Iraqu¨ªes en Espa?a: contra la guerra y contra Sadam
Los 700 iraqu¨ªes que viven en Espa?a asisten con impotencia a la cuenta atr¨¢s. Muchos denuncian la tiran¨ªa de Husein
"Estoy totalmente en contra de la guerra. Sadam tendr¨¢ donde esconderse, pero el pueblo no", dice Raad Salam Naaman, fil¨®logo y economista, uno de los 700 iraqu¨ªes que, seg¨²n el Ministerio del Interior, viven en Espa?a. "Ahora se habla mucho de la guerra, pero hay que vivirla. Yo he visto morir a compa?eros en mis brazos", afirma Raad, que fue llamado a filas en las dos ¨²ltimas contiendas de Irak: soport¨® el largo conflicto contra Ir¨¢n (1980-1988) y fue uno de los pocos que escaparon con vida de la invasi¨®n de Kuwait, en 1991. Este cristiano de Basora (sur de Irak) pag¨® con la c¨¢rcel su deserci¨®n tras huir de Kuwait, y en cuanto pudo, sali¨® de su pa¨ªs, que no ha vuelto a pisar desde entonces. "Hay otras formas de sacar a Sadam", dice. "As¨ª como EE UU lo puso en 1978 con un golpe de Estado, podr¨ªa hacer ahora lo mismo".
"No queremos que maten a la gente y que luego saquen el petr¨®leo", dice Shirzad
"En Irak no se puede hablar mal de Sadam porque te matan"
La postura de Raad en contra de la guerra, pero tambi¨¦n en contra de Sadam Husein, resume la opini¨®n de la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes en Espa?a, aunque pocos se deciden a hablar abiertamente por miedo a represalias contra sus familiares que a¨²n viven bajo el r¨¦gimen dictatorial. "En Irak no se puede hablar mal de Sadam porque te matan. Si te preguntan, tienes que decir que es el mejor y que nos ha dado todo", dice Shirzad, un iraqu¨ª kurdo de 24 a?os que dej¨® su pa¨ªs en 2000 por la situaci¨®n pol¨ªtica y por la imposibilidad de progresar.
Shirzad trabaja en un restaurante en Lavapi¨¦s, barrio madrile?o donde se congregan las actividades sociales de los m¨¢s de 200 iraqu¨ªes que residen en la capital. "La gente vive muy mal en Kurdist¨¢n. All¨ª, el 90% quiere la guerra para echar a Sadam. Si no mueren por la guerra, morir¨¢n a manos del dictador", dice. Pese a ello, ¨¦l est¨¢ en contra de un nuevo conflicto. "Quitar a Sadam ser¨ªa un favor, pero no queremos que maten a la gente y que luego saquen el petr¨®leo, que es lo ¨²nico que quieren los americanos", afirma Shirzad, y a?ade: "Ellos hicieron a Sadam, igual que a Bin Laden".
"Hace diez a?os no hubiera hablado", dice Raad, uno de los pocos iraqu¨ªes que han logrado obtener asilo pol¨ªtico en Espa?a y que trabaja en el hospital madrile?o de La Paz, "pero ahora creo que Sadam no tiene tanta fuerza como para preocuparse por la gente que habla de ¨¦l, y menos desde el exterior". Sin embargo, muchos mantienen el temor a las represalias. "Es un tirano, no existe en toda la historia otro igual", dice un comerciante del barrio de Lavapi¨¦s, que prefiere mantener el anonimato. "Si alg¨²n miembro del Baas (partido oficial) te apunta en una lista, est¨¢s muerto. Hace unas semanas, una banda del Gobierno entr¨® por la noche con sus armas en la casa de un amigo. Los ni?os estaban temblando. Es algo habitual, para dar miedo", agrega. Sin embargo, se declara pacifista: "La guerra ha dejado enfermedades, la mayor¨ªa de mis hermanas tiene c¨¢ncer de vientre por las bombas con uranio empobrecido que tir¨® EE UU".
A las puertas de una nueva contienda, los iraqu¨ªes en Espa?a sufren por sus familias, atrapadas entre la guerra y la dictadura. "Salir del pa¨ªs ahora es muy dif¨ªcil, s¨®lo lo pueden hacer los j¨®venes, los solteros, no las familias. A la gran mayor¨ªa lo ¨²nico que les queda es hacer pozos en los jardines de las casas para protegerse de los bombardeos", dice Pius Alibec, fil¨®logo y due?o de un restaurante en Barcelona. All¨ª es donde se re¨²nen buena parte de las decenas de iraqu¨ªes que viven en Catalu?a, una de las comunidades donde se han instalado, junto con Madrid, Melilla y Andaluc¨ªa. Pius, arameo cristiano, tiene hermanos y sobrinos en Irak. "Lo que han sufrido es terrible, aunque ellos han tenido la suerte de que alguien les env¨ªa dinero", dice.
Entre Sadam y la guerra, el embargo es una calamidad m¨¢s en la vida cotidiana de los iraqu¨ªes. Mazin, hermano de Pius, llegado a Espa?a tras el conflicto del Golfo, en 1991, volvi¨® a visitar Irak en 1998. "La situaci¨®n de pobreza que he visto es terrible", afirma. "Han pasado 12 a?os y no han solucionado nada. Nadie que haya vivido la noche de los bombardeos del 16 de enero de 1991 la olvidar¨¢, destruyeron todo para nada", dice. "Bagdad no aguanta otro bombardeo".
La desconfianza con respecto a las verdaderas intenciones de una nueva guerra es generalizada. "Los planes para el futuro de Irak no son nuevos. Han buscado acabar con el potencial humano y educar a la gente con la idea de que las riquezas no son para ellos. Los han ido preparando para que despu¨¦s de Sadam acepten cualquier opci¨®n", afirma Pius.Omar, estudiante de medicina llegado a Espa?a hace cuatro a?os, tampoco conf¨ªa en los beneficios de una nueva contienda. "No creo en guerras, no hay una raz¨®n suficiente para justificar bajas civiles, sean las que sean. Ahora hablan de 500.000 como 'bajas aceptables', pero no son bajas, son personas: madres, familias, ancianos", dice. En noviembre pasado, Omar regres¨® a Bagdad con un proyecto de cooperaci¨®n de M¨¦dicos del Mundo: "No vimos miedo por las calles, la gente hace su vida normal. Estuvimos incluso operando en un hospital, sonaron las alarmas antia¨¦reas, y todos los iraqu¨ªes siguieron a lo suyo. Mis padres tampoco est¨¢n especialmente nerviosos, ya han pasado por todo esto. Estamos m¨¢s preocupados aqu¨ª, en Madrid, que ellos".Los iraqu¨ªes en Espa?a, pese a lo escaso de su n¨²mero, no tienen una asociaci¨®n que los re¨²na. "Intentamos hacer dos, pero fracasaron, todos quer¨ªan mandar", dice an¨®nimamente un comerciante de Madrid. Un panorama similar al de la oposici¨®n en el exilio, instalada en su mayor¨ªa en Londres. "La oposici¨®n no es una oposici¨®n sana. Cada uno tira para su lado, por sus propios intereses", dice Pius. "De la oposici¨®n conozco a Ahmed Chalabi, y para m¨ª es igual que Sadam Husein", dice Shirzad. "Prefiero mil veces a Sadam a que venga cualquiera de los opositores actuales. Est¨¢n demasiado divididos, ninguno de ellos tiene la fuerza suficiente para controlar el pa¨ªs", se lamenta Raad, que teme por una creciente radicalizaci¨®n de los islamistas. "Lo ¨²nico bueno de Sadam es que no es religioso. Siempre hemos convivido perfectamente entre las diferentes religiones, pero ahora mi familia me cuenta que ya hay tensiones", dice Raad.
La encrucijada de la situaci¨®n de Irak es particularmente dolorosa de entender para aquellos que conocieron otro pa¨ªs en los setenta, un pa¨ªs con abundantes recursos, una educaci¨®n desarrollada y servicios sanitarios comparables a los del Primer Mundo. "En los setenta se viv¨ªa muy bien, yo pude hacer viajes de estudios, ten¨ªas el futuro garantizado, pero cuando vino Sadam, todo fue guerra", dice un comerciante en Madrid.
"Cuando hablamos con nuestra familia all¨ª, se nos ponen los pelos de punta, te indigna, m¨¢s cuando recuerdas el Irak que hemos vivido", dice Diana, hija de madre catalana y padre iraqu¨ª, que dej¨® Bagdad en 1976, cuando ten¨ªa 16 a?os, para estudiar en Londres y luego en Barcelona, donde finalmente se qued¨®. "Ninguno de nosotros salimos por razones pol¨ªticas, hemos vivido perfectamente en Irak", dice. "Echo de menos el Irak que conoc¨ª", afirma Pius Alibec, que no ha vuelto a su pa¨ªs desde 1981, "el del ambiente universitario, el de las discusiones con amigos, porque a nosotros nos gusta mucho charlar con una copa de por medio. S¨¦ que cuando vuelva, ya no me encontrar¨¦ con eso".
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