Decorar con fotograf¨ªa
Los caminos que sigue la fotograf¨ªa son diversos y prometedores. Antes que nada, es un elemento de ocio y registro de acontecimientos familiares extendido de manera universal, lo que la ha convertido en un segmento de la econom¨ªa de inter¨¦s indudable. La industria, sea cual sea su sector, la utiliza para su gesti¨®n t¨¦cnica, en la captaci¨®n de recursos humanos y, por supuesto, en sus promociones publicitarias o comerciales. Algo extendido de manera universal y donde encaja a placer lo que denominamos fotograf¨ªa de autor o fotograf¨ªa art¨ªstica, piezas donde se funde la belleza con el pensamiento de un creador, sin apartarse definitivamente del inevitable carisma documental de la disciplina. Son precisamente sus virtudes documentales las que la convierten en recurso imprescindible de revistas, diarios e incluso televisiones.
Otro de sus grandes retos es la decoraci¨®n de interiores, una faceta algo menos desarrollada. En este aspecto, como en algunos otros, Espa?a y por supuesto el Pa¨ªs Vasco, a pesar de loables excepciones, va a la zaga de pa¨ªses como Alemania, EEUU o la m¨¢s cercana Francia donde mantienen con la fotograf¨ªa una relaci¨®n m¨¢s acorde con los tiempos que corren. En nuestras tierras, todav¨ªa se prefiere colgar de las paredes de nuestro hogar ¨®leos o acuarelas de calidad muy cuestionable antes que piezas ¨²nicas de emulsiones arg¨¦nteas.
No obstante la esperanza no se pierde cuando vemos que en estos menesteres no todo es un erial. Precisamente tenemos en Bilbao un ejemplo equiparable al de los pa¨ªses m¨¢s agradecidos con los usos fotogr¨¢ficos. Se trata del Hotel Arana, cuyas paredes hacen honor a la fotograf¨ªa en blanco y negro y a todos los reporteros gr¨¢ficos. Hace esquina con el Arenal y mira de reojo a la fachada principal del Teatro Arriaga. Para su decorado ha recurrido a un tema tan propio del pa¨ªs como es la pelota vasca. De esta forma, habitaciones, pasillos y salones exhiben instant¨¢neas de pelota mano realizadas todas ellas por Mikel Alonso (Bilbao, 1950).
Son copias de autor, ¨²nicas, en blanco y negro, para realzar con su hermosura el bienestar de un alojamiento temporal donde se combinan antiguas vigas de roble con dise?os met¨¢licos de factura m¨¢s actual. El polifac¨¦tico fot¨®grafo -no olvidemos sus propuestas er¨®ticas sobre alimentos expuestas en la Biblioteca de Bidebarrieta- trae ahora instantes impactantes tomados a pelotaris en el front¨®n, primeros planos de cuerpos atl¨¦ticos que vuelcan exultantes su energ¨ªa hacia una pelota destinada a terminar en la pared de la cancha. Una acertada compa?¨ªa visual para estimular los ¨¢nimos de los viajeros fatigados.
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