Marta Dom¨ªnguez sabe lat¨ªn
La atleta palentina gana la plata en los 3.000 metros con una gran demostraci¨®n de inteligencia
Marta Dom¨ªnguez es un cheque al portador, un caso cl¨ªnico de atleta que maneja con sabidur¨ªa los rigores de la gran competici¨®n. Conocida por su f¨¦rrea voluntad, hay una cierta tendencia a olvidar la extrema inteligencia de la atleta palentina. No se le escapa un detalle de las carreras, y su r¨¢dar funciona como un computador en la pista mientras da vueltas y vueltas. Adivina los movimientos y los peligros, olfatea los momentos decisivos, percibe las debilidades de sus rivales, determina sus posibilidades y nunca se quema en acciones est¨¦riles.
Cuando corre Marta, conviene estudiar con lupa sus actuaciones. Es un manual con zapatillas. En Birmingham dio otra lecci¨®n: gan¨® la plata sin demasiado inter¨¦s por perseguir el primer puesto. A falta de dos vueltas decidi¨® que la et¨ªope Adere era demasiado r¨¢pida y fuerte como para desgastarse in¨²tilmente. Si segu¨ªa su estela pondr¨ªa en peligro la segunda posici¨®n, ya que por detr¨¢s llegaba lanzada la segunda et¨ªope de la final, y eso de conceder regalos en la pista no va con el car¨¢cter de Marta Dom¨ªnguez.
El pie de Adere traslada a la pista esa rara electricidad de los fen¨®menos del altiplano
Entr¨® detr¨¢s de Adere y levant¨® el brazo con satisfacci¨®n despu¨¦s de quitarse con gesto reflejo la cinta rosa del pelo, su marca personal. "Por supuesto que quer¨ªa ganar. Soy muy avariciosa en la pista, siempre quiero m¨¢s, pero no quer¨ªa perder el segundo puesto", dijo al terminar.
El primero estuvo claro. Pertenec¨ªa a Adere. Quiz¨¢s en otro momento tenga que desafiar a la fenomenal africana, la versi¨®n femenina de Haile Gebrselassie, el que se presume gran rival de Alberto Garc¨ªa en la final de hoy de los 3.000 masculinos. "Quiz¨¢s cuando yo est¨¦ al 100% y ella al 99%", dijo. Pero el momento no era el de estos Mundiales. Ahora mismo, Adere es invencible.
Es Gebrselassie, pero en alta. Mide 1,76 y tiene unas piernas interminables. Su pie traslada a la pista esa rara electricidad de los fen¨®menos del altiplano y del valle del Rift, de la dura vida a 3.000 metros de altitud, donde escasea el ox¨ªgeno, Su zancada es amplia y ligera. No denota esfuerzo cuando se desplaza. Representa, en definitiva, la impresionante saga de abisinios que surgi¨® con Abebe Bikila en los Juegos de Roma en 1960. No parec¨ªa accesible en los Mundiales para el resto de atletas, y no lo fue. Marta Dom¨ªnguez no pudo resistir el devastador ritmo que impuso Adere en el ¨²ltimo kil¨®metro, cubierto en 2,45 minutos con varios cambios de velocidad incluidos.
Fue un ataque largo despu¨¦s de dos kil¨®metros tranquilos.
Marta aplic¨® el credo de toda la vida. Corri¨® pegada a la cuerda y de all¨ª no la sacaron ni a tiros. Sabe que la energ¨ªa es tan preciosa como limitada. No conviene disiparla en esfuerzos est¨¦riles, en correr por fuera, por ejemplo. Si tiene que utilizar los codos o las caderas para impedir el paso, o para ganar el metro necesario, Marta no dudar¨¢. Ser¨¢ dura. Una roca inamovible. La cuerda es suya.
Otro dato demuestra su tenaz inteligencia: jam¨¢s se aparta de las posiciones de cabeza. Su ubicaci¨®n favorita es el segundo puesto del grupo, donde puede controlar sin desgastarse en llevar el ritmo de la prueba, aunque acepta lo que le echen. No es la atleta de carril que s¨®lo responde en las circunstancias favorables. En Birmingham le habr¨ªa gustado un paso m¨¢s r¨¢pido - "el necesario para desgastar un poco a Adere y limarla un poco de velocidad en los ¨²ltimos metros"-, pero la inglesa Tullet puso una marcheta sin consecuencias durante los dos primeros kil¨®metros. Marta no abandon¨® nunca el segundo puesto, sin alterar su plan.
S¨®lo cab¨ªa esperar la aparici¨®n de Adere, que se movi¨® a falta de 1.100 metros. Surgi¨® desde atr¨¢s, se coloc¨® a la altura de la inglesa y tapon¨® a Marta Dom¨ªnguez, que reaccion¨® con la rapidez y la contundencia de costumbre. Se col¨® entre la inglesa y la marroqu¨ª Ouaziz con astucia y decisi¨®n, codos y pies en acci¨®n, luego se peg¨® a Adere, que aceler¨® con la suavidad de los prototipos caros.
Subi¨® la frecuencia de su zancada sin dar sensaci¨®n de fatiga, un ritmo matador que comenz¨® a hacer estragos en las piernas de Marta Dom¨ªnguez. A falta de 400 metros, la espa?ola cedi¨®. Comprendi¨® que no ten¨ªa sentido cebarse en un imposible. Adere era inabordable. La carrera, que iba para los nueve minutos con los promedios de los dos primeros kil¨®metros, se convirti¨® en un infierno en el trecho final, de lo contrario no se puede explicar el registro de Adere: 8,40,25 minutos.
Marta consider¨® que el segundo puesto era un tesoro a la vista de las circunstancias. No era el d¨ªa para desafiar a Adere. Ya llegar¨¢ el momento. Y si llega, Marta Dom¨ªnguez se dar¨¢ cuenta antes que nadie. En eso no falla. Ser¨¢ famosa por su tenacidad, pero nada le caracteriza m¨¢s que la inteligencia. Esta chica sabe lat¨ªn.
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