Catulo en D¨²rcal
Andaluc¨ªa es un vasto yacimiento arqueol¨®gico, una tierra de alud. Por aqu¨ª han pasado todas las razas. Escarbas un poco por doquier y sale un trozo de cacharro arg¨¢rico, aparecen unas monedas fenicias o asoma una estatuilla de Venus. Un yacimiento. Brenan, subido al cerro almeriense de El G¨¢rcel y meditando sobre las gentes que lo poblaban hace cinco milenios, aventura que "aqu¨ª ocurri¨® un acontecimiento que marca el inicio de la historia inglesa" (Al sur de Granada). Otro rom¨¢ntico, el pobre Schulten, se devan¨® los sesos buscando Tartessos, como un alumbrado, por la desembocadura del Guadalquivir. Y lo peor, sin encontrarlo. Los japoneses que vienen a ver La Alhambra desconocen que debajo del Albaic¨ªn hay una ciudad romana. Y, hasta poco, a casi nadie se le ocurr¨ªa que D¨²rcal, "capital" del Valle de Lecr¨ªn, entre Granada y Motril, fue romano mucho antes que ¨¢rabe. Pero ahora van saliendo las pruebas.
?Ya intu¨ªan la latinidad de D¨²rcal los 27 alumnos de 3? D del IB Alonso Cano de esta localidad que, durante el curso 1994-5, tradujeron al espa?ol once poemas de Catulo, trabajo impreso en cuadernillo artesanal en 1996 y que vi con asombro -y adquir¨ª- hace un par de a?os en una tienda de fotocopias granadina? Quiz¨¢s. De todas maneras, si tropezar con pieza tan inesperada me parec¨ªa entonces un acontecimiento de celebrar, hoy, al volver a leer estas versiones, he sentido aut¨¦ntico gozo. Y algo as¨ª como gratitud. En tiempos en que en Espa?a y fuera la ense?anza del lat¨ªn est¨¢ por los suelos, y la Iglesia cat¨®lica ha cometido la inmensa torpeza de desterrar el venerable idioma de su culto, he aqu¨ª que unos alumnos de un instituto de provincias, con una profesora excepcional, han dedicado meses de su vida a desentra?ar y verter al castellano los poemas er¨®ticos del gran l¨ªrico de Verona.
Catulli Carmina (Amores y desamores de Catulo) se titula el fruto de tales esfuerzos, buen fruto y sazonado, con el original en la p¨¢gina izquierda, como Dios manda, y la versi¨®n espa?ola a la derecha.
?Por qu¨¦ Catulo? Seg¨²n nota de la profesora, Mar¨ªa Dolores Rinc¨®n, la elecci¨®n "obedeci¨® a la necesidad de aproximar el mundo de la literatura latina a unos adolescentes proclives a empatizar m¨¢s con unos textos cargados de sentimientos y sensaciones, que con hermosos discursos pre?ados de argumentos o narraciones entretejidas de justificaciones". Muy bien. Y nadie mejor que Catulo para estimular tal empat¨ªa, dado su ¨¦nfasis sobre el amor apasionado y el carpe diem. Me imagino que los alumnos de D¨²rcal disfrutaron traduciendo el poema 32, en el cual el poeta pide a su amante que le invite a pasar la siesta con ella para que puedan consumar novem continuas fututiones. Como se?ala la profesora en nota a pie de p¨¢gina, fututio "es un ejemplo m¨¢s de la utilizaci¨®n de expresiones vulgares en el poeta". Siendo as¨ª, la traducci¨®n "hacer el amor nueve veces seguidas" queda un poco insulso para los tiempos que corren, y dada la riqueza del vocabulario espa?ol. No importa, los chicos y chicas del instituto de D¨²rcal lo han pasado en grande con estos poemas, y a m¨ª me han transmitido su fervor catuliano. No todo va mal.
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