"Para EE UU, el ataque a Irak es una forma de responder al 11-S"
Gilles Kepel es uno de los m¨¢s prestigiosos estudiosos europeos del mundo musulm¨¢n y, sobre todo, de Oriente Pr¨®ximo. Sus trabajos sobre el islamismo radical -como La Yihad (Pen¨ªnsula)- intentan describir, m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos y de los choques de civilizaciones, los or¨ªgenes y la evoluci¨®n de un fen¨®meno que, como qued¨® demostrado el 11-S, puede alcanzar un poder de terror inmenso y marcar la agenda mundial. Esta entrevista fue realizada el lunes en Madrid, y, como no pod¨ªa ser de otra forma, estuvo centrada en la crisis iraqu¨ª.
Pregunta. ?Cree usted que el 11-S ha significado un cambio total de la pol¨ªtica de Estados Unidos, una nueva forma de concebir sus relaciones en Oriente Pr¨®ximo?
"El problema de Irak es que es un Estado que puede parecer tan balcanizado como la antigua Yugoslavia"
"Los 90 son la expresi¨®n del conflicto no arreglado de los 80: Irak ataca Kuwait y se convierte en un problema mayor y los 'yihadistas' se enfrentan a EE UU y Arabia Saud¨ª"
"EE UU cree que si la organizaci¨®n general de Oriente Pr¨®ximo no es transformada en profundidad, se producir¨¢n otros fen¨®menos terroristas como el 11-S"
"A pesar de su riqueza petrol¨ªfera, todos los indicadores econ¨®micos de Oriente Pr¨®ximo est¨¢n en rojo: el paro sube, los ingresos bajan, la demograf¨ªa explota"
"Washington puede hacer la guerra solo, pero no puede estar solo para hacer la paz. Puede llegar a encontrarse en una situaci¨®n extremadamente complicada"
Respuesta. La voluntad actual de EE UU de atacar Irak, sea cual sea la decisi¨®n de Naciones Unidas, s¨®lo es comprensible si nos remitimos al 11-S. Tras los ataques, la Administraci¨®n de EE UU lleg¨® a la conclusi¨®n de que el sistema de alianzas en Oriente Pr¨®ximo, creado tras la II Guerra Mundial, ya no funcionaba. La alianza privilegiada con Arabia Saud¨ª, forjada en 1945, ya no funciona porque de los 19 piratas del aire, 15 eran saud¨ªes. Para EE UU, todo el sistema de Oriente Pr¨®ximo aparece como patol¨®gico. Las decisiones tomadas justo despu¨¦s del 11-S -perseguir a la red Al Qaeda, desalojar a los talibanes del poder- son medidas de cirug¨ªa; pero, para ellos, es importante buscar las causas. Estiman que si la organizaci¨®n general de Oriente Pr¨®ximo no es transformada en profundidad se producir¨¢n otros fen¨®menos terroristas del mismo orden y la seguridad de Israel nunca estar¨¢ realmente garantizada. Para ellos, el ataque contra Irak es una forma de responder al 11-S y de cerrar algo que se abri¨® en 1979, cuando se produce la revoluci¨®n isl¨¢mica en Ir¨¢n. EE UU reaccion¨® de dos maneras: por un lado, anim¨® a Sadam Husein a luchar contra Ir¨¢n, entre 1980 y 1988. Le arman, le dan dinero, le aconsejan. Por otra parte, est¨¢ la yihad (guerra santa) en Afganist¨¢n, que pretende convertir en un Vietnam para la URSS, y, adem¨¢s, es una forma de proporcionar una alternativa a la propaganda iran¨ª, que quiere lanzar al islam contra EE UU. En 1989 podemos creer que esta guerra por persona interpuesta ha sido un ¨¦xito: Ir¨¢n firma un armisticio con Sadam en 1988, en febrero de 1989 el Ej¨¦rcito Rojo deja Afganist¨¢n. Se puede pensar que, 10 a?os despu¨¦s de la Revoluci¨®n iran¨ª, el peligro est¨¢ controlado, que una especie de orden americano saud¨ª reina en la regi¨®n. Pero EE UU ha alimentado una serpiente que va a morderle. Sadam Husein, que fue animado a hacer la guerra, est¨¢ arruinado, y, ante las constantes reclamaciones econ¨®micas kuwait¨ªes, acaba por invadir este pa¨ªs en 1990 y esta invasi¨®n va a dar a los militantes de la yihad, formados en los campos de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, la voluntad de romper con Arabia Saud¨ª. Los noventa son la expresi¨®n del conflicto no arreglado de los ochenta: Irak arruinado, que ataca Kuwait, se convierte en un problema mayor y los yihadistas se enfrentan a EE UU y Arabia Saud¨ª. Todo esto acabar¨¢ en el estallido del 11-S de 2001. Cuando EE UU dice que hay una relaci¨®n entre Bin Laden y Sadam no convence a nadie, salvo a Aznar y Blair. No hay lazos concretos fuertes, pero, desde el punto vista estadounidense, tiene un sentido relacionar a los dos: para ellos, suprimir a Sadam significa terminar el trabajo que no concluyeron en 1991, y quiere decir crear un orden nuevo en Oriente Pr¨®ximo cuya din¨¢mica significar¨ªa acabar con los factores econ¨®micos y sociales que provocaron el 11-S. La ofensiva estadounidense, en la mente de los neoconservadores, significa acabar un proceso que comenz¨® con la Revoluci¨®n iran¨ª, es cerrar una caja de Pandora.
P. La guerra puede ser f¨¢cil; pero no la posguerra. ?Existe la posibilidad de que Irak se convierta en un Afganist¨¢n para Estados Unidos?
R. S¨ª, en un nuevo Vietnam. La cuesti¨®n de Irak es la de un Estado que puede parecer tan balcanizado como la antigua Yugoslavia. Desde 1920, la ¨²nica forma en la que se ha conseguido hacer funcionar un Irak independiente es dando el poder a la minor¨ªa sun¨ª por encima de los kurdos y los shi¨ªes. Pero Irak, definido desde el exterior, es una entidad muy antigua; es Mesopotamia, es un pa¨ªs que ha sido siempre la zona disputada entre el Este y el Oeste; es una zona muy rica, ¨²nica en Oriente Pr¨®ximo, con tres elementos esenciales: el agua, con el Tigris y el E¨²frates; el petr¨®leo, con las segundas reservas probadas tras Arabia Saud¨ª, muy poco explotadas por el momento, y una clase media muy formada hasta el embargo posterior a la primera guerra del Golfo. En Oriente Pr¨®ximo hab¨ªa un dicho que dec¨ªa: Egipto escribe, L¨ªbano imprime e Irak lee. La apuesta estadounidense es que la poblaci¨®n iraqu¨ª en su conjunto no puede m¨¢s con el r¨¦gimen de Sadam. El problema no es la guerra, porque Irak lleva 20 a?os en guerra y la poblaci¨®n quiere que pase algo para acabar con este sistema. Los neoconservadores est¨¢n convencidos de que, si hacen un ataque sobre Irak lo suficientemente fuerte, la poblaci¨®n va a levantarse y acabar con Sadam. En el plano estrat¨¦gico tiene sentido, pero, al mismo tiempo, Washington no tiene un cr¨¦dito extraordinario en Irak porque en 1991 incit¨® a la poblaci¨®n shi¨ª del sur a levantarse, y, como la Guardia Republicana no hab¨ªa sido destruida por el Ej¨¦rcito de EE UU, se produjeron masacres terribles. La rebeli¨®n s¨®lo ocurrir¨¢ tras un ataque devastador, y esto quiere decir que habr¨¢ muertos, v¨ªctimas, que Al Yazira emitir¨¢ im¨¢genes y que los aliados de EE UU en la zona tendr¨¢n que lidiar con una situaci¨®n muy dif¨ªcil. De hecho, la dificultad en la que se encuentra EE UU es que todo el mundo piensa que tiene la capacidad militar suficiente para hacer lo que quiera en Irak o en cualquier otro lugar, pero el problema es que Washington puede hacer la guerra solo, pero no puede estar solo para hacer la paz, y ¨¦se es su gran fracaso diplom¨¢tico. Si Estados Unidos hace la guerra sin el apoyo de la ONU, va a encontrarse en una situaci¨®n extremadamente complicada en la posguerra, no puede ocupar Irak solo. Tiene que haber ¨¢rabes, europeos, porque es una situaci¨®n extremadamente compleja de gestionar. Desde que empez¨® esta historia, da la impresi¨®n de que es el Pent¨¢gono quien gobierna. Pero las alianzas deben hacerse a trav¨¦s del Departamento de Estado y parece que s¨®lo es el auxiliar del Pent¨¢gono. En t¨¦rminos diplom¨¢ticos, no han logrado que sus aliados acepten su supremacia militar, aparte de Aznar y Blair. Lo ¨²nico que le queda a EE UU es la apuesta de que la poblaci¨®n iraqu¨ª va a recibir a las tropas con banderas de barras y estrellas. No es imposible, pero la parte diplom¨¢tica de preparaci¨®n de la guerra ha sido llevada a cabo de forma muy torpe.
P. Pero, aunque se produzca este apoyo, ?no cree que una invasi¨®n de Irak producir¨¢ im¨¢genes muy inquietantes para Oriente Pr¨®ximo: los turcos entrando en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª, los carros de combate de EE UU en Bagdad...?
R. Es algo muy dif¨ªcil, porque el problema es que las relaciones internacionales est¨¢n marcadas por la fuerza, pero tiene que existir tambi¨¦n un elemento de confianza. Y el problema de hoy en Irak es la palabra de Estados Unidos. Pa¨ªses que han sido aliados de EE UU tienen la impresi¨®n de que van a ser abandonados. Si Arabia Saud¨ª es abandonada, eso significar¨¢ que nadie querr¨¢ aliarse. Los kurdos viven hoy bajo el temor de que el Ej¨¦rcito turco invada el Kurdist¨¢n y recupere la vieja ambici¨®n otomana de 1925 de controlar el petr¨®leo de Kirkuk. No sabemos d¨®nde est¨¢ la palabra de EE UU. Washington deber¨ªa esperar que la operaci¨®n militar sea tan eficaz que no habr¨¢ ninguna otra posibilidad m¨¢s que capitular; pero veo muy mal c¨®mo esta especie de mezcla va a ser gestionada.
P. En su libro La revancha de Dios, publicado en 1991, hablaba del resurgimiento no s¨®lo del radicalismo isl¨¢mico, sino tambi¨¦n del cristiano y del jud¨ªo. Eso es algo que ahora, bajo la presidencia de Bush, se toma en serio mucha gente.
R. En los a?os noventa ese libro fue muy atacado porque se dijo que s¨®lo ten¨ªa sentido en el mundo musulm¨¢n. Efectivamente, ahora todo el mundo est¨¢ destacando la dimensi¨®n religiosa, de cristiano renacido, de la Administraci¨®n de Bush; pero no estoy seguro de que sea un elemento fundamental en la toma de decisiones estadounidense: la econom¨ªa es mucho m¨¢s importante. A pesar de su riqueza petrol¨ªfera, todos los indicadores econ¨®micos de Oriente Pr¨®ximo est¨¢n en rojo: el paro sube, los ingresos disminuyen, la demograf¨ªa sigue explotando. Es la misma situaci¨®n que el ?frica subsahariana, pero con petr¨®leo. Pero esta regi¨®n debe poder ser insertada en una especie de globalizaci¨®n virtual porque se necesita el petr¨®leo. Hay que encontrar una forma de insertar a Oriente Pr¨®ximo en las relaciones internacionales, bajo la dominaci¨®n de EE UU. La principal amenaza es el terrorismo y la desestabilizaci¨®n. Una operaci¨®n en Irak permitir¨ªa llevar a las clases medias al poder, como en Turqu¨ªa. En el fondo, Erdogan es lo que EE UU considera como mejor. Es una pol¨ªtica compleja, cuyos determinantes son econ¨®micos. La dimensi¨®n religiosa es secundaria; es, sobre todo, ret¨®rica.
P. Se ha dicho una y otra vez, con la primera guerra del Golfo, los bombardeos en Afganist¨¢n, las dos Intifadas, que los r¨¦gimenes ¨¢rabes moderados, como Egipto, se encontraban en el filo de la navaja, al borde la explosi¨®n popular. Pero, al igual que en 1979 pocos anticiparon la ca¨ªda del sha, ?podr¨¢ ocurrir alg¨²n d¨ªa una revoluci¨®n de este tipo en otros pa¨ªses de la zona?
R. Es dif¨ªcil hacer previsiones, pero con la guerra la tensi¨®n ser¨¢ muy fuerte. En Egipto, por ejemplo, el r¨¦gimen de Mubarak est¨¢ canalizando las manifestaciones populares: primero, en un estadio para la oposici¨®n, y luego, el partido en el poder organiz¨® una protesta en la calle. Es un signo de que el Gobierno de Egipto tiene que hacer funambulismo, porque Estados Unidos recuerda constantemente que, sin los 2.000 millones de d¨®lares anuales, no podr¨¢ sobrevivir. La otra apuesta de EE UU es lograr que las clases medias tomen el poder en Irak y que cunda el ejemplo en todo Oriente Pr¨®ximo. Con una nueva prosperidad, se frenar¨¢, entre otras cosas, la emigraci¨®n masiva. Pero el problema est¨¢ en que, para alcanzar este objetivo, Washington necesita el apoyo de los r¨¦gimenes autoritarios: es necesario que Arabia Saud¨ª proporcione mucho petr¨®leo, y no podemos pedirles que hagan esto y, a la vez, anunciar que va a suprimirse la monarqu¨ªa de los Saud y alzar a las clases medias. Es una situaci¨®n muy compleja, porque nos dicen que van a revisar las alianzas, pero son tributarios de las alianzas existentes.
P. Sin embargo, hay mucha gente en las clases medias de los pa¨ªses ¨¢rabes, en el Magreb o en Oriente Pr¨®ximo, que no tiene nada que ver con el wahabismo que predica Osama Bin Laden, pero que es profundamente antiamericana. ?Se debe esto al conflicto israelopalestino?
R. La l¨®gica de los neoconservadores de Estados Unidos, que se encuentran muy cercanos a Israel, es pensar que estamos en el periodo que sigue al fracaso del proceso de paz. Desde el principio de la segunda Intifada, el sentimiento dominante es que Israel est¨¢ en una situaci¨®n cr¨ªtica, aunque su superioridad militar sea apabullante. La idea que hay detr¨¢s de la intervenci¨®n es que la prosperidad de un Irak proamericano, basado en las clases medias y en la riqueza del petr¨®leo, crear¨¢ un proceso que permitir¨¢ aligerar la presi¨®n que sufre Israel. La Administraci¨®n de Bush cree que Clinton gestion¨® el conflicto israelopalestino de una forma muy negativa, porque no vio la perspectiva en su conjunto. Se parece a la forma en que actu¨® Bush, padre: en 1991, tras la derrota de Sadam Husein, Shamir y Arafat fueron obligados a entrar en el proceso de negociaciones que arranc¨® en Madrid. El sentimiento en el Pent¨¢gono es que, si hay una victoria r¨¢pida y espectacular, la moral de los ¨¢rabes estar¨¢ a cero. Como la primera Intifada, la segunda ha perjudicado mucho pol¨ªticamente a Israel, pero tambi¨¦n ha arruinado a los palestinos, que ahora est¨¢n agotados y no tienen la capacidad de negociar nada. Cuando Arafat lanz¨® la segunda Intifada, estoy seguro de que cre¨ªa que la presi¨®n le ayudar¨ªa a negociar con Israel y, a la vez, le permit¨ªa demostrar a su poblaci¨®n, que cada vez le ve¨ªa con peores ojos, que segu¨ªa encarnando la resistencia. Al principio, la Intifada no era popular y estaba muy organizada. Pero el resultado fue que Sharon logr¨® tomar el poder y el primer ministro israel¨ª estaba en la misma l¨®gica que Arafat. Estados Unidos est¨¢ convencido de que la soluci¨®n a este conflicto no puede producirse ya en el marco israelopalestino y de que necesita un arreglo global que pasa por la eliminaci¨®n de Sadam. Durante una reciente visita a un pa¨ªs de la zona, un profesor me dijo: "Estados Unidos es muy buen estratega, pero no conoce los detalles". La estrategia estadounidense tiene una gran coherencia cuando es explicada, pero su aplicabilidad plantea numerosos problemas. En un viaje a Estados Unidos habl¨¦ de todo esto con varios halcones y me di cuenta de que el equipo que hay alrededor de Bush no le convert¨ªa en Bush II, sino en Reagan II. No tienen un conocimiento profundo de la situaci¨®n real en Oriente Pr¨®ximo. No conocen bien lo que ha ocurrido en esta zona en los ¨²ltimos a?os. La gente del Pent¨¢gono piensa en Oriente Pr¨®ximo como en el fin de la URSS: es una l¨®gica estrat¨¦gicamente atractiva, pero las sociedades no tienen nada que ver. La sociedad sovi¨¦tica y comunista estaba agotada y se identificaba con Occidente. Pero creer que ocurre exactamente lo mismo con las clases medias ¨¢rabes es una apuesta muy arriesgada.
P. Bernard Lewis prolog¨® uno de sus primeros libros, Fara¨®n y profeta. ?Comparte usted la teor¨ªa que relata en ?Qu¨¦ ha fallado? sobre el momento en el que el mundo musulm¨¢n se qued¨® atr¨¢s con respecto a Occidente?
R. La fuerza de la sociedad musulmana naci¨® cuando vivi¨® una hibridaci¨®n cultural extraordinaria. Se hablaba la misma lengua desde Espa?a hasta India y hab¨ªa un espacio gigantesco de circulaci¨®n cultural. Pero cuando el mundo musulm¨¢n se cerr¨® sobre s¨ª mismo comenz¨® a perder su creatividad cient¨ªfica e intelectual. Pero creo que esta teor¨ªa no funciona porque se inscribe en una l¨®gica similar a la de Huntington y su Choque de civilizaciones, es una teor¨ªa muy esencialista porque cree que el mundo musulm¨¢n es homog¨¦neo. Pero son sociedades muy heterog¨¦neas. La personalidad de un joven egipcio se forja en las mezquitas, pero tambi¨¦n en la MTV y en que su ambici¨®n es emigrar a Chicago. Creo que, m¨¢s que preguntarse qu¨¦ fue mal, el problema del mundo musulm¨¢n es que no sabe c¨®mo integrarse en una modernidad de la que intenta controlar los instrumentos.
El fracaso de la 'yihad'
EL INVESTIGADOR FRANC?S Gilles Kepel, de 47 a?os, profesor en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs, lleva casi un cuarto de siglo estudiando el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. En su ¨²ltimo libro, Cr¨®nica de una guerra de Oriente (Pen¨ªnsula), recuerda este largo viaje, desde que era un modesto y mal alimentado becario en Damasco, que estudiaba ¨¢rabe y empezaba a dejarse enredar por las fascinaci¨®n del universo musulm¨¢n, hasta ahora, cuando da conferencias por todo el mundo (viaj¨® a Madrid para pronunciar tres charlas en el Instituto Ortega y Gasset), y son estudiadas tanto por los especialistas como por los que quieren tener una primera visi¨®n de conjunto. Sus libros Fara¨®n y profeta, La revancha de Dios, Las pol¨ªticas de Dios o La yihad, los primeros publicados por Mario Muchnik y el ¨²ltimo por Pen¨ªnsula, son considerados obras de referencia y muchas veces han estado marcados por la pol¨¦mica. En La yihad, que sali¨® a la calle poco despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre, planteaba una tesis arriesgada que le cost¨® no pocos dardos: tras su auge en los setenta y ochenta, el islamismo radical hab¨ªa fracasado y se encontraba en decadencia. A pesar de los ataques de Al Qaeda contra Washington y Nueva York, Kepel mantiene la vigencia de su teor¨ªa, aunque, eso s¨ª, cree que con la nueva guerra en Irak las cosas pueden cambiar: el radicalismo fracas¨® porque no fue capaz de arrastrar a las masas musulmanas en su espiral de odio y violencia.
"El movimiento islamista, en los ochenta, supo aunar a grupos sociales muy diferentes, desde la juventud urbana empobrecida hasta las clases medias. Pero, en los noventa, estas clases medias se acercaron al poder, como ha ocurrido en Turqu¨ªa con el partido de Erdogan, cuya mensaje isl¨¢mico est¨¢ muy diluido. Por otro lado, hay grupos extremistas que se lanzaron primero a estrategias de guerrilla y luego al terrorismo, para intentar despertar a las masas al mostrar que el enemigo es d¨¦bil y que una movilizaci¨®n general podr¨ªa hacerle caer. Son organizaciones que participan de los mismos fantasmas que las Brigadas Rojas en Italia. De hecho, una brigadista que acaba de ser detenida en Italia dijo que hab¨ªa que aliarse con Al Qaeda: su objetivo era levantar a las masas proletarias; pero no lo lograron.
Creo que la guerra contra Irak es una apuesta de todo o nada. Si la operaci¨®n de EE UU triunfa, desmoralizar¨¢ a las masas y les indicar¨¢ que la ¨²nica soluci¨®n es aliarse".
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