El petr¨®leo y la guerra de Irak
Una cuesti¨®n central que plantean los planes de invasi¨®n de Irak es c¨®mo va a reaccionar, a largo plazo, el mercado del petr¨®leo y esto no s¨®lo porque del petr¨®leo depende la marcha de la econom¨ªa, sino porque al petr¨®leo se atribuye uno de los principales motivos de esta guerra anunciada.
Antes de que se empezase a pensar en la posibilidad de una guerra las expectativas para el mercado del petr¨®leo pod¨ªan resumirse en tres ideas. La primera es que las reservas de petr¨®leo en el mundo son relativamente abundantes de modo que, al menos en los pr¨®ximos 25 a?os, la oferta de petr¨®leo puede ser suficiente para cubrir la demanda y esto incluso si la demanda crece un 1,6% anual en el pr¨®ximo cuarto de siglo, como anticipa la Agencia Internacional de la Energ¨ªa AIE). En todo caso, para que ese petr¨®leo que f¨ªsicamente existe llegue a los consumidores ser¨¢ necesario realizar enormes inversiones.
Para aumentar la oferta de crudo iraqu¨ª ser¨¢ necesario apuntalar su industria petrolera, que se encuentra en un estado de conservaci¨®n penoso
La segunda idea importante es que, a largo plazo, la oferta de petr¨®leo tender¨¢ a concentrarse geogr¨¢ficamente en los pa¨ªses de la OPEP y, especialmente, en los de Oriente Medio. La AIE, por ejemplo, estima que la producci¨®n de los pa¨ªses de la OPEP, que hoy representa en torno al 30% de la producci¨®n mundial, alcanzar¨¢ una cuota de mercado cercana al 60% en 2030 conforme las reservas de los pa¨ªses que no pertenecen al c¨¢rtel se vayan agotando. Aunque el desarrollo de la industria petrolera en los pa¨ªses de la antigua URSS puede retrasar esta tendencia, los menores costes del petr¨®leo ¨¢rabe y su abundancia sugieren que, antes o despu¨¦s, su peso en la oferta mundial aumentar¨¢. Ciertamente ¨¦sta es una perspectiva preocupante porque indica que la dependencia de los pa¨ªses importadores de una regi¨®n pol¨ªticamente inestable como es el Oriente Medio ir¨¢ en aumento.
La tercera idea es que los costes totales de producci¨®n del petr¨®leo, que fijan el suelo a los precios del petr¨®leo, son relativamente bajos. La AIE estima estos costes en el orden de seis a 11 d¨®lares por barril para las principales compa?¨ªas internacionales y en apenas cuatro d¨®lares para los principales productores de Oriente Medio. Estos valores est¨¢n muy por debajo de los precios actuales que generalmente superan los 20 d¨®lares y, en momentos de tensi¨®n como ¨¦ste, los 30. Esto significa que la presi¨®n alcista de los costes sobre los precios, que en los tiempos del Club de Roma se anticipaba inexorable, va a ser moderada y, de hecho, desde el punto de vista de la econom¨ªa del sector, unos niveles de precios relativamente bajos ser¨ªan sostenibles. Por supuesto, esto no significa que los precios vayan a caer necesariamente. El comportamiento del c¨¢rtel de la OPEP -y otros muchos factores- alteran con frecuencia este mercado haciendo muy dif¨ªcil anticipar los precios. En todo caso, el an¨¢lisis de los costes s¨ª sugiere que resultar¨ªa dif¨ªcil para los pa¨ªses productores mantener unos precios elevados, digamos de 30 d¨®lares por barril, de una forma sostenida.
?C¨®mo afectar¨ªa a estas previsiones un cambio de r¨¦gimen en Irak que situase a ese pa¨ªs entre los principales productores de petr¨®leo pero fuera de la OPEP? Primero lo obvio. Parece muy probable que una operaci¨®n de este tipo tenga efectos pol¨ªticos y militares importantes sobre los pa¨ªses de la zona. Irak, con sus enormes reservas de petr¨®leo, podr¨ªa ser un contrapeso a Arabia Saud¨ª y los dem¨¢s pa¨ªses ¨¢rabes y esto podr¨ªa debilitar a la OPEP.
Lo que resulta menos obvio es que tendr¨¢n que pasar al menos 10 o 15 a?os antes de que Irak, con guerra o sin ella, pueda ser un jugador importante en el mercado del petr¨®leo. Irak es, hoy por hoy, un productor peque?o. Ni su producci¨®n ni su capacidad llegan al 5% del total mundial. Cambiar esa situaci¨®n requiere, adem¨¢s de controlar sus reservas, desarrollar las infraestructuras para extraer el petr¨®leo y hacerlo llegar al mercado y ese es un proceso muy lento.
Para aumentar la oferta de crudo iraqu¨ª ser¨¢ necesario, primero, apuntalar su industria petrolera, que se encuentra en un estado de conservaci¨®n penoso. A continuaci¨®n habr¨¢ que desarrollar nuevos yacimientos, oleoductos y terminales para aumentar la oferta y esto, por imperativos de la tecnolog¨ªa, llevar¨¢ a?os. Adem¨¢s, hay que contar con los retrasos que puede suponer la espera a que, cuando se enfr¨ªe el clima b¨¦lico, el nuevo Gobierno Iraqu¨ª asigne los derechos de explotaci¨®n y se firmen los contratos. Estos procesos de negociaci¨®n normalmente duran varios a?os. Finalmente, los propios inversores preferir¨¢n un desarrollo gradual de los yacimientos para evitar inundar el mercado y hundir los precios.
En definitiva, el impacto de una guerra en Irak sobre los fundamentos del mercado del petr¨®leo tardar¨ªa muchos a?os en sentirse. Esto hace dudar de los argumentos que atribuyen objetivos de mayor seguridad energ¨¦tica a la iniciativa b¨¦lica estadounidense. Esto no quiere decir que no haya substanciales ganancias asociadas al acceso a las explotaciones petrol¨ªferas iraqu¨ªes. Las hay. Pero, en el corto plazo, ¨¦stas no proceder¨¢n de la disponibilidad inmediata de abundante combustible a bajo coste sino de las actividades de renovaci¨®n, reparaci¨®n y ampliaci¨®n de las explotaciones y, por lo tanto, las ganancias ser¨¢n para las compa?¨ªas que se hagan con la oferta de estas actividades.
Carlos Oca?a P¨¦rez de Tudela es profesor de la Universidad de Zaragoza.
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