Orden l¨®gico del malo
Creo que la persona m¨¢s repudiada del mundo es Bush. Luego vienen los nombres del fascismo familiar -esposo maltratante, esposa provocadora, hijos que no comprenden por qu¨¦ han de trabajar si cobran poco, estudiar materias que nunca servir¨¢n o s¨®lo para el patrono, o irse de casa si all¨ª a¨²n se come y se puede llevar a la novia-. Finalmente, a sus gobernantes, especialmente a los vitalicios como Sadam, los jeques del petr¨®leo en el Golfo, los reyes de Arabia y Jordania, el amo de Egipto, el Gaddafi de Libia y docenas de africanos, asi¨¢ticos y americanos. Aqu¨ª en Espa?a no me cabe duda de que el repudio m¨¢ximo es para Aznar, que "tuvo una visi¨®n", se equivoc¨® y no sabe salir de ella. Ni quiere, ni puede.
Volteado tr¨¢gicamente por unos terroristas, probablemente convencido de que fue un milagro divino el que le salv¨®, puesto que cree firmemente en esas cosas, su vida se ha desarrollado de una manera equivocada a partir de ese momento. Se cree elegido e invulnerable. Y es m¨¢s dif¨ªcil salvarse de unas elecciones, de los desastres de una guerra y del clamor de las v¨ªctimas -m¨¢s que el de los hu¨¦rfanos, el de las grandes empresas arrojadas a las cotizaciones grotescas: m¨ªrese la Bolsa de ayer, de anteayer- que de unas votaciones aburguesadas que rechazan la aventura y a las que las palabras gloria, hero¨ªsmo, santidad, bandera, patria y rey les tienen m¨¢s bien sin cuidado. A Franco ya le sali¨® una Espa?a as¨ª con el Opus, y el Opus la sigue haciendo as¨ª. V¨¦ase c¨®mo ahora en Navarra el Gobierno (PP / Opus, con otros nombres) se niega a aprobar el homenaje a los tres mil republicanos navarros asesinados con complicidad de la Iglesia. Y es que la Iglesia tiene m¨¢rtires, pero no asesinos. Sobre todo, en Navarra: recuerdo su alegre cancioncilla de primavera: "C¨¢lzame las alpargatas, ponme la boina, tr¨¢eme el fusil / que voy a matar m¨¢s rojos que flores tienen mayo y abril".
As¨ª, el personaje al que hay que tener miedo y repugnancia metaf¨ªsica hoy es a Aznar, el hombre del saco: luego, a los 183 del voto secreto; y a los miles de los cargos. Y luego, en fin, vienen los otros fascismos: el hogar, el c¨®nyuge, el catedr¨¢tico, el cura, el patrono. De algunos de ¨¦stos no se salva nadie; el divorcio o la separaci¨®n de bienes son trampas; la jubilaci¨®n anticipada, el cambio de trabajo, es imposible, otro capataz o jefe ser¨¢ igual. El cambio de Aznar, sus concejales, sus presidentes aut¨®nomos, es f¨¢cil. Casi ya est¨¢ hecho.
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