Tiempo de Francia
Francia es la hija mayor de la Iglesia Cat¨®lica, eso dicen por el Vaticano, pero m¨¢s a¨²n es la muy secularizada hermana mayor de Espa?a, y tambi¨¦n de casi todos los pa¨ªses europeos porque francesa fue la revoluci¨®n de las revoluciones, la ¨²nica verdadera despu¨¦s del fracaso leninista: la revoluci¨®n de 1789 que nos trajo la primera declaraci¨®n de los derechos del hombre y del ciudadano.
Francia es la primog¨¦nita de Europa y poco importa que haya m¨¢s alemanes que franceses y unos pocos m¨¢s brit¨¢nicos que galos porque lo que sirve es la historia, la independencia, el garbo y ese saber estar que viene desde Napole¨®n y que se reafirma con De Gaulle para terminar en sus actuales dirigentes, pol¨ªticos algo marrulleros es cierto, pero saben mantener la llama de la independencia y que con su actitud invitan a Europa a ser m¨¢s Europa, que no lo es, en absoluto; que s¨®lo es un continente-tap¨®n entre rusos y americanos o entre oriente y occidente, poco m¨¢s que una patria asustadiza muy preocupada por su jard¨ªn y su mantequilla.
Europa tiene que seguir los pasos de Francia, la cabeza visible de esa Europa vieja de la que habla el b¨¢rbaro Rumsfeld, que olvida que la Europa nueva, la que ¨¦l patrocina, es la Europa del post-comunismo, la Europa todav¨ªa muy corrupta y pobre, con sus mafias alerta y con sus ex polic¨ªas convertidos en empresarios pistoleros. Mucho debemos a Francia; a sus ilustrados, a sus pintores, a sus novelistas, a sus poetas. Y ahora mucho nos gusta esa postura suya ante Washington, esa voz propia que es toda una invitaci¨®n para edificar esa tercera v¨ªa que a Europa le toca. Una v¨ªa, ?ay!, que reclama un ej¨¦rcito poderoso y una pol¨ªtica exterior ¨²nica y para todo el mundo, que no la tiene.
Francia propugna una Europa de grandes estados, como hasta ahora, naciones cada d¨ªa m¨¢s cooperantes, y no esa epifan¨ªa de m¨ªnimos y ¨¦tnicos estados-regi¨®n que algunos sue?an. Y de esa vieja Francia conocida tal vez deber¨ªamos copiar en Espa?a su protagonismo de lo p¨²blico, sus ra¨ªces laicas, su jacobinismo dulcificado y ese republicanismo troncal que es compatible con una monarqu¨ªa parlamentaria.
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