Una aventura peligrosa
Hay muchas y muy buenas razones para derrocar a Sadam Husein. ?l supone un peligro para Oriente Pr¨®ximo y, en definitiva, para el mundo entero. Es uno de los peores dictadores que ha conocido la historia: extermin¨® con armas qu¨ªmicas a miles de personas pertenecientes a la minor¨ªa kurda que vive en Irak, invadi¨® Kuwait para apoderarse de su petr¨®leo, luch¨® contra Ir¨¢n e Israel y, lo m¨¢s grave, contra los de su mismo pueblo. Hasta supongo que muchos iraqu¨ªes de aqu¨¦llos, en cuya mente a¨²n queda alg¨²n destello de libertad de pensamiento que no haya sido aplastado por el r¨¦gimen de terror de Sadam, rezan por ver el momento en que el Ej¨¦rcito de Bush logre derrocar a su l¨ªder sin da?ar a su poblaci¨®n.
Y, a pesar de todo, no puedo apoyar la acci¨®n que va a emprender Estados Unidos. Y no es porque yo me oponga categ¨®ricamente al uso de la fuerza. Precisamente porque vivo en una regi¨®n tan violenta s¨¦ que hay momentos en que el empleo de la fuerza es inevitable. Y hay momentos en que no usar la fuerza puede estimular la violencia del otro lado, y sobre todo cuando todos tenemos claro c¨®mo interpreta esa debilidad un hombre como Sadam. Hay situaciones donde una decidida acci¨®n de autodefensa no es m¨¢s que poner en pr¨¢ctica derechos fundamentales del hombre. ?ste es un hecho que tal vez resulte m¨¢s f¨¢cil de comprender para alguien que vive en un pa¨ªs cuya existencia est¨¢ constantemente amenazada. El uso de la fuerza en s¨ª mismo no es necesariamente bueno ni malo, ya que eso depender¨¢ de las circunstancias. Un rechazo frontal y categ¨®rico a cualquier empleo de la fuerza puede en ocasiones interpretarse como algo que estimula la violencia del otro lado, que se aprovecha del recelo casi instintivo de una de las partes. Sin embargo, no creo que lo dicho anteriormente sirva para justificar una acci¨®n militar tan amplia, tan violenta y que puede acarrear unas peligrosas consecuencias.
El pavor le invade a uno cuando tiene que valorar si esta acci¨®n es moral. Realmente nadie sabe qu¨¦ acci¨®n producir¨¢ al final de todo el menor da?o posible. Ahora mismo, la postura mayoritaria en Europa rechaza que se use la fuerza militar para conseguir objetivos pol¨ªticos. Las generaciones posteriores a la II Guerra Mundial se oponen, y con raz¨®n, al empleo de la fuerza y creen que los conflictos se han de solucionar por medio del di¨¢logo y haciendo concesiones mutuas. En la mayor¨ªa de los casos ¨¦sta es, sin duda, una actitud moral adecuada, pero su fallo est¨¢ en que a veces niega la posibilidad de recurrir a la fuerza en casos donde ya no queda m¨¢s alternativa que ¨¦sa; adem¨¢s, esta actitud debilita la capacidad del hombre de ver en su momento que se ha creado una situaci¨®n donde el empleo de la fuerza, con todos sus inconvenientes, es la ¨²nica alternativa capaz de evitar una cat¨¢strofe a¨²n mayor en el futuro.
Ser¨ªa muy tentador considerar que ahora estamos viviendo una situaci¨®n de ¨¦sas, y yo, adem¨¢s, como israel¨ª, tengo much¨ªsimo inter¨¦s en que la amenaza iraqu¨ª deje enseguida de planear sobre mi cabeza. Sin embargo, pese a la enorme tentaci¨®n, debemos preguntarnos una y otra vez si una guerra de tanto alcance como la que va a emprender el presidente George W. Bush es la ¨²nica respuesta y la m¨¢s eficaz para combatir la amenaza de Sadam. ?No ser¨¢ acaso tan s¨®lo un paso m¨¢s dentro del empeoramiento entre las relaciones de Oriente y Occidente? ?Hay alguien que pueda asegurar que el remedio no va a ser peor que la enfermedad?
Hay un dicho jud¨ªo que dice: "Si alguien va a matarte, no pierdas ocasi¨®n de matarlo". M¨¢s de una vez Israel ha actuado seg¨²n este dicho; por ejemplo, en 1981, cuando aviones israel¨ªes bombardearon la central de energ¨ªa at¨®mica iraqu¨ª de Osirak, construida por Francia. A primera vista parec¨ªa una agresi¨®n a la que no le hab¨ªa precedido ning¨²n ataque, pero sin duda ha evitado que Sadam tenga en estos momentos armamento nuclear, con todo lo que eso supondr¨ªa para Israel y para el mundo entero.
Sadam Husein es claramente quien "ha venido a matar". El mundo civilizado tiene pleno derecho a no perder la ocasi¨®n de matarlo, pero si para ello van a morir cientos de miles de personas inocentes iraqu¨ªes y norteamericanos, palestinos e israel¨ªes..., el ejercicio de ese derecho se convierte en algo inmoral en s¨ª mismo. Si Estados Unidos hubiera invertido un 1% del esfuerzo que est¨¢ poniendo en esta guerra contra Irak en una operaci¨®n centrada solamente en derrocar a Sadam Husein, Europa lo habr¨ªa aplaudido. Ahora, con gran angustia, se ve arrastrada tras Estados Unidos para iniciar una aventura terriblemente peligrosa.
David Grossman es escritor israel¨ª.
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