La batalla secreta de Tony Blair
En los diez d¨ªas que llevo en Londres he visto -en la pantalla de televisi¨®n y las fotos de los diarios- envejecer a Tony Blair. Ha perdido dos o tres kilos, por lo menos, y hay en su cara demacrada unas ojeras profundas y una mirada fija e intensa que delata una tremenda tensi¨®n interior. Una revista public¨® su horario de trabajo, en la ¨²ltima semana, y produc¨ªa v¨¦rtigo: tres o cuatro horas de sue?o diarias cuando m¨¢s, reuniones desde el alba hasta el anochecer que son por lo general ¨¢cidas discusiones, viajes rel¨¢mpago y agotadoras sesiones en el Parlamento donde, por primera vez desde que subi¨® al Gobierno, una importante minor¨ªa de su propio partido -m¨¢s de cien diputados- ha tomado posici¨®n abierta contra ¨¦l en la crisis de Irak. Uno de sus ministros, Clare Short, lo ha llamado p¨²blicamente "irresponsable" y anunciado que si Gran Breta?a participa en una intervenci¨®n armada contra Irak renunciar¨¢ a su cargo. Seg¨²n rumores inverificables, cerca de doscientos diputados laboristas y otros dos ministros podr¨ªan sumarse a esta rebeli¨®n contra el primer ministro en caso de guerra, grav¨ªsima circunstancia que podr¨ªa provocar una crisis interna en el Partido de la que tal vez resultar¨ªa -como ocurri¨® con Margaret Thatcher- la defenestraci¨®n del l¨ªder que hace cinco a?os llev¨® al poder al socialismo brit¨¢nico. Quienes le tienen envidia, rencor, o aspiran a sucederlo, preparan ya los cuchillos, como en las tragedias pol¨ªticas de Shakespeare.
Sin embargo, ni esta oposici¨®n interna, ni el todav¨ªa m¨¢s grave rechazo de una gran mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica de esta democracia modelo que sigue siendo el Reino Unido -tres cuartas partes de los ciudadanos se oponen a una acci¨®n armada que no cuente con el apoyo de las Naciones Unidas, seg¨²n las encuestas- a secundarlo en su respaldo total a Estados Unidos en sus planes de recurrir a la guerra para desarmar a Sadam Husein, han hecho la menor mella en la convicci¨®n de Blair de que, pese a lo impopular que es, su postura en la crisis de Irak es la m¨¢s justa desde el punto de vista ¨¦tico y, desde el pol¨ªtico, la que defiende mejor los intereses de Gran Breta?a y de la comunidad internacional. Y se ha dedicado a defenderla no s¨®lo ante los jefes de Estado europeos que discrepan de ella, en animados di¨¢logos telef¨®nicos, sino ante grupos y personeros representativos de esa opini¨®n p¨²blica que le es hostil. En su debate con una cuarentena de estudiantes de distintas nacionalidades, en un canal de televisi¨®n para j¨®venes, sali¨® bastante bien parado, rebatiendo con mucha lucidez y ponderaci¨®n a quienes lo acusaban de "perrito faldero" de Bush y de auspiciar una guerra colonial cuyo verdadero designio es la avidez imperialista por el petr¨®leo iraqu¨ª. Sobre este ¨²ltimo punto record¨® que Gran Breta?a es exportadora de petr¨®leo, y que -a diferencia de Francia, por ejemplo, con quien el r¨¦gimen iraqu¨ª ha contra¨ªdo una deuda cuantiosa- no tiene inversi¨®n alguna en la explotaci¨®n del oro negro iraqu¨ª. En cambio, la pol¨¦mica de Blair con un grupo de mujeres pacifistas, en un canal abierto, ITV, fue un cargamont¨®n de tal naturaleza que no le permiti¨® casi explicarse y replicar con orden a quienes lo abrumaban, evocando los ni?os y ciudadanos inocentes que morir¨¢n bajo las bombas si hay guerra (algunas de las mujeres eran madres de soldados muertos en la guerra del Golfo y, por lo menos una de ellas, esposa de un pacifista ingl¨¦s que hace de escudo humano en Bagdad).
Las razones de Tony Blair no me han convencido de que, si estalla, como todo parece indicarlo, ¨¦sta ser¨¢ una guerra tan justa como la que los aliados llevaron a cabo para liberar a Kuwait de la ocupaci¨®n iraqu¨ª, o la que tuvo lugar en Kosovo para impedir el genocidio de los albano-kosovares o la que libr¨® a los afganos de la dictadura del terrorismo talib¨¢n. Su certeza absoluta de que el r¨¦gimen de Sadam Husein dispone de un arsenal secreto de armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas de destrucci¨®n masiva que podr¨ªan ser utilizadas por ¨¦l, o por las facciones terroristas tipo Al Qaeda si caen en sus manos, para causar estragos peores de los del 11 de septiembre, no me parece probada -las conclusiones de los inspectores de la ONU no la avalan, en todo caso- y por eso coincido con quienes, en las actuales circunstancias, rechazan la intervenci¨®n militar. Pero, en otros aspectos, la argumentaci¨®n de Tony Blair debe ser tenida en cuenta para atenuar, en lo posible, las grav¨ªsimas consecuencias que la crisis de Irak va a tener en el futuro inmediato.
Una de ellas es el desprestigio de las Naciones Unidas, y su impotencia manifiesta para encontrar soluciones a los grandes problemas del momento. Tony Blair recuerda que las resoluciones de la ONU exigi¨¦ndole a Sadam desarmarse han sido ya 17 y que, la ¨²ltima de ellas, la 1441, de noviembre de 2002, aprobada por unanimidad -uno de sus patrocinadores fue Francia- era un inequ¨ªvoco ultim¨¢tum del que el dictador iraqu¨ª hizo tambi¨¦n caso omiso. S¨®lo ahora, cuando m¨¢s de doscientos mil soldados estadounidenses y brit¨¢nicos acampan en sus fronteras, Irak hace algunos gestos apaciguadores, cuya intenci¨®n no es desarmarse de verdad de las armas de destrucci¨®n masiva que posee, y que sigue negando tener, sino atenuar la presi¨®n que se cierne sobre ¨¦l y sembrar la divisi¨®n entre los aliados (algo que, evidentemente, ya consigui¨®). Seg¨²n Blair, si la ONU, desdici¨¦ndose de lo acordado, no materializa la inequ¨ªvoca amenaza contenida en la resoluci¨®n 144l, no s¨®lo Husein, sino todos los s¨¢trapas y dictadores que hay en el mundo sabr¨¢n que pueden seguir perpetrando los mayores abusos y cr¨ªmenes con total impunidad, porque las bravatas de la ONU no son m¨¢s que desplantes ret¨®ricos para la galer¨ªa, sin ninguna consecuencia pr¨¢ctica.
Este argumento tiene peso en t¨¦rminos abstractos, sin duda, pero lo tendr¨ªa mucho m¨¢s si en otras circunstancias en que no s¨®lo dictadores, tambi¨¦n democracias, se han re¨ªdo ol¨ªmpicamente de las resoluciones de la ONU, las Naciones Unidas hubieran actuado con la misma firmeza y aplicadolas sanciones correspondientes. Pero ?acaso ha ocurrido con las resoluciones de la ONU contra la ocupaci¨®n de los territorios palestinos por Israel o las intervenciones militares de Francia en ?frica en apoyo de gobiernos o facciones adictos? Que con la sola excepci¨®n del caso de Kuwait, la ONU haya permanecido indiferente frente a la burla que hac¨ªan de la Carta y de las decisiones del Consejo de Seguridad muchos gobiernos, deval¨²a el argumento de que en este caso espec¨ªfico s¨ª deben intervenir las armas para hacer respetar los acuerdos de la organizaci¨®n que garantiza -en teor¨ªa m¨¢s que en la pr¨¢ctica- el orden internacional. ?Por qu¨¦ en este caso s¨ª y en los otros no?
Mi impresi¨®n es que Tony Blair, un pol¨ªtico excepcionalmente capaz que ha conseguido la proeza de centrar y liberalizar a un Partido Laborista que languidec¨ªa en el anacronismo del estatismo y el intervencionismo de los viejos socialistas, cree lo que dice, pero que, en estas valerosas batallas pol¨¦micas que libra cada d¨ªa para tratar de convencer a la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica de la justicia de su posici¨®n, no dice todo lo que piensa y lo que lo lleva a jugarse su futuro pol¨ªtico. La relaci¨®n con Estados Unidos no s¨®lo es, a su juicio, importante para Gran Breta?a; tambi¨¦n lo es para Europa, porque, dentro de la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea a la que ¨¦l quisiera ligar la suerte de Gran Breta?a -tarea dificil¨ªsima en la que trabaja desde hace a?os con paciencia de hormiga y, hasta esta crisis, con bastante ¨¦xito-, la alianza atl¨¢ntica es fundamental, pues garantizar¨¢ la seguridad de todo el orbe democr¨¢tico ya existente y facilitar¨¢ el contagio de la cultura de la libertad a quienes padecen todav¨ªa bajo reg¨ªmenes autoritarios. En su concepci¨®n, la cooperaci¨®n entre Europa y Estados Unidos debe ser mantenida a toda costa y ¨¦ste es, a su juicio, el papel que le incumbe a Gran Breta?a en Europa: ser el puente, el mejor valedor de una amistad y colaboraci¨®n que, desde luego, no est¨¢n re?idas con la competencia econ¨®mica. Y, a la vez, resistir a quienes, como el actual Gobierno franc¨¦s, se empe?an en que Europa defina su identidad continental en la oposici¨®n y hostilidad a la superpotencia. Tony Blair advierte que, en estos d¨ªas, en torno a la crisis de Irak, esa guerra larvada y sin bombas, pero acaso de m¨¢s tr¨¢gicos derroteros de la que podr¨ªa suscitar Irak, ha saltado a la luz p¨²blica, con el abierto desaf¨ªo de Chirac a Estados Unidos, y la legitimaci¨®n que ello ha acarreado de un anti-norteamericanismo cada vez m¨¢s exacerbado, una de cuyas consecuencias puede ser el triunfo de una idea de Europa que le es inaceptable: una asociaci¨®n de pa¨ªses d¨®ciles liderados por el eje franco-alem¨¢n y enfrentados en una frontal lucha pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural contra Estados Unidos. El pueblo brit¨¢nico jam¨¢s aceptar¨¢ ser parte de una Europa de esta ¨ªndole. Jug¨¢ndose la vida pol¨ªtica al apoyar a Estados Unidos de la manera que lo hace en sus planes b¨¦licos contra Irak, Tony Blair no s¨®lo defiende la aplicaci¨®n de la resoluci¨®n 1441, sino, tambi¨¦n, una Europa -europea y atlantista a la vez- de la que en un futuro no muy lejano el Reino Unido podr¨ªa ser miembro a parte entera.
Quisiera equivocarme, pero creo que esta secreta batalla -si es verdad que Tony Blair la est¨¢ librando y no es puro espejismo m¨ªo- ya est¨¢ perdida, y que, haya o no intervenci¨®n armada en Irak, y resulte de ello la supervivencia o la ca¨ªda de ese magn¨ªfico estadista que es el primer ministro brit¨¢nico, lo seguro es que la incorporaci¨®n del Reino Unido a la moneda ¨²nica y su total integraci¨®n a Europa han quedado, si no canceladas, por lo menos retrasadas por un per¨ªodo considerable. Y que todo lo que Tony Blair hab¨ªa ganado en estos cinco a?os limando la desconfianza de la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs hacia el euro y Bruselas, se ha hecho a?icos en pocas semanas, en raz¨®n de la manera como Chirac y Schr?der decidieron encarar el conflicto de Irak. Asumiendo s¨²bitamente una personer¨ªa de la que carec¨ªan para hablar en nombre de Europa, maltratando Chirac con la arrogancia de un Napole¨®n de pacotilla a la decena de pa¨ªses europeos que manifestaron su solidaridad con Estados Unidos -"perdieron una magn¨ªfica ocasi¨®n de callarse la boca"-, los dos mandatarios dieron una idea de lo que, a su juicio, deber¨¢ ser la futura Europa, que no s¨®lo a buena parte de la opini¨®n p¨²blica inglesa, tambi¨¦n a buen n¨²mero de pa¨ªses aspirantes a integrar la Uni¨®n o a ciudadanos de ella, les ha puesto los pelos de punta. Porque si s¨®lo de Chirac y de Schr?der dependiera es seguro que Kuwait seguir¨ªa siendo una provincia iraqu¨ª, Slobodan Milosevic, en vez de estar entre rejas habr¨ªa completado acaso el exterminio de los albano-kosovares, y el r¨¦gimen talib¨¢n de Afganist¨¢n florecer¨ªa, exportando al mundo las toneladas de opio de sus campos de amapolas y las bombas y comandos de su hijo predilecto, Osama Bin Laden.
? Mario Vargas Llosa, 2003. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2003.
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