y su Gobierno. Y es que en los ¨²ltimos meses se han sucedido las cat¨¢strofes pol¨ªticas para el Ejecutivo presidido por el se?or Aznar, desde el tristemente c¨¦lebre "decretazo" y la huelga general subsiguiente que oblig¨® a su retirada vergonzante hasta el terrible desastre del hundimiento del Prestige con toda su interminable secuela de desprop¨®sitos, pasando por el grotesco espect¨¢culo de la boda en El Escorial de la hija del presidente del Gobierno, en un remedo risible de las bodas de la realeza, el deterioro imparable de la econom¨ªa, el aumento constante del paro y la adopci¨®n por parte del Gobierno de todo tipo de medidas que han hecho montar en c¨®lera a importantes sectores sociales.
El divorcio entre el arrogante y prepotente Gobierno de Aznar y la gran mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa espa?ola qued¨® demostrado el pasado d¨ªa 15. El mismo ¨¦xito rotundo de dichas concentraciones populares, surgidas de la propia sociedad civil a pesar de la potente e incesante propaganda gubernamental, demuestra hasta qu¨¦ punto es enorme el hartazgo de muchos ciudadanos y ciudadanas. No se trata del hartazgo de unas minor¨ªas m¨¢s o menos radicales. Se trata del hartazgo profundo de hombres y mujeres, j¨®venes y ancianos, gente muy diversa toda ella que, al igual que en tantos otros pa¨ªses del mundo entero pero aqu¨ª a¨²n en n¨²mero mucho mayor, creemos que realmente otro mundo es posible, y sabemos que para que ello sea as¨ª es imprescindible que tambi¨¦n otra Catalu?a y otra Espa?a deben ser posibles.
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista.
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