Par¨ªs expone por primera vez todo Chagall
El Grand Palais re¨²ne 180 obras del artista
Marc Chagall (1887-1985) es un artista que conoci¨® la gloria relativamente joven y que fue olvidado en vida y art¨ªsticamente enterrado antes de morir. Su trayectoria, que atraviesa todo el siglo XX y est¨¢ en contacto con muchos de los grandes movimientos, ha sido desacreditada por la ingenuidad de un artista que dec¨ªa que "el arte ha de contar el mundo y aportar un mensaje de felicidad y alegr¨ªa". El Grand Palais de Par¨ªs permite revisar esa trayectoria cuestionada al presentar nada menos que 180 obras de Chagall que resumen 70 a?os de trabajo creativo. La exposici¨®n, abierta hasta el 23 de junio, viajar¨¢ despu¨¦s a San Francisco.
Nacido en la ciudad rusa de Vitebsk, en 1887, en el seno de una familia jud¨ªa pobre, Marc Chagall decide ser pintor muy pronto y en contra de la tradici¨®n hebraica, que ve con malos ojos toda tentativa de representaci¨®n por la sospecha de idolatr¨ªa. En 1910, el joven artista tiene la oportunidad de visitar Par¨ªs y ah¨ª descubre el cubismo y los llamados fauves. De los segundos hereda la paleta, del movimiento cubista una manera de organizar el espacio. En 1914 se casa con Bella Rosenfeld y en 1917 se adhiere a la revoluci¨®n, que le nombra comisario de Bellas Artes para la regi¨®n de Vitebsk, as¨ª como director de la escuela.
Pero la violencia que preside los primeros a?os de la revoluci¨®n rusa no se limita al campo de batalla o a atacar a los contrarrevolucionarios: Malevich y las teor¨ªas suprematistas pueden con el figurativo Chagall, que busca refugio en Mosc¨² a partir de 1920.
Durante casi cuatro a?os pinta para el Teatro Jud¨ªo de la capital, pero luego comprende que su juda¨ªsmo, su religiosidad y el trazo supuestamente infantil de su obra est¨¢n en abierta contradicci¨®n con el hombre nuevo que Lenin y Stalin reclaman.
En 1924 se instala en Par¨ªs y recibe diversos encargos; en 1931 viaja a Palestina; en 1937 adopta la nacionalidad francesa, pero la ocupaci¨®n nazi le obliga a emigrar a Estados Unidos, donde permanece entre 1941 y 1948, a?o de su retorno definitivo a Francia. Se instala junto al Mediterr¨¢neo y trabaja sobre la Biblia, decora la c¨²pula del teatro de la ?pera de Par¨ªs y los ventanales de distintas iglesias.
En 1969, en el Grand Palais, es objeto de una gran retrospectiva. En 1973 se abre el museo del mensaje b¨ªblico en Niza, enteramente concebido por Chagall, que fallece en su casa de Saint Paul de Vence en 1985.
La exposici¨®n cuenta esta aventura humana y art¨ªstica organiz¨¢ndola en cinco apartados: los a?os rusos, el teatro jud¨ªo, la galer¨ªa de las f¨¢bulas, la Biblia y los a?os franceses. Para el comisario de la exposici¨®n, Jean Michel Foray, es importante se?alar que "lo religioso es uno de los hilos conductores de toda su obra", y eso explica que para ¨¦l "la idea de abstracci¨®n, que equivale a la de un mundo sin Dios, le pareciese inaceptable". Para Foray, es "un error creer que el talento de Chagall se agota en 1924 con el exilio", y se?ala que el problema es que estamos ante un artista mal comprendido: "Cuando Max Ernst, Gala y Paul Eluard le piden que se sume al movimiento surrealista, Chagall propone como obra revolucionaria una maternidad con su buey y su vaca". Los enamorados voladores, los violinistas en los tejados, los gigantes cruzando aldeas de geograf¨ªa m¨¢gica, las vacas verdes o azules, las campesinas sin cabeza y las isbas con el tejado en el suelo hicieron creer que esa poes¨ªa de inspiraci¨®n jud¨ªa era soluble en el surrealismo. No lo era y no se lo perdonaron.
Sus ilustraciones de la Biblia y de las f¨¢bulas de La Fontaine, de Las mil y una noches y de la vida cotidiana de Vitebsk tienen una gran calidad y la supuesta disminuci¨®n del inter¨¦s de la creaci¨®n chagalliana, constatable a mediados los a?os cincuenta, se explica en buena parte por el hecho de que la curiosidad del artista se haya desplazado hacia el grabado o los vitrales. Su cotizaci¨®n en el mercado, en alza continuada hasta 1990, es hoy m¨¢s razonable, entre otras cosas por los problemas financieros de los grandes coleccionistas japoneses, que han llegado a pagar casi 15 millones de d¨®lares por un Chagall de 1923. Si hoy, en las subastas, su cota es m¨¢s modesta, una retrospectiva menos completa que la de Par¨ªs efectuada en Tokio el a?o pasado fue visitada por 570.000 personas.
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