En cuaresma
Finalizado el Carnaval festivo, entramos en la reflexiva Cuaresma. As¨ª lo entienden al menos los pastores de la Di¨®cesis de Tortosa, a la que pertenecen hist¨®ricamente las comarcas norte?as del Pa¨ªs Valenciano. En su ¨²ltima hoja dominical nos informan los curas tortosino-castellonenses, de forma objetiva, del n¨²mero de alumnos que asisten a las clases de religi¨®n cat¨®lica, detallando n¨²mero y porcentaje en cada uno de los niveles de la llamada ense?anza obligatoria y en los mal llamados bachilleratos-Logse. Los alumnos inscritos en colegios religiosos, entre el 10% y el 20% seg¨²n el nivel educativo, cursan religi¨®n en sus colegios como no pod¨ªa ser de otro modo. En los colegios estatales, y por tanto laicos, lo alumnos que cursan religi¨®n son mayoritarios, en torno al 80%, en Educaci¨®n Infantil y Educaci¨®n Primaria, pero la proporci¨®n se invierte entre los alumnos de Secundaria Obligatoria, y apenas es un 21% el n¨²mero de quienes tienen clase de religi¨®n en los nuevos bachilleratos, por llamar de alguna manera a esos dos escasos cursos que dej¨® la Logse a lo que siempre se llam¨® bachillerato, y se sigue llamando en los pa¨ªses del entorno. Lo serio, vecinos, es que la realidad de las cifras que nos ofrecen los curas a uno y otro lado del Ebro se pueden transferir a cualquier comarca valenciana. Lo serio es tambi¨¦n que nuestros adolescentes, apenas les apunta el bozo o pintan sus labios, se olvidan de profetas, sacramentos y doctrina pontificia con la aquiescencia de sus progenitores. Lo muy serio y loable es indicar, como indica el encargado diocesano de la ense?anza, que la religi¨®n no tiene valor acad¨¦mico, es decir, que la nota de religi¨®n no cuenta en el expediente; y m¨¢s loable todav¨ªa indicar la falta de coherencia de los padres que pagan bodas, comuniones y bautizos, y no matriculan a sus hijos en religi¨®n. Y el presb¨ªtero utiliza la palabra "coherencia" donde cualquier lector con sesera habla de hipocres¨ªa social o folclore religioso y consumista. Qu¨¦ le vamos a hacer.
Ocupados y preocupados, con todo fundamento, por las andanadas de fuel del Prestige y las andanadas belicistas de dirigentes internacionales y nacionales, los problem¨¢ticos temas cotidianos pueden disolverse, sin resolverse, como un azucarillo. No deber¨ªa ser as¨ª en cuanto se refiere al tema de la religi¨®n. En la escuela p¨²blica y laica no tiene sentido ni cabida la existencia de una asignatura obligatoria como la religi¨®n, con la carga de adoctrinamiento que comporta. El leg¨ªtimo adoctrinamiento moral o religioso en cualquier fe ha de buscar otros espacios que no sean la escuela p¨²blica. Menos sentido tiene la existencia de un profesorado dependiente de la cabezas mitradas y sufragado por el erario p¨²blico, que ¨¦se, al parecer, fue un peaje que tuvo que pagarse durante la llamada transici¨®n, y la transici¨®n ya hace muchos a?os que termin¨®. De forma mal¨¦vola u hostil podr¨ªamos olvidarnos de una materia a la que nuestros adolescentes considera una "mar¨ªa". Pero no es justo. El hecho religioso est¨¢ en nuestros museos, en nuestros monumentos, en nuestra literatura, en nuestro lenguaje y en nuestros d¨ªas de fiesta. Desconocer el porqu¨¦ un musulm¨¢n no representa en su pintura figuras humanas, el porqu¨¦ alguien no "se vende por un plato de lentejas" o cu¨¢l es la historia de Tamar y Absal¨®n que se necesita para entender un romance de Garc¨ªa Lorca... desconocer todo eso es castrar la cultura y empobrecer la escuela laica. Y ah¨ª radican, sin adoctrinamiento, las carencias en religi¨®n de nuestros adolescentes en nuestro destartalado sistema educativo.
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