Josep Llu¨ªs Blasco: todo con la Raz¨®n
Se durmi¨® sobre su sill¨®n, de vuelta a casa tras tanta fatiga. Nadie pudimos ser Wasianski, ni acaso habr¨¢ nunca un Thomas de Quincey. Todo fue m¨¢s sencillo, y tambi¨¦n m¨¢s entra?able.
Conversador infatigable, con el rigor implacable de quien se interesa por la opini¨®n del "otro", de los dem¨¢s. Sus razones se elevaron siempre a la Raz¨®n, con respeto, circunspecci¨®n, y la vehemencia que acompa?a a la sabidur¨ªa. La de verdad, que suele ser llana, transparente.
M¨¢s de cuatro d¨¦cadas anudaron una relaci¨®n que el lazo familiar s¨®lo confirm¨®. De largas sobremesas y veladas en las que nada se desperdiciaba. Fil¨®sofos y economistas, arquitectos y pol¨ªticos. Fil¨®sofos. La disecci¨®n de las propuestas, el an¨¢lisis de las ideas, siempre a la luz del rigor, y con la compostura del razonar.
Hace muy pocos d¨ªas a¨²n discurr¨ªamos sobre las tradiciones de la "vieja Europa". Entre Hobbes y Kant. Del lado del de K?nigsberg, que era, y es, lo nuestro. A¨²n esboz¨® una sonrisa triste ante la posibilidad de que se declararan inconstitucionales o "gamberros" los presocr¨¢ticos o los estoicos, y no digamos ya los anal¨ªticos. La estupidez gobernante, aqu¨ª y all¨¢, puede incluso juzgarlos a todos como terroristas, incluso a nosotros.
Blasco lleg¨® un poco m¨¢s tarde a aquello que llamamos hacer pa¨ªs. Tarde para otros colegas, algunos de los cuales ya nos han ido dejando en estos a?os aciagos. Una vez llegado, se aplic¨® con la diligencia, el rigor y la virtud de quien sabe llegar hasta las entra?as de los problemas. Debo decir que soy testigo desde los inicios, y lamentar haber asistido a un final irremediable. Una tenacidad, la de Blasco, no siempre correspondida, aunque este hecho, en nuestros pagos, no constituye novedad. La honestidad intelectual, personal, le hizo capaz de tolerar flaquezas ajenas, y no permitirse ninguna consigo mismo.
Una curiosidad insaciable, devastadora para quienes mariposean en la "cultura solapada", de las solapas de los libros. Si le¨ªa a Miller era capaz, al cabo de un tiempo, de elaborar una tesis doctoral. ?Qu¨¦ no har¨ªa con Ayer, Quine, Wittgenstein, o Kant, que era lo m¨¢s suyo!
Sobre un cuerpo fr¨¢gil se abati¨® la sinraz¨®n de la enfermedad. No una vez, sino demasiadas. Su virtud ejemplar, soportar tanta limitaci¨®n como adversidad. Una mente poderosa, mientras pudo, opuso la resistencia que la raz¨®n aconseja. Hasta anteayer.
Pens¨® un pa¨ªs en el que cre¨ªamos, y no hemos hecho. Lo pens¨® cuando estuvo convencido en la razonabilidad de la propuesta, y la sostuvo hasta hoy, porque segu¨ªa siendo razonable.
He perdido un amigo. Escribo desde Atenas, la tierra entra?able por la que deambulan muchos de sus personajes familiares. Me estremece la perdida. Otra. En tiempos en que el rigor se ignora, la raz¨®n se desprecia, y el ser humano parece querer volver a las cavernas que no son nada plat¨®nicas. Al menos estas nuevas abyecciones ya no las ver¨¢ ni le sublevar¨¢n, quien hizo de la amistad virtud y de la raz¨®n exigencia moral para la vida y la acci¨®n.
Nos quedaran Joan y Mireia, Sara y Adela. Y todos los que reclamamos el recuerdo de la raz¨®n, del rigor, y de la bondad. Que seguimos siendo muchos.
Ricard Perez Casado es doctor en Historia, licenciado en Ciencias Pol¨ªticas y diputado por el PSOE por Valencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.