Ojo por ojo
El ojo por ojo se ense?orea de Oriente Pr¨®ximo. A las 48 horas de que Israel culminara su en¨¦sima operaci¨®n de castigo en Gaza matando a nueve palestinos, el terrorismo palestino ha dado una macabra r¨¦plica en la ciudad de Haifa con un atentado suicida contra un autob¨²s, primero en dos meses y primero tambi¨¦n tras la formaci¨®n del nuevo Gobierno de Ariel Sharon. La matanza de Haifa devuelve a su apogeo, tras dos a?os y medio, la violencia de la segunda Intifada y coloca sideralmente lejos la posibilidad de entendimiento entre los dos bandos. El ritual ha acompa?ado tambi¨¦n esta vez a la sangre derramada: Sharon ha responsabilizado a Arafat del atentado y el l¨ªder palestino lo ha condenado.
La inc¨®gnita ahora no es c¨®mo va a reaccionar a la nueva carnicer¨ªa el Gabinete israel¨ª, una peligrosa mezcla de partidos derechistas, religiosos y ultranacionalistas, sino con qu¨¦ grado de contundencia. La nueva coalici¨®n que da al Likud de Sharon (40 esca?os) la c¨®moda mayor¨ªa que necesita en un Parlamento de 120 diputados, incluye esta vez a los laicos del Shinui (15 esca?os), al partido Nacional Religioso (6 esca?os, derecha ortodoxa) y al de Uni¨®n Nacional (7 esca?os, resultado de la fusi¨®n de dos grupos extremistas y postulante de la limpieza ¨¦tnica palestina en Cisjordania). El primer ministro israel¨ª ha prometido a los dos ¨²ltimos, cuyo ideario exige m¨¢s mano dura y la inmediata expulsi¨®n de Arafat, que no iniciar¨¢ sin su consentimiento contacto alguno de paz.
Por si el talante de Sharon no fuera a estas alturas suficientemente transparente, la composici¨®n del Gobierno ilumina las posibilidades reales de negociaci¨®n con los palestinos, o lo que queda de su disminuida autoridad, incluso si Arafat es reemplazado finalmente. Sharon ha ido dejando meridiamente claro en los ¨²ltimos dos a?os -pese a los grandes esfuerzos propagand¨ªsticos para convencer de lo contrario a la opini¨®n internacional- que no habr¨¢ tratos con los palestinos si ¨¦stos no abandonan de una vez cualquier pretensi¨®n de volver a las fronteras previas a 1967. Los hechos son aplastantes. A d¨ªa de hoy, y sin que el Gobierno de los puros haya entrado propiamente en funciones, Israel ha reocupado todas las ciudades palestinas de Cisjordania, excepto Jeric¨®. Y la subyugaci¨®n de tres millones y medio de personas mediante el bloqueo y las permanentes operaciones militares se acompa?a de la extensi¨®n de sus asentamientos y la construcci¨®n del muro que aislar¨¢ su territorio del enemigo.
Irak lo ha cegado todo desde mediados del a?o pasado. Tambi¨¦n, y especialmente, la explosiva realidad del enfrentamiento palestino-israel¨ª. El plan de los cuatro (Washington, la ONU, Europa y Rusia), ese mapa para la paz que despertara esperanzas como revulsivo de una situaci¨®n podrida, y cuyo objetivo final era el establecimiento de dos Estados en 2005, es ahora una entelequia. El presidente Bush, su garante final y siempre distante, ha ido pidiendo el aplazamiento de sus iniciativas para acomodarlas a la agenda pol¨ªtica israel¨ª; finalizada ¨¦sta, lo pospone ahora hasta despu¨¦s de Irak. En el mismo limbo est¨¢ su reciente mensaje prometiendo la bienaventuranza para la regi¨®n tras Sadam.
El agujero negro iraqu¨ª ha ido succionando todas las iniciativas diplom¨¢ticas de envergadura y ha sembrado la semilla de la crisis en las instituciones mejor dotadas para adoptarlas. La escasa credibilidad que pudiera quedar al proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo parece hoy dinamitada, y la lucha entre palestinos e israel¨ªes tiene por delante una larga noche.
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