Periferias
Quiz¨¢ uno de los cambios m¨¢s notables ocurridos en Espa?a en los ¨²ltimos veinte a?os es que las cosas han dejado de ocurrir s¨®lo en Madrid y Barcelona. Eso no significa forzosamente que durante este tiempo y a causa del desarrollo auton¨®mico se haya producido un fen¨®meno centr¨ªfugo: curiosamente, la comunidad que m¨¢s ha crecido y se ha desarrollado es la madrile?a y en ella residen hoy, por ejemplo, muchas m¨¢s sedes de multinacionales que hace veinte a?os, cuando a¨²n se repart¨ªan con Madrid, Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco.
Pero lo cierto es que, mientras Madrid crec¨ªa, el resto de Espa?a dejaba de ser un desierto. Basta, por ejemplo, con leer las p¨¢ginas de sociedad de la edici¨®n nacional de este peri¨®dico para caer en la cuenta de que, con creciente frecuencia, se hacen hallazgos relevantes en hospitales y universidades de lo que antes se llamaba provincias. Y estas cosas no ocurren s¨®lo en el campo de la ciencia y de la t¨¦cnica: recientemente asist¨ªa a una excelente representaci¨®n de ¨®pera y, al echar mano al libreto, descubr¨ª sorprendido que el montaje no ven¨ªa de un teatro del Este de Europa, sino del viejo Villamarta de Jerez. As¨ª est¨¢n los tiempos.
La semana pasada un enfermo de diabetes comenz¨® a producir insulina gracias a un trasplante de islotes pancre¨¢ticos realizado en el Hospital Carlos Haya de M¨¢laga, en una operaci¨®n pionera en Espa?a. Hasta hace no mucho, la noticia habr¨ªa estado en que algo as¨ª se hubiera hecho fuera de los grandes hospitales madrile?os o barceloneses. Hoy, afortunadamente, no le sorprende a nadie: el Carlos Haya hace unos tres a?os que super¨® la cifra de los mil trasplantes de ri?¨®n y en ¨¦l trabajan unos equipos que tienen un ganado prestigio internacional. Situaciones similares se dan en el Reina Sof¨ªa de C¨®rdoba, en el Virgen del Roc¨ªo de Sevilla y en tantos otros.
Sobre los cimientos, en mucho casos, de los viejos hospitales levantados por el franquismo se termin¨® vertebrando nuestro sistema p¨²blico de salud. En algunos casos, como en M¨¢laga, no se cambi¨® ni el nombre, a pesar de que, por la sa?a que pon¨ªa en sus bombardeos, el piloto Carlos Haya no trae muy buenos recuerdos a los que sobrevivieron al asedio de la ciudad durante la Rep¨²blica.
Cuando se entra en uno de esos viejos hospitales, sorprende que se pueda hacer medicina de vanguardia en escenarios tan inapropiados. All¨ª el celo de los cient¨ªficos convive con la desidia burocr¨¢tica que parece incapaz de dar soluci¨®n a los problemas m¨¢s simples, como lograr poner asientos suficientes en las zonas de espera o hacer funcionar el traslado de los enfermos en ambulancias de modo racional.
Pero, a pesar de todo, las cosas funcionan. La universalizaci¨®n y potenciaci¨®n del sistema p¨²blico de salud en los a?os ochenta ha sido una de las causas de que ahora las cosas no s¨®lo ocurran en Madrid y Barcelona. Tambi¨¦n ha tenido que ver con el fen¨®meno la proliferaci¨®n de nuevas universidades -a pesar de la innegable mediocridad de muchos departamentos-, teatros o conservatorios. As¨ª se han creado ambientes f¨¦rtiles que propician campo suficiente para muchas ambiciones profesionales. El tedio provinciano ha muerto.
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