La palabra dada
Un matrimonio con varios quinquenios de convivencia a sus espaldas indaga sobre su condici¨®n a partir de una especie de indagaci¨®n de la memoria que el marido propone a la mujer a cuenta del ¨²ltimo amante de ella. A partir de esta situaci¨®n inicial, Harold Pinter, en la que ser¨ªa una de sus ¨²ltima obras para la escena (cuya puesta en escena, por otra parte, cierra el amplio ciclo que Espai Moma ha dedicado esta temporada al gran autor brit¨¢nico), ofrece un sutil adelgazamiento de un estilo propio donde la palabra dicha, o dada, ser¨¢ esencial, tanto en lo que dice como en lo que oculta, en un juego de memoria que no pretende reconstruir el presente ni abrir nuevas perspectivas de futuro, sino tan s¨®lo certificar que el lenguaje es muchas veces una emboscada en la que no conviene entrar si no se est¨¢ dispuesto a asumir hasta el final todas sus consecuencias. No se est¨¢, como es l¨®gico tanto en Pinter como en la vida de a diario, salvo que se sea un esperanzado adolescente, de modo que los alardes de sinceridad fingida son otra manera, muy refinada y de alta escuela, de infligir sufrimiento al interlocutor.
Cendres a les cendres
De Harold Pinter, en traducci¨®n de Joan Sellent, por Teatre Lliure. Int¨¦rpretes, Pep Ferrer, Anna G¨¹ell. Iluminaci¨®n y Espacio esc¨¦nico, Paco Azor¨ªn. Direcci¨®n, Antonio Sim¨®n. Espai Moma. Valencia.
Todo esto, que excede a la cr¨®nica frustrada de una pareja que se conoce demasiado como para entretenerse en juegos tard¨ªos de la verdad, est¨¢ servido por un muy sugerente espacio esc¨¦nico de Paco Azor¨ªn, donde la asepsia de sus elementos contrasta con la elegancia crispada de lo que all¨ª se dice, y por una interpretaci¨®n en la que sobresale Anna G¨¹ell, por m¨¢s que tal vez el montaje requer¨ªa de actores de mayor edad. Antonio Sim¨®n desarrolla en los tiempos precisos este embrollo palabrero en el que, por alusiones, est¨¢ implicada la conducta del mundo entero, y sobre todo la conducta de la conducta hablada. Palabra.
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