Aznar huye del Congreso
LA TRAMPOSA INTERVENCI?N de Aznar en el debate sobre el conflicto de Irak celebrado el 18 de febrero en el Congreso no ten¨ªa mas finalidad que confundir a la opini¨®n p¨²blica y ganar tiempo; los sombrerazos, reverencias y posternaciones presidenciales ante el consenso europeo, la legalidad internacional, la paz duradera y la evitabilidad de la guerra fueron s¨®lo una hip¨®crita pamema. Aun as¨ª, pocos observadores se hubiesen atrevido a pronosticar la celeridad y el descaro desplegados a rengl¨®n seguido por el jefe del Gobierno para desembozar sus intenciones belicistas y asestar otra pu?alada por la espalda a la Uni¨®n Europea (UE).
Los prop¨®sitos de Aznar al emprender su viaje a M¨¦xico y Estados Unidos nada m¨¢s concluido el debate parlamentario eran servir de mandadero para convencer a Vicente Fox de los beneficios de la guerra y recibir nuevas instrucciones de Bush. El fruto de ese periplo fue la subalterna firma colocada por el jefe del Gobierno de Espa?a -en supuesta coautor¨ªa con Estados Unidos y el Reino Unido- al pie del borrador de una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad destinada a cerrar cualquier posibilidad de dar una salida pac¨ªfica al conflicto de Irak a trav¨¦s del fortalecimiento del trabajo de los inspectores propuesto por Francia y Alemania. En los anales de la verg¨¹enza ajena causada a los ciudadanos espa?oles por la falta de sentido del rid¨ªculo de sus gobernantes quedar¨¢ como indeleble recuerdo el n¨²mero c¨®mico de g¨¦nero chico protagonizado en la rueda de prensa tejana por la tonada cantarina de Aznar, mim¨¦tico homenaje del agradecido hu¨¦sped a la fon¨¦tica de su poderoso anfitri¨®n.
El presidente del Gobierno aplaz¨® esta semana su obligada comparecencia ante la C¨¢mara para dar cuenta de los compromisos adquiridos con la Administraci¨®n de Bush durante el viaje a Tejas
Cualquier gobernante democr¨¢tico digno de ese nombre -sirva Blair como ejemplo- hubiese acudido inmediatamente al Parlamento para dar cuenta de ese comprometedor acuerdo con la Administraci¨®n de Bush. Sin embargo, Aznar dej¨® para la semana siguiente el cumplimiento de ese ineludible deber y envi¨® a la sufrida ministra de Asuntos Exteriores a la jaula de los leones. El temor del jefe del Gobierno a un debate parlamentario en toda regla sobre el conflicto de Irak est¨¢ justificado: desde el mes de septiembre hasta la fecha, ha faltado demasiadas veces a la verdad mediante el uso combinado de las mentiras desnudas, las omisiones intencionadas, las exageraciones burdas, los dilemas falaces y las expresiones equ¨ªvocas. De a?adidura, Aznar tendr¨ªa serias dificultades argumentales para explicar debidamente los motivos que le han llevado a romper el consenso -nacional y europeo- en materia de pol¨ªtica exterior y a convertirse en el caballo de Troya de los planes de la Administraci¨®n de Bush dentro de la UE: parafraseando a Pascal, hay pasiones, ensue?os y rencores del coraz¨®n que la raz¨®n pol¨ªtica no puede entender.
Los estrategas de caf¨¦ tranquilizan al presidente del Gobierno con el dise?o de escenarios capaces de amortiguar te¨®ricamente las consecuencia de su apuesta belicista para el futuro electoral del PP. El derrocamiento interno de Sadam Husein sin necesidad de un ataque exterior ser¨ªa presentado astutamente por Aznar como el objetivo realmente buscado de un despliegue militar que aspiraba de forma exclusiva a dar credibilidad a la amenaza, pero descartaba en secreto su ejecuci¨®n: el portavoz del PP, Luis de Grandes, cuyos discursos demag¨®gicos deber¨ªan ser premiados cuando menos con alguna subsecretar¨ªa, sostiene que s¨®lo la oposici¨®n desea la guerra con la retorcida finalidad de hacerle la pascua al Gobierno. El ¨¦xito de los chantajes intimidatorios ejercidos por la Administraci¨®n de Bush sobre los miembros del Consejo de Seguridad hasta ahora opuestos o renuentes a la invasi¨®n de Irak tambi¨¦n permitir¨ªa al presidente del Gobierno resguardarse bajo el paraguas de Naciones Unidas cuando lloviesen las cr¨ªticas al estallar el conflicto. Finalmente, si las operaciones b¨¦licas fueran una guerra-espect¨¢culo -en la terminolog¨ªa de Mary Kaldor-ganada r¨¢pidamente y sin bajas propias gracias a una aplastante superioridad tecnol¨®gica, Aznar tratar¨ªa de rentabilizar en su provecho una victoria lograda sin m¨¢s costes que el alto precio pagado por la indefensa poblaci¨®n civil de Irak.
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