La crisis de las revistas cient¨ªficas e Internet
Se considera la Philosophical Transactions, publicada por la Royal Society de Londres en 1665, la primera revista cient¨ªfica. La idea surgi¨® como necesidad de intercambiar ideas y revisar los trabajos por expertos (peer-reviewed). Pronto se a?adi¨® la necesidad de recopilar todos los escritos, as¨ª el nuevo cient¨ªfico no tendr¨ªa que empezar de nuevo, y surgi¨® lo que entendemos por bibliotecas cient¨ªficas. Actualmente se ha a?adido la de evaluar la calidad de esos escritos analizando el impacto que producen en la comunidad cient¨ªfica. El investigador es valorado si publica su trabajo en la revista m¨¢s notable de su campo y si es citado por otros investigadores.
Durante a?os eran las propias instituciones las que publicaban sus revistas, pero la explosi¨®n de la comunicaci¨®n cient¨ªfica en la d¨¦cada de los setenta debido al incremento de la especializaci¨®n y de la experimentaci¨®n hizo aumentar el n¨²mero de publicaciones por editoriales externas a la academia. Los investigadores empezaron a ceder gratuitamente sus escritos a las editoriales con el fin de que fueran publicados. El n¨²mero de t¨ªtulos disponibles en el mercado fue el mayor de la historia, seg¨²n el Science Citation Index, y en algunas ¨¢reas se pas¨® de publicar 50 t¨ªtulos en los a?os treinta a m¨¢s mil.
Las editoriales ofrec¨ªan calidad en los contenidos, estabilidad y distribuci¨®n de las colecciones, y la consecuencia inmediata de este crecimiento fue la masiva suscripci¨®n a revistas por parte de las bibliotecas cient¨ªficas. Esta breve evoluci¨®n sobre la comunicaci¨®n erudita est¨¢ llegando a su fin debido al incremento brutal de los precios de las suscripciones a las revistas -cada a?o, m¨¢s del 12%-, lo que est¨¢ provocando una cancelaci¨®n masiva de revistas por parte de las universidades que no pueden seguir este ritmo. S¨®lo cinco grandes bibliotecas universitarias americanas han cancelado ya m¨¢s 13.021 t¨ªtulos. Y principalmente por la irrupci¨®n de las revistas electr¨®nicas accesibles por Internet. Las revistas electr¨®nicas est¨¢n aportando tantas ventajas al investigador, entre ellas una mayor rapidez en la b¨²squeda de m¨¢s informaci¨®n, la posibilidad de gestionar y enviar art¨ªculos, intercambiar opiniones en tiempo real, acceder a sumarios electr¨®nicos o archivos pre-prints que har¨¢n desaparecer la versi¨®n en papel... De hecho, empiezan a no editarse.
En un principio, se pens¨® que los precios de las revistas electr¨®nicas bajar¨ªan, dado que los costes eran menores, pero no fue as¨ª y las revistas electr¨®nicas contin¨²an con la misma escalada de precios. Ante esta grave situaci¨®n, investigadores, bibliotecarios e inform¨¢ticos est¨¢n potenciando proyectos basados en una nueva comunicaci¨®n erudita sin intermediarios y de acceso libre. Empieza a extenderse la idea de que las comunidades cient¨ªficas y las universidades deben y pueden recuperar aquello que siempre fue suyo y que surge de sus laboratorios y de sus investigadores: el nuevo conocimiento.
?Qu¨¦ se est¨¢ haciendo?
a) Declaraciones a favor del acceso abierto a la informaci¨®n erudita, como la Budapest Open Access Initiative; el Open Archives Initiative; la Public Library of Science, apoyada por m¨¢s de 30.000 acad¨¦micos de 175 pa¨ªses, o la Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition (SPARC), que edita revistas electr¨®nicas a precios acad¨¦micos.
b) Oferta de servidores abiertos donde los autores y grupos de investigaci¨®n depositan de forma gratuita o a bajo coste sus art¨ªculos para la consulta de otros cient¨ªficos. Son los open archives, cuyo ¨¦xito corre como la p¨®lvora en la comunidad cient¨ªfica mundial: Pubmed Central, BioMedCentral, British Medical Journal sobre ciencias biom¨¦dicas, el H-NET sobre humanidades, el Public Knowledge Project sobre educaci¨®n, Chemistry Preprint Server sobre qu¨ªmica, RePEC sobre econom¨ªa o el ideado por Paul Ginspar en 1991 -Los Alamos Preprint Archive (arXiv)-, especializado en f¨ªsica.
c) Creaci¨®n de consorcios de bibliotecas para comprar conjuntamente revistas electr¨®nicas a precios m¨¢s estables y sostenibles. Proyectos todos ellos mejorables, pero ya muy significativos. Una crisis prolongada de las revistas cient¨ªficas ser¨¢ perjudicial para la difusi¨®n y el desarrollo de la propia ciencia, poniendo, adem¨¢s, en peligro el acceso democr¨¢tico al conocimiento que aseguran y ofrecen las bibliotecas y excluyendo del circuito cient¨ªfico a aquellas comunidades con escasos recursos o con una tradici¨®n cient¨ªfica poco consolidada. Internet est¨¢ modificando la comunicaci¨®n erudita y nos brinda una oportunidad ¨²nica que debemos aprovechar.
D¨ªdac Mart¨ªnez es director del Servicio de Bibliotecas y Documentaci¨®n de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a.
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